Hace poco leí algo en relación a cómo nos comunicamos con las plantas. La botánica Robin Wall Kimmerer dice que el mundo vegetal habla un idioma que cualquiera puede entender porque es el lenguaje universal del alimento.
De las plantas aprendemos la lengua química de la energía, el placer y el cuidado, el magma colectivo que nos conecta entre sí. También aprendemos que la lengua es poética, lo aprendemos primero de nuestras amigas, con las que diseñamos lenguajes increíbles y misteriosos, verdaderas armas contra villanos, talismanes para todo lo mejor.
Como las plantas, Las mejores amigas de Flor Monfort y Noe Vera, crea una lengua química magmática, un hechizo vegetal que compone un bello manifiesto poético-contemporáneo sobre la amistad; la forma más perfecta de refugio y dios en un mundo roto, “todo lo que imagino escribir está aquí/ en este momento templo”. La poesía se presenta en esta experiencia escrita por dos como pura simbiosis, símil liquen: hablan las algas y los hongos en una amalgama donde los contornos de voces se borronean, deslizándose en las aguas del lenguaje creativo y común, “vos y yo inventamos una lengua”.
Los poemas que podrían pensarse en género carta-texto-audio de WhatsApp apenas se interrumpen por emojis (específicamente kaomojis japoneses ᵔ ᵕ ᵔ) emociones pop de fantasía explotan sutiles haciendo pequeñas pausas entre correspondencias poéticas. Como en la amistad la historia nunca se acaba, aunque termine: cada poema llega orgánico al otro como un largo diálogo/diario íntimo; un poema de largo aliento, cotidiano como los cuentos de Las mil y una noches.
Cada poema contesta y a la vez retoma, sin interrumpir el ritmo de la conversación susurrante, una pregunta, una queja, una idea, una inquietud, una teoría, un desafío, un recuerdo común. La chispa de la conservación se enciende y se enhebra en una variedad de relatos: las historias de las vacaciones, una de Messi, un baño quemado con olor a plástico y lavandina, cuáles son sopas nutritivas, quiénes los novios que sí, cuál es el misterio de los hongos, el tiempo de las piedras, las formas de ser en el agua o los astros en retrógrado. Así, cosecha cada amiga un nuevo poema que vendrá, perlas, miles de temas diversos y desjerarquizados; la naturaleza, las pócimas brujas, el tiempo, el trabajo, el dinero, la crianza, la cotidianeidad, el amor o la utopía de otro mundo fundado en la amistad: “aunque, imaginemos por un segundo/ una casa de todas, los niños educándose/ entre mamíferos, las ventanas abiertas/ a las aves, la suma de sueldos/ en un baúl de libre extracción”.
Estas amigas además no hablan solas: lo hacen acompañadas de un coro de fantasmas heroínas, brujis o genias del trap. En este manifiesto poético hablan maestras y consejeras (“también decía: así tal cual/ como lo dijiste, ponelo”), nadadoras y terapeutas, Rosalía, motomamis, Agota Kristoff y Alejandra Pizarnik. Así, la ternura y dulzura sincera entrelazan como estilo común; también el humor, la ironía filosa pero adornada de glitter y bijuoterie: “pasándola pun pa, peinando unos poemas/ que son como tus mini hijitas mujeres/ llenándolas de moños fluorescentes/ y chupando con pajita el arcoiris/ un día de arena lluvia y sol”.
Como las abejas con el polen, las poetas escriben-polinizan: llevan de poema en poema para convertir al otro en fruta o flor: de amiga a amiga todo fluye y canta, nace el hechizo colectivo: “las mejores amigas/ elixir para sedientos/ con las que todo rima”. Las mejores amigas, manifiesto poético: sobre la amistad, las formas de cuidado, la escritura entre dos, el colectivo y lo propio, el sueño, la utopía de un mundo común; construido con la lógica de las amigas. Este libro parece decirnos mientras escribe, rima y crea, qué es la amistad: una vida común, generosa, la invención de una lengua franca y creativa, gualicho del mejor, íntimo y secreto, el fuego, la fe con la que podemos prender el invierno: “vamos a hacer nuestros rezos salvajes a ese dios que es lava/ y es colchón y es piedra preciosa”.
Flor Monfort y Noe Vera, Las mejores amigas, Caleta Olivia, 2023, 75 págs.