Este 2024 viene siendo un año altamente productivo en la carrera de Oney1. A la publicación de más de diez singles se sumó en junio el lanzamiento del EP Barras por deporte, una colección de seis temas que reafirman una intención, una identidad sonora y una forma de hacer. En realidad, dan cuenta del pulido de las barras y el sonido del rapero de 22 años proveniente de Castelar Sur.
A todo gas ya había salido como sencillo, pero es también la canción que concluye el EP. "Si ahora querés verme, buscame en YouTube", propone Oney en una de sus líneas, que no sólo exhiben la altanería del rapero en ascenso -que le viene metiendo fuerte desde 2022- sino que también alojan una buena parte del camino que lo trajo hasta acá.
YouTube debería ocupar un capítulo central en su biografía. Así accedió a artistas que le cambiaron el panorama cuando se adentraba en el universo hip hop. Poco después, recurrió a esa red por tutoriales para aprender el uso básico de Fruity Loops y así poder diseñar sus propias pistas. "Es así: en un principio, la mayor parte de todo lo que supe fue gracias a YouTube", reafirma. "Después fui conociendo productores y cayendo a estudios amigos, donde prestaba mucha atención sobre la manera de laburar de ciertas personas, y ahí fui absorbiendo también."
Hoy Oney1 publica los videoclips generalmente grabados y editados por él y su gente, con pocas herramientas más que un celular y una PC. "Cuento con una Focusrite 2i2, je, y con un AKG 2035. Antes tenía un home theater, ahora pegué unos monitores lindos. Eso, y nada más que el espacio de mi pieza y una computadora", detalla. "Creo que tengo más vídeos grabados con el iPhone de un amigo que con cámara, mayormente hacemos con lo que tengamos a mano."
Como si de un hiphopero vieja escuela se tratase, antes de ser Oney1, Jorge Torzullo no se había iniciado en la cultura con el rap de freestyle, sino con el grafiti. Ahora es rapero, compositor y beatmaker, y mientras su música se entrecruza con el G-Funk -subgénero muy popular pero de una exploración local acotada-, las líricas callejeras pretenden pintar con contundencia la cotidianeidad de su barrio.
"Siento que las canciones tienen su verdad, pero también son como un libro de fantasías", concede. "Siempre una canción me nace en base a una realidad que pasé, después uno se explaya buscando la rima, y entonces la letra termina siendo mitad testimonial y mitad invención. Todo se tiene que complementar, como en un rompecabezas."
No en vano su único LP hasta el momento se llamó Dcpc, siglas para "De la calle para la calle”, editado el año pasado en colaboración con Perfil Bajo. "Creo que el estilo particular de ese disco fue contar cosas que nos pasaban acá en el barrio, en la esquina, día a día, y que tal vez no se estaban mostrando mucho porque los artistas hoy buscan pegarse y llegar a no sé dónde -reflexiona-. Al disco lo hicimos sin un peso, decidimos salir a rapear lo que nos pasaba y la gente se sintió bastante representada."
Ahora piensa terminar el año con un nuevo LP en solitario, pero antes prepara su primera gira nacional, que empieza el viernes 2 de agosto en un Niceto Club ya agotado. Las siguientes paradas serán Córdoba, Rosario y Santa Fe. Más tarde cruzará la frontera para un show en Montevideo, y va a pisar también Bahía Blanca, Neuquén, Mar del Plata, Mendoza y La Plata.
- Seguís trabajando de una forma muy casera. ¿Qué ventajas y desventajas ves en eso?
- La desventaja es que tal vez en algunos momentos no tengo el dinero necesario como para hacer ciertas cosas. Es algo mínimo, porque en sí no necesitamos plata para nada. Y la verdad es que tiene todas las ventajas posibles. Lo mejor es que hacemos lo que queremos sin depender del tiempo ni de las ganas de otras personas. Por eso estamos tan a pleno, también.
- Hay mucha música urbana en circulación y mucha gente queriendo llegar, ¿qué creés que hay que tener para destacarse?
- Siento que cuando un artista se empieza a tomar en serio a sí mismo, la gente lo empieza a ver seriamente también. Hay que mantenerse puro y saber bien lo que uno quiere. Creo que con eso está. Me pasa con ciertos artistas amigos, acá en mi barrio, raperos que rapean locura, pero nadie se termina de tomar el sueño en serio, como que falta ese empujoncito. Yo también fui parte de ese nicho de hacer música por hacer, pero ahí llegó Lucas Barraza que como mánager me dio seriedad. Dejar de subir boludeces a las redes sociales, empezar a mostrarse como artista. Eso creo que nos diferencia bastante.
- ¿En qué momento notaste que lo tuyo era por ahí?
- Realmente lo sé desde que me empezó a gustar esto, a los 14 o 15 años. Dije: "Quiero vivir de la música". Tenía esa sensación de cosquilleo en la panza cada vez que lo pensaba. Han pasado momentos en los que mis amigos ya me decían: "Amigo, ¿de qué vas a trabajar?". Ya estaban todos trabajando, y yo corte: "Tranquilo, amigo; yo voy a ser músico, papá".
- ¿Cómo fue el tránsito hasta convertirte en músico?
- Cuando me quedé libre del colegio en sexto, mi vieja me dijo la típica: "Tenés que estudiar o laburar". Después de estar meses haciendo música, que eran "meses tirado" según mi familia, mi vieja me consiguió un trabajo. Fui una sola vez. Llegué ese mismo día a mi casa, y mientras me bañaba pensaba: "¿Cuándo voy a tener tiempo para poder intentar hacer lo que me gusta?". Respiré hondo y le dije a mi vieja que no iba a laburar más de eso, que quería hacer música y que me dejara intentarlo en ese momento, que tenía 19 años. Por suerte, me incitó a darle para adelante. Y acá estamos.