El mundo de las finanzas sigue con muchas dudas sobre la propuesta de política económica del gobierno. De nuevo impresiona la volatilidad con los activos de la bolsa porteña y con los dólares financieros. Se critica principalmente el horizonte de la nueva estrategia de emisión cero y cómo permitirá salir de los controles cambiarios sin acumular reservas. El gobierno parece tener una carta que no hace explícita: profundizar la recesión económica.
Las últimas semanas hubo varios anuncios oficiales para intentar transmitir certezas sobre el rumbo de la macro. Sin embargo, en el mercado por ahora reina el desconcierto sobre el camino elegido. Uno de los puntos sorprendentes fue que incluso los consultores cercanos al gobierno tuvieron una gran dificultad los últimos días para intentar explicar las medidas monetarias.
El resumen de lo que viene ocurriendo con los últimos anuncios oficiales puede hacerse en pocos pasos. El gobierno planteó en primer lugar que se había terminado la primera etapa de su plan de estabilización basado en la emisión cero y que se ponía en marcha una segunda etapa concentrada en emisión cero. Una lógica secuencial que no se había mencionado anteriormente y que provocó dudas sobre el grado de improvisación de la estrategia.
Luego del anuncio de las etapas del plan, el gobierno presentó tres instrumentos con los que pretende llevarlo a la práctica. El primero fue la Letra de Liquidez para pasar pasivos remunerados del Banco Central a letras del Tesoro. Se trata de una idea que resulta complicada de entender si se tiene en cuenta que son deudas que no desaparecen y que salvo por el cambio de nombre habrá que cubrirlas (y posiblemente se requiera emisión).
La segunda herramienta fue la recompra de los puts (derivados financieros) que estaban en manos de los bancos y les permitían vender al Banco Central sus títulos públicos en moneda local para recuperar liquidez. Este paso es un poco más claro porque implica emitir pesos hoy para recomprar estos seguros y evitar emitir en el futuro (en el caso que ocurra un desplome del precio de los bonos en moneda local en manos de las entidades financieras).
El tercer instrumento fue el más rebuscado de los anuncios porque requiere que cada nuevo dólar que el Banco Central compra en el mercado de cambios oficial se use para vender dólares financieros y absorber pesos. Se trata de un punto que generó fuertes críticas en los últimos días debido a que implica que el gobierno dejará de acumular reservas internacionales.
El equipo económico se encuentra empecinado en avanzar con esta estrategia monetaria, más allá de la mala recepción del mercado y de los planteos en contra de economistas y consultores de distintas corrientes.
El argumento que esgrime es que el combo de deficit fiscal cero y emisión monetaria cero son los pilares fundamentales para poder llegar finalmente a cumplir con la etapa tres del plan. El objetivo de esta etapa sería unificar los tipos de cambios (o sea, abrir los controles cambiarios) y lanzar un esquema de competencia de monedas entre el peso y el dólar.
El relato de todos estos pasos secuenciales busca mostrar que la economía puede ordenarse fácilmente cumpliendo ciertos objetivos en el plano fiscal y en el mercado monetario. Pero manejar la economía argentina está lejos de ser una receta o parecerse a un manual de cocina.
El gobierno habla puramente de gastos del sector público o de pesos en circulación pero detrás de todo eso está la economía real, la producción de las industrias, el empleo y la distribución. De forma explícita el equipo económico plantea que su ancla para bajar la nominalidad (y conseguir reducir la inflación) es el crawling peg del 2 por ciento del dólar oficial, junto a un programa de equilibrios fiscales y moentarios. Sin embargo, nadie lo cree (y posiblemente tampoco lo crean algunos funcionarios).
En la práctica el verdadero ancla es la recesión. El gobierno no lo menciona en forma explícita pero lo maneja como su principal apuesta. La crisis de la economía real continuará siendo cada vez más pronunciada con la estrategia de emisión cero y podría permitir al gobierno perder menos dólares por importaciones, contener algunas subas de precios e incluso conseguir que se moderen presiones en el plano cambiario. Al final del camino, toda la apuesta de la política económica recae en un único lugar: el sacrificio y el sufrimiento de un segmento cada vez más grande de la sociedad.