Las palabras son semillas que ni Monsanto puede hibridar o patentar”, decía Liliana Bodoc en una de las tres conferencias incluida en La literatura en los tiempos del oprobio (Letra Sudaca y Jitanjáfora), un hermoso librito que reúne también una entrevista que le hizo Julián Fiscina y que se presentará este domingo en el marco de la primera edición de “Decir es hacer”, un evento para celebrar la obra y la figura de la autora de Los días del venado en el día que cumpliría 66 años. En la Biblioteca del Parque de la Estación (Perón 3326), de 16 a 20 horas, habrá una charla sobre el poder de la palabra con Galileo Bodoc, el hijo de la escritora, junto a Débora Mundani, Andi Nachón y Martín Felipe Castagnet; un taller de escritura sobre la obra de Bodoc coordinado por Dana Madera; un oráculo poético y un mapa para revisitar las locaciones de la trilogía La saga de los confines. Este año se cumplen veinte años de la publicación de Los días del fuego, el cierre de esta saga elogiada por Ursula K. Le Guin, quien destacó el “punto de vista realmente sudamericano” que aportó la escritora argentina al género fantástico.

Bodoc –que nació el 21 de julio de 1958 en Santa Fe como Liliana Chiavetta y murió en Mendoza, el 6 de febrero de 2018– creció en un barrio cercano a una fábrica de cemento. A los cinco años, por el trabajo de su padre, su familia se mudó a Mendoza y pasó su infancia en un vecindario fabril enclavado en un paisaje agreste, rocoso y polvoriento. Ella creía que en ese espacio surgió su relación cercana con lo mágico. “Cuando digo magia ya existe; es un concepto tan viejo como el hombre. Y lo mágico tiene la función del horizonte, que se corre para ir más lejos. El relámpago fue algo mágico, hasta que el hombre lo entendió”. La escritora, que perdió a su madre cuando era muy chica, solía recordar que como cualquier niña sola tenía tendencia a ver otras cosas en los pequeños detalles extraños de la realidad. Su conexión con lo mágico también pudo haber sido la respuesta a un papá “maravilloso, marxista y ateo a rajatabla”. En su intensa y “corta” vida publicó Memorias impuras, Presagio de carnaval, El espejo africano y Tiempo de dragones, entre otros libros.

El actor Galileo Bodoc, hijo de la escritora, explica que la decisión de realizar este homenaje a su madre tiene que ver con la confluencia de dos motivos: el aniversario de su nacimiento el 21 de julio, Día del Libro Infantil y Juvenil en Mendoza, y la publicación de La literatura en los tiempos del oprobio, que fue editado por Letra Sudaca en colaboración con la organización Jitanjáfora. “Liliana dejó una nueva voz con algunos rasgos que la caracterizaron durante todo su trayecto como escritora y como oradora pública también, porque comparte una gran coherencia con una idea del mundo evidenciada en cada uno de sus libros, siempre entramada con la ficción”, explica Galileo. “Otra de las características es la utilización de la estética con una búsqueda ética muy concreta y consecuente a lo largo de su vida, muy comprometida con los otros, con las otras; una forma de pensar el arte como una lucha por la libertad, un arte de raíces populares y destinados también a todos y a todas, lejos de la elite”, aclara el actor y agrega que el mayor ejemplo está en la repercusión que tuvo La saga de los confines. “Un género históricamente patriarcal, eurocéntrico y de aspectos medievales, siempre atravesado por las luchas de linajes monárquicos, se convierte en la voz latinoamericana de una mujer con una visión de un mundo épico y fantástico que habla desde nuestro lado del mundo”, precisa el hijo de la escritora y anuncia que para celebrar los veinte años de la publicación del tercer volumen de La saga de los confines se hará un relanzamiento de la obra de su madre, algo que se merece “esta tremenda escritora que nos dejó tanto por leer y por multiplicar”.

Andi Nachón afirma que Bodoc es “una insoslayable de la literatura argentina” y que para ella es “una de las voces más potentes” en el campo de la narrativa en los últimos treinta años. “Los días del venado marca un hito”, subraya sobre el primer volumen de La saga de los confines. “Liliana se apropia del fantasy y lo vuelve una utopía latinoamericana de resistencia frente a los discursos coloniales y frente a la subyugación. Toda La saga de los confines, Memorias impuras y Tiempos de dragones instalan un espacio de resistencia a través de esas historias que nos contamos y que nos permiten ver desde otras perspectivas quiénes somos, cómo queremos vincularnos, de qué manera queremos decir nuestras palabras”. La poeta y docente se define como “lectora voraz de fantasy” desde muy chica. “Leer a Bodoc fue como una fiesta; en sus sagas logra repensarnos en el mapa de una América grande y profunda con otras formas de vincularnos con quiénes somos en nuestro uso de la palabra. La literatura de Bodoc es capaz de conciliarnos con lo real y al mismo tiempo activarnos para accionar y cambiar las instancias de lo real. La narrativa de Bodoc nos recuerda que podemos decirnos y mirarnos de otra manera”. La autora de En la música vamos, su poesía reunida 1990-2019, pondera la “solidez” impresionante de la escritora mendocina tanto en el fantasy como en la literatura infantil o en una “novela maravillosa” como Presagio del carnaval. “Hay una intensidad Bodoc que genera comunidad; el amor hacia su literatura sigue vivo”, destaca Nachón y menciona las conferencias de La literatura en tiempos del oprobio, un libro donde “refulge su lucidez y su capacidad de ver lo contemporáneo y de pensar el lugar y el compromiso de la escritura con su tiempo. Siempre fue increíble el compromiso con su época y su conciencia de que la escritura y la literatura inciden en el mundo que nos rodea”.

“La singularidad de la obra de Bodoc es su voz inconfundible. Una voz que se materializa en la dimensión poética del lenguaje que atraviesa todo su universo literario”, plantea la escritora Débora Mundani. “En su obra podemos reconocer varias puertas de entrada dispuestas de manera sutil: la de la historia que se cuenta, la de la reflexión sobre la lengua y la de las formas en que una historia puede ser contada”, enumera Mundani y pone como ejemplo Presagio de carnaval, “una tragedia contemporánea con todas las características de la tragedia griega, pero que de entrada aclara que el protagonista de esta historia no es un rey ni un hombre poderoso, el héroe trágico es un hombre común y corriente, llamado Sabino, un vendedor de yuyos boliviano obligado a abandonar su tierra empujado por la pobreza”. La escritora observa que en los textos de Bodoc hay momento de quietud para pensar sobre el valor y el poder de las palabras. “Su gran legado es el compromiso por tomar la palabra y convocar a los demás a hacer lo mismo. Saber que solo apropiándonos del lenguaje, respetando nuestras lenguas maternas, eligiendo las palabras y no quedando a merced de las que otros eligen por uno, podremos soñar y hacer el mundo que queremos. Como ella misma dijo: ‘déjenme soñar en estos días que, si arrojamos palabras en el páramo, el próximo verano habrá verdor’”.