El presidente estadounidense, Joe Biden, enfrenta crecientes pedidos de más de 30 representantes demócratas para que abandone su candidatura, debido a sus continuos lapsus que ponen en duda su capacidad para gobernar por otros cuatro años en caso de ganar las elecciones presidenciales de noviembre frente a su rival del Partido Republicano, Donald Trump. La dificultad del Partido Demócrata para presentar públicamente alternativas claras y viables para reemplazarlo, más allá de los llamados a pasar la antorcha, subraya la debilidad política que atraviesa en su interior.

"Hay mucho en juego"

A pesar de la presión interna, Biden anunció que retomará su campaña electoral en los próximos días tras recuperarse de un leve cuadro de covid-19. "Estoy deseando volver a la campaña electoral la semana que viene", afirmó el viernes en un comunicado, ante los rumores de que estaba evaluando darse de baja para la elección. "Hay mucho en juego y la elección es clara. Juntos ganaremos", escribió.

En ese comunicado, el mandatario no hace ninguna mención a la revuelta dentro de su partido y solo plantea los comicios como una disyuntiva entre su visión para Estados Unidos y la de Trump. "La oscura visión de Donald Trump para el futuro no es quiénes somos como estadounidenses. Juntos, como partido y como país, podemos y lo derrotaremos en las urnas", aseguró.

Juan Negri, Doctor en ciencia política por la Universidad de Pittsburgh y director de las carreras de Ciencia Política y Estudios Internacionales de la Universidad Torcuato Di Tella, explicó a Página|12 que Biden tomó en las últimas semanas la postura de seguir adelante, en parte por orgullo personal, para no dar señales de debilidad. "Me parece que hay una cosa más bien personal y psicológica de estar convencido de que él puede lograrlo", consideró el académico que actualmente está en Estados Unidos dictando un curso de Política Internacional Contemporánea en la Universidad de Texas.

Problema interno

Al compás de la declaración del presidente, 13 miembros del Partido Demócrata se unieron a los llamados para que retire su candidatura, elevando así a 38 el número de congresistas que lo solicitaron (34 pertenecen a la Cámara Baja y cuatro al Senado). La cifra representa más del 14% de la bancada demócrata en ambas cámaras. Sin embargo, ninguno de ellos sugirió de forma explícita algún candidato para reemplazarlo.

"Más que fracturado, se ve un partido que está abandonando al presidente y eso sí transmite debilidad", expresó Negri, quien subrayó que el debate presidencial del 27 de junio evidenció dentro del partido que la salud y el desempeño de Biden eran peores de lo que creían. "Efectivamente hizo más evidente una situación que ya estaba. Todos en el Partido Demócrata sabían, pero es difícil ir en contra de un presidente que está en ejercicio porque da una señal de división que creo que no querían dar", afirmó.

En la misma línea, Gonzalo Fiore Viani, becario posdoctoral del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET) en Relaciones Internacionales, indicó que en el Partido Demócrata hay una crisis muy grande. "En las encuestas, Biden no medía mal previo a los traspíes del debate, pero ya se sabía que había un deterioro. Lo que pasa es que se dejaron estar, se demoraron demasiado en cambiarlo porque no sabían qué hacer, no tienen otro candidato", planteó.

En ese sentido, el analista sostuvo que actualmente el país atraviesa en general una crisis de liderazgo importante, debido a la avanzada edad de sus dirigentes principales: Biden (81 años) y Trump (78 años). "Hoy Estados Unidos está en un nivel parecido a lo que era la Unión Soviética en la década del 80: la gerontocracia soviética, donde había un promedio etario de 75 años de la dirigencia", apuntó Fiore Viani.

Los último pedidos de pase de antorcha se produjeron luego de que el mandatario tuviera un nuevo furcio al llamar "tipo negro" a su secretario de Defensa, Lloyd Austin, al no acordarse de su nombre durante una entrevista. Ese lapsus se suma al que tuvo el 11 de julio en la cumbre de la OTAN, al confundir al presidente de Ucrania, Volodímir Zelenski, con su homólogo ruso, Vladímir Putin, y a su candidata a vicepresidenta, Kamala Harris, con Trump.

Nombres sobre la mesa

Respecto a los nombres que se rumorean como posibles candidatos en caso de que el mandatario se retire, el que más resuena en este momento es el de Harris. De acuerdo a la agencia de noticias EFE, las encuestas le son más favorables a ella que a Biden, aunque también está por detrás de Trump. Al ser la actual vicepresidenta, también es la única que puede aglutinar rápidamente un amplio apoyo dentro del partido para evitar una imagen de desunión en la convención demócrata.

Otro nombre que sonó como presidenciable es el de la esposa del expresidente Barack Obama, Michelle Obama. Un sondeo de la encuestadora Ipsos de este mes muestra que ella es la única demócrata que supera significativamente a Trump en un hipotético enfrentamiento electoral, con un 50% de apoyo frente al 39% del republicano. A pesar de este respaldo, la exprimera dama indicó que no tiene intención de postularse.

Si no es ninguna de ellas, el Partido Demócrata podría adelantar las aspiraciones presidenciales de gobernadores como Gretchen Whitmer de Míchigan, Josh Shapiro de Pensilvania y Gavin Newsom de California. "Son una serie de gobernadores jóvenes que son competitivos, pero creo que están esperando su momento para 2028, porque ahora piensan que van a perder", señaló Negri.

Fiore Viani agregó que aunque alguno de ellos sea el reemplazo de Biden, será difícil para los demócratas construir un candidato en tan poco tiempo, especialmente teniendo en cuenta que su rival, Trump, es una figura conocida en el país desde hace varias décadas.

"Por las propias particularidades políticas, geográficas, sociales, culturales de los Estados Unidos, la mayoría de estos dirigentes, si bien tienen muy buena aceptación y muy buenos números dentro de sus estados, no los conocen demasiado fuera de los mismos. Eso hace que la construcción de estas figuras a nivel nacional de cara a una elección general sea muy difícil de lograr", explicó el becario del CONICET. "No digo que la elección esté perdida para los demócratas, porque todavía faltan tres meses, pero sí diría que está muy cuesta arriba", remarcó.

El proceso de reemplazo

El Comité Nacional Demócrata (DNC en inglés), encargado de organizar la convención, tiene normas para sustituir a Biden. Primero, el mandatario tiene que comunicar formalmente su decisión de retirarse al DNC, que luego celebraría una reunión de emergencia para establecer el proceso de reemplazo. A partir de ahí, el proceso se complica dependiendo de la actitud de Biden.

Si el presidente se retira después de ser nominado en la convención, fijada para entre el 19 y 22 de agosto en Chicago, el DNC puede celebrar una convención especial o designar directamente un nuevo candidato tras consultar con líderes demócratas. Sin embargo, esto es complicado por las fechas límite que tiene cada estado para incluir nombres en las boletas, siendo la más temprana el 25 de agosto en Arkansas.

Si Biden tira la toalla antes de la convención, su sustituto se decidirá allí. En ese caso el mandatario tendría una gran capacidad de determinar su sucesor puesto que controla la mayoría de los delegados. Por el contrario, si decide mantener su candidatura en contra de los deseos del DNC, este último podría intentar cambiar las normas para permitir a los delegados votar por otro candidato.

Aunque en el pasado, dos presidentes estadounidenses (Harry Truman en 1952 y Lyndon B. Johnson en 1968, ambos demócratas) decidieron no presentarse a la reelección en marzo del año en que se celebraba la votación, si Biden diera un paso al costado sería la primera vez que alguien lo hace tan tarde en el proceso electoral. También sería la primera vez que un candidato se retira después de alcanzar la mayoría de los delegados en el proceso de primarias y a menos de un mes de que se celebre la Convención Demócrata.

Informe: Axel Schwarzfeld