En Sureño: concierto en construcción, el cantante y actor Alejandro Viola tuvo la idea de asociar la música con la historia a través de un recorrido de tangos, valses, milongas y candombes de autores clásicos como Homero Manzi, Carlos Gardel, Enrique Cadicamo y Homero Expósito. El recital cumple una doble función: por un lado, busca reafirmar la importancia de la cultura en tiempos en los que predomina la influencia del mercado y lo material, y por otro, rescatar una identidad vinculada con el sur de la Ciudad de Buenos Aires y el sur del Conurbano bonaerense. “Voy hilvanando las canciones con estas historias y entrando en lo que siento que es nuestra identidad. Es mi forma de enfrentarme a esos discursos de odio hacia los que trabajamos en la cultura”, sostiene Viola. Por lo pronto, hay dos presentaciones programadas: este domingo y el 4 de agosto a las 20.30 en Hasta Trilce (Maza 177), con la participación del bandoneonista Ignacio Claramonte.

Con la compañía del guitarrista Nahuel Larisgoitía, Viola se pone el traje de cantor y versiona clásicos como “Sur”, “En un corralón de Barracas”, “Fuimos”, “Negra María”, “Yuyo Verde”, “Niebla del Riachuelo” o “Melodía de arrabal”, todo en un contexto musical atravesado por la intimidad, la austeridad y la cercanía. “Yo nací en la zona sur del Conurbano bonaerense, en Lanús, y me crié en el barrio de Monte Chingolo. Estudié ahí primario y secundario, y me recibí de comunicador social en la Universidad Nacional de Lomas de Zamora (UNLZ). Después me casé con una lomense y nos vinimos a vivir al sur de la Capital Federal, cerca de Constitución. De ahí viene mi arraigo tan sureño que tengo”, explica Viola.

“Pero más allá de eso empecé a investigar todo lo que había ocurrido acá en el sur: la llegada de los conquistadores, la fundación de Buenos Aires, las invasiones inglesas y luego la llegada de los esclavos negros a fines de 1770, quienes formaron nuestra identidad musical”, despliega el también actor. “El tango es herencia de los afroamericanos, que nos dejaron términos como tango, milonga, candombe, quilombo o cachengue. Entonces, esa identidad que es tan nuestra la heredamos de los negros. En un momento los afroamericanos eran el cuarenta por ciento de los habitantes de la Argentina. Entonces, empecé a asociar todo esto con el desarraigo al que nos empujan en este momento. Para este gobierno no existe la palabra cultura”.

El repertorio también incluye canciones de Eladia Blazquez -que nació en Gerli- como "El corazón al sur" o "Sin piel". Y la intención es ir trazando un recorrido histórico con eje en el imaginario cultural de los sures. “Después me voy mucho más atrás y me pongo a pensar en lo que significaron nuestros indios y cómo se defendieron de los conquistadores-invasores, como Pedro de Mendoza. Empecé a asociar toda eso que ocurrió en el sur, como en las calles de San Telmo. Tuve ganas de contar esas historias con tangos que nombran estas calles, estos empedrados. Y me interesaban compositores como Homero Manzi, que si bien nació en Santiago del Estero desde los diez años vivió en Pompeya”.

“Es como una pequeña clase de historia con canciones, muy intimista”, define el cantante y director teatral. “Esa intimidad genera cierta complicidad y emoción con el público. Es nuestra historia y nuestra herencia: la de los indios Querandíes y la de los esclavos negros de Barracas. La otra parte de nuestra identidad tiene que ver con la creación de la Unión Cívica Radical (UCR) y la llegada del justicialismo y el peronismo”. También hay citas a escritores y poetas como Jorge Luis Borges, Alfonsina Storni, Julio Cortázar y Raúl González Tuñón. “Además, hago un pequeño homenaje a Susana Rinaldi, a quien admiro mucho, porque casi todo este repertorio lo cantó ella. Cuando la escucho cantar vuelvo a ese arraigo y a esa identidad”, dice.

-¿Es inconveniente en este momento hablar de estos temas, no?

-Sí, siento que estoy hablando de algo que parece inconveniente. Pero nadie me da nada. Lo hago en lugares muy íntimos, pequeños, todo es un gran esfuerzo. Y hacer Sureño es como cuando colaboro con Teatro x la Identidad o con Abuelas de Plaza de Mayo. Es mi granito de arena en este contexto: la idea es no perder nuestra identidad, nuestro arraigo, nuestra historia. No me importa quién pase por el gobierno, me la banco. Nunca sentí un discurso de odio tan fuerte hacia el otro como en este momento; hay una ignorancia absoluta, gente que repite "con la mía, con la mía" y no sabe ni lo que está diciendo. Se destapó una olla con un discurso de odio y de mucha ignorancia. Entonces, uno tiene que tratar de mantenerse en sus cabales y seguir adelante con lo que aprendió y estudió durante años. El escenario es el lugar del refugio y en donde uno puede decir cosas. La cultura tiene un peso muy fuerte y lo que voy a hacer en el escenario tiene una responsabilidad. Necesito hablar de estas cosas en este momento.

-¿Qué encontrás en los clásicos? En Gardel-Lepera o Manzi, por ejemplo...

-Me interesan porque ellos tenían muy claro esa situación del arraigo y la identidad. Hablaban del lugar en donde vivían por más que contaran una historia de amor. La calle, la noche, el barrio, los empedrados, la Vuelta de Rocha. Esa es nuestra cultura. Cada vez que se canta una canción de Aníbal Troilo, por ejemplo, uno se siente en este país. Y eso es muy fuerte. Vos cantás "Niebla del Riachuelo" y es una pintura: ¡Estás parado en La Boca y viendo los barcos! Cuando hago con Los Amados "Volver”, de Gardel-Lepera, la gente lo canta como un himno y es muy emocionante. Entonces, esa necesidad de expresar la identidad sigue presente.