Annie Lennox cantará hits del tamaño de “Sweet Dreams (Are Made of This)” y su preferida personal, “Here Comes The Rain Again”, en un evento de una sola noche en el teatro londinense Sadler Wells en marzo de 2018. Bajo el título Annie Lennox – An Evening of Music & Conversation (Una noche de música y conversación), la ex cantante de Eurythmics también compartirá “pensamientos, memorias y reflexiones” sobre su vida y su carrera, con el acompañamiento de una serie de imágenes que la muestran en varias fases musicales e incluso fotografías de su infancia. El evento será a beneficio de la organización de caridad que fundó, The Circle.

“En este punto de mi carrera es muy interesante reflexionar”, dice Lennox, que cumplirá 63 años el 25 de diciembre. “Cuando era más joven siempre estaba mirando hacia adelante, y nunca supe hacia dónde me dirigía”. Mucha agua ha corrido bajo el puente desde que la artista dejó Aberdeen y se trasladó a Londres, a los 17 años. “Viví bajo muchos cambios, no solo en mi carrera y en mi vida sino también en cosas externas, cambios globales. Cuando empecé no existían cosas como el teléfono móvil y la computadora... Tenía el sentimiento de que habían muchos cambios por venir, pero no sabía qué sería. He aprendido lo suficiente como para saber que en la vida nada está garantizado, excepto la muerte. Es un buen punto de partida para pensar y maximizar el momento”.

Será la primera vez en más de una década que la cantante se presente en un show solista en el Reino Unido. Es parte de su misión en su más reciente rol de “feminista global”; más que para promover un disco, lo hace para recaudar dinero para The Circle, que través del compromiso activo y el diálogo espera conseguir una transformación para mujeres y jóvenes que enfrentan injusticias y desigualdades de todo tipo en el mundo. Lennox, que ha vendido más de ochenta millones de discos a nivel mundial y ganó más premios Brit que cualquier otra artista femenina en la historia, fue una prolífica compositora, tanto junto a Dave Stewart como parte de Eurythmics como en su carrera solista, incluyendo su disco debut Diva (1992), Bare (2003) y Songs of Mass Destruction (2007). Pero desde que se convirtió en una apasionada defensora de mujeres y niños, descubrió que simplemente había dejado de escribir canciones.

“Es algo extraño... escribir canciones fue el foco principal de mi vida, pero siento que ya no quiero componer más”, dice Lennox. La última que escribió fue “Universal child”, en 2010 y a beneficio, un tema incluido en su disco A Christmas Cornucopia. “¿Hay alguna canción que relamente haya inspirado a la gente a pasar a la acción?”, pregunta la cantante. “La gente escribe y canta sobre la injusticia. La música echa luz sobre emociones e injusticias pero al mismo tiempo, cuando se trata de provocar un cambio real, tenemos que realizar pasos que van más allá de solo cantar”. Sus reflexiones sobre la vida y la carrera artística para el evento benéfico remarcan cuán diferente es ahora con respecto a la naif artista de 22 años que empezó en The Tourists junto a Stewart en 1977. Luego, la pareja se proyectó al estrellato internacional con el dúo pop Eurythmics. “En el mismo comienzo, cuando Dave y yo estábamos intentando hacer música juntos en Eurythmics, en el centro de todo estaba esta urgencia de crear algo que tuviera valor, que tuviera significado para gente que pudiera conectarse, que pudiéramos afectarla de algún modo”, dice. “Ahora, si me encuentro a alguna persona en la calle me dice ‘Wow, yo crecí con tu música’. Yo no los conozco, pero ellos me conocen a través de la música. Me resulta algo muy interesante. Ha funcionado, claramente”.

Pero todo cambió en 2003, cuando Lennox conoció a Nelson Mandela en Sudáfrica para tomar parte en el concierto que significó el lanzamiento de 46664, su fundación de lucha contra el HIV/sida. “Resolví hacer lo que pudiera para poder conseguir una diferencia”, argumenta. Lennox procede de un entorno de clase trabajadora en Aberdeen, y recuerda que sus padres tenían una especie de “profecía cargada de fatalismo” según la cual si no se aferraba a la escuela terminaría trabajando en una fábrica. Pero ella era una niña más artística que académica, que a menudo recibía reprimendas en el colegio por quedarse mirando a través de la ventana. “Tenía una sensación de tener cierto propósito, pero me sentía en contra de la voluntad de lo que me decían otras personas. Era una caprichosa soñadora enfrentada al clima duro y gris de Aberdeen. Podía quedarme mirando el horizonte, pensando que había algo más allá, aunque no sabía con precisión qué era ese algo”.

Un profesor de piano se dio cuenta de que ella tenía “un don musical” cuando tenía siete años; más tarde, en los años ‘70, ganó un lugar en la Royal Academy of Music de Londres. “Pensé que sería mi pasaporte al sueño de algo más”, dice ahora. Estudió flauta, piano y clave, pero en la Academia se sentía “terriblemente infeliz”: “Ser un músico clásico no supone una vida fácil, es excesivamente competitivo. No era para mí”. Sentía desesperación por encontrar una nueva dirección, y a los 19 años abandonó la Academia Real en lo que llama “un momento de iluminación”. “¡Ah, ya sé lo que quiero hacer! ¡Quiero ser cantante!”, recuerda. “Pero no tenía ni una pista de cómo hacerlo. En esos días, una artista femenina era una extraña criatura. Solían preguntarme ‘¿Cómo se siente ser una mujer en la música?’. No tenía ni idea de qué me estaban hablando, respondía que no lo sabía, que yo era yo. Pero para ser honesta, fue un boom. No se necesitaba mucho para que alguien se interesara en mí, porque no había mucha competencia. Era algo bastante inusual”.

Su decisión de intentar ser cantante fue una combinación de los “poemas bastante trágicos” que había escrito solo para sí, y “este descubrimiento” de conectarse con la música “a través de artistas como Joni Mitchell” y todo lo que había escuchado mientras crecía. “Estaba toda esta música americana, y la música de los sesenta que era provocadora del pensamiento, que trataba de la contracultura y la subcultura, mezclada con The Beatles, The Kinks, The Rolling Stones, a los que había visto en Top of the Pops”. Y agrega: “Entonces todo me quedó claro como el cristal. Yo quería cantar”.

La sociedad entre Lennox y Stewart, tanto profesional como romántica, los catapultó al estrellato en los años ochenta, con éxitos que se volvieron clásicos y que incluyeron su único número uno en Inglaterra, “There Must Be An Angel (Playing With My Heart”), en 1985. “Eurythmics era como estar en El señor de los anillos, estos dos compatriotas que se unen y salen al mundo de lo absolutamente desconocido, y hay monstruos, gigantes, algunas cosas maravillosas... y de repente, sin aviso, entrás a un lugar oscuro, con muchas traiciones y decepciones”.

Lennox recuerda vívidamente el momento en que llegaron al número 1 en Estados Unidos con su hit “Sweet Dreams (Are Made Of This)”, en 1983. “Una mañana estaba en la cama en un hotel de San Francisco, en una gira de Eurhytmics. Estaba enclaustrada en ese dormitorio, con la luz pasando a través de unas cortinas de papel japonés de arroz. Estaba muy nerviosa, y todo lo que podía pensar era ‘¿cuándo habrá un terremoto?’. Entonces llegó una llamada telefónica en la que me contaron que estábamos al tope de los charts de Billboard. Todo se sintió vulnerable y extraño”, dice Lennox, que quedó impactada por la realidad de la situación. “Fue como descubrir que más allá de las paredes de esa habitación había todo un mundo. Un mundo que hasta entonces no me conocía, pero del que ahora no podría esconderme. Habíamos estado buscando eso y ahora las puertas estaban abiertas de par en par para nosotros. Había pasado del anonimato a la exposición total. Recuerdo que fui a caminar y advertí que todos se daban cuenta de que yo estaba caminando por la calle. Fue entonces cuando aprendí a caminar con la cabeza gacha, a no hacer contacto visual con nadie. Soy una persona muy tranquila, y me sentí muy vulnerable”. Desde ese momento, Lennox ya no miró atrás, del mismo modo que nunca se retiró a la oscuridad. “Aún hoy intento tener ambas cosas”, dice. “Quise ser conocida como una performer creativa, pero que también se me permitiera ser una persona normal. Eso ha sido todo un desafío”, continúa. “Pero sigo yendo a comprar al supermercado y caminar por la calle normalmente. Tengo un montón de emotivos encuentros con desconocidos que de pronto se dan vuelta a mirarme. Ahora soy una señora mayor, con lo que me veo como yo misma, no soy la mujer con el pelo rojo en punta. Se preguntan ‘¿será ella?’. Y a veces, cuando descubren que sí soy ella, se emocionan”.

Eurythmics ha sido nominado para su inducción en el Rock and Roll Hall of Fame, para lo cual los fans pueden votar hasta el 5 de diciembre. Los ganadores serán honrados en una ceremonia que tendrá lugar en Cleveland (Ohio) el 15 de abril de 2018. “Si somos incluidos será como un sello de aprobación. Convertirse en un artista global tiene un enorme significado. No puedo creer que recién ahora se haya nominado por primera vez a Nina Simone; para mí es un anacronismo, estoy sorprendida. Pero si vamos a ser parte de esa historia, representa un montón de sangre, sudor y lágrimas”. En esa lista menciona el temor al escenario, la ansiedad y el cansancio extremo como parte del trabajo: “Es como ser una atleta”. Recuerda haber tenido que confrontar los miedos durante su carrera, incluyendo el perder la voz antes de un gran concierto, la peor pesadilla de cualquier artista. “Estábamos con Eurythmics en Australia, a fines de los ‘80; tuvimos un día de descanso, me enfermé y estaba en cama diciendo ‘Oh mi Dios, tengo gripe’”. Le dieron inyecciones de esteroides y de vitamina B12, porque “los doctores harían lo que fuera necesario para enmascarar los síntomas”. La compañía aseguradora fue advertida. “Me preguntaban una y otra vez si pensaba que podría hacerlo, y yo decía ‘no puedo ni hablar’. El día del show dije ‘OK, voy a intentarlo’”. Pero hacia la mitad de “Here Comes the Rain Again” la voz de Annie dejó de funcionar. “Cuando traté de cantar no salió nada. Me fui del escenario y me quebré. Me puse a llorar, no podía actuar y tuvieron que cancelar la segunda parte del show”, recuerda. “Tomé el riesgo, pero fue muy estresante. Apareció en las noticias, y por supuesto la gente quedó muy enojada y resentida”.

Por el momento no tiene planes de hacer más música. “No sé si he terminado con la música, pero he evolucionado hacia una persona que necesita hablar de ciertas cosas, más que cantar sobre ellas”. Tras conocer a Mandela, en 2004 se convirtió en una apasionada defensora de las mujeres y niños, especialmente aquellos afectados por el virus hiv en Africa. “A través de varias campañas, como Comic Relief y Oxfam, pude ver una extrema pobreza en países en desarollo, y mi vida cambió para siempre”, dice. Mandela fue una de sus grandes inspiraciones. “Tuvo una gran influencia en mí. De él aprendí que todos somos seres humanos. Cuando conocés a alguien que ha afrontado pruebas extraordinarias, más allá de la resistencia humana normal –porque él ha luchado por los derechos humanos, la libertad, la justicia– es algo que te conmueve, te toca. Me hizo sentir humilde. Pensé en qué podía hacer dentro de mis propias capacidades para hacer una contribución al cambio. Significó una contribución que me durará de por vida”.

Lennox fundó la organización The Circle en 2008 –”al principio era solo un encuentro informal de unas pocas personas en una cena”– para discutir las inequidades sociales e injusticias que afrontan las mujeres. La organización incluye a Livia Firth (esposa del actor Colin Firth), Miriam González Durántez (esposa del político Nick Clegg), la estrella de Game of Thrones y Star Wars Gwendoline Christie, las actrices Maryam D’Abo y Melanie Hall, y varias mujeres que ya han trabajado en organizaciones similares. The Circle se convirtió en una fundación registrada dos años atrás y ya ha recaudado más de 2 millones de libras, con representaciones en varias localidades. “Caminamos y hablamos”, dice Lennox, cuyo trabajo se concentra en las muchas áreas en las que las mujeres no pueden hacer valer sus derechos, sea en falta de educación, acceso a la salud, ganar un salario justo o liberarse de situaciones violentas. “Es muy duro tener que representar estos temas. Es como gritar ‘¡fuego!’ y que nadie se mueva”, dice. “Hay mucha negación. Ahora se habla mucho de Harvey Weinstein, pero eso es solo la punta del iceberg. Esta sociedad patriarcal que abusa de las mujeres funciona así desde siempre. Estamos tratando de encontrar la manera de sumar a más gente que se enrole en un feminismo global: ese es el verdadero desafío”.

Q De The Independent de Gran Bretaña. Especial para PáginaI12.