Se profundiza la crisis en el sector industrial y textil con cada día que pasa, y no aparecen tentativas de soluciones en el frente porque el Estado se ha corrido de sus funciones. Pérdidas de puestos de trabajo, caída del salario y contracción del mercado interno, suspensiones en grandes firmas y a lo largo de todo el espectro nacional caracterizan la presente coyuntura. 

El repentino paso y salida del Consejo de Asesores presidenciales del empresario textil Teddy Karagozian, dueño de Hilanderia TN Platex, una de las mas importante del país, puso una vez más sobre la mesa la crítica situación que atraviesa un sector emblema para la economía nacional. La producción de hilados de algodón cayó 14 por ciento en los primeros cinco meses del año, según información de Indec, la de tejidos se desplomó 26 por ciento, la elaboración de prendas de vestir mermó 17 por ciento y la de calzados 18 por ciento si se compara contra diciembre de 2023. A su vez no se avisora un escenario de cambio.

Pérdidas de empleo

Página 12 consultó a la Fundación Protejer, la entidad que agrupa a las principales cámaras empresarias del sector textil, e investigadores en el área para analizar el contexto actual. Respecto al empleo, la entidad calcula que en el año se perdieron alrededor de 5.000 puestos de trabajo y las suspensiones rondan las 10.000, si bien se trata de un entramado fundamentalmente pyme que es reticente a los despidos por las dificultades que tienen para capacitar. 

En 2022 el sector empleó unas 519.000 personas en toda su cadena, desde la producción de hilados y tejidos –el eslabón más concentrado del sector donde operan no más que 12 grandes hilanderías- hasta la confección de prendas de vestir, que es la actividad más informal, fuertemente demandante de mano de obra en especial femenina y de bajos ingresos.

“¿Cuál es la estrategia hoy? Sinceramente no sé, el que tiene la llave para destrabar esta situación es siempre el Estado. Eso de que el mercado regula no lo ví en ningún país del mundo, ni siquiera lo mas liberales. En Estados Unidos pusieron un arancel del 100 por ciento para proteger la producción de autos eléctricos, o la de limones de la competencia extranjera”, sostiene Luciano Galfione, presidente de la Fundación Pro-Tejer consultado para esta nota. 

"La tormenta perfecta"

“Con recesión, apertura y cero mecanismos compensatorios el sector está viviendo una tormenta perfecta, el textil y la industria manufacturera en general”, sostiene a su vez Daniel Schteingart, director del área de Planificación Productiva de Fundar.

Galfione, a su vez, caracteriza la crisis actual por su velocidad abrupta, transversalidad en todos los eslabones de la cadena de valor y por un escenario en el que nada indica una reversión en el corto plazo. 

“El poder adquisitivo de la poblacion sigue perdiendo contra la inflación, la desocupación está aumentando (nuestro sector depende de mercado interno) y además lo vemos en las proyecciones hacia adelante: nosotros estamos en plena fabricación de verano y la demanda a abastecer está en niveles un 40 por ciento más abajo, entonces producideremos 40 por ciento menos y habrá consecuencias sobre el empleo”, aclara. “Decir que esta recesión se va a revertir cuando vengan grandes empresas a invertir al país no me parece que atienda a las necesidades de este sector”.

La caída en el uso de la capacidad instalada es otro indicador de una coyuntura de crisis: en mayo (último dato conocido) apenas el 41,4 por ciento de la maquinaria, servicios y estructura del sector estaba siendo utilizado. En enero se llegó a uno de los niveles más bajos de la serie histórica de 36,7 por ciento dado que los empresarios, en su mayoría pymes, frenaron la actividad de manera precautoria. La utilización de la capacidad instalada –medida por Indec- se mantiene en mínimos históricos en lo que va de 2024.

El presidente de la Fundación Protejer señala que “la crisis de la pandemia fue peor porque paramos a cero. Fue mayor la caída de la actividad pero la reacción del Estado fue rápida y la economía rebotó luego de una crisis de seis meses: de marzo a noviembre. Ahora llevamos siete meses en caída, sin vestigio de indicadores favorables, ni asistencia del Estado. Por eso veo un panorama más complicado”.

El precio de la ropa en Argentina

¿Por qué el precio de la ropa en Argentina es tan caro? ¿Cómo puede ser tan cara una actividad mano de obra intensiva que además opera con altos niveles de informalidad? Fundar está realizando una investigación específica sobre el tema y Daniel Schteingart adelanta algunos de sus resultados. 

“Sin dudas un factor muy relevante es la protección. Argentina tiene una economía muy cerrada. Tiene el menor ratio de importaciones sobre PBI del mundo, solo después de Sudán, y en el caso de la ropa esa protección es particularmente alta. Argentina tiene diez veces menos importaciones de ropa per cápita que la media mundial, y lo mismo pasa si se lo compara con otros países de la región como Brasil, Uruguay y Chile”. 

Con una muy baja competencia internacional, la política de precios puede ser abusiva. El contexto internacional obliga, sin embargo, a avanzar con cuidado en el desmantelamiento de las medidas proteccionistas. 

Al respecto, Schteingart agrega que “es un fenómeno global que la industria retrocedió fuerte en las últimas décadas, debido a la competencia asiática fundamentalmente. Esto ocurrió en países con modelos más o menos liberales, con diferentes cargas impositivas y regímenes salariales. Argentina no es ajena a esto, el 75 por ciento de la producción global textil es asiática”.

Políticas proteccionistas

En cuanto a las medidas proteccionistas, detalla: “Los aranceles a la ropa en Argentina son de los más altos del mundo, 35 por ciento. Con el dato adicional de que en el mundo los aranceles a la ropa fueron bajando a lo largo de los últimos 25 años, mientras que en Argentina subieron. Argentina y Brasil, porque estos aranceles se fijan en el marco del Mercosur, fueron a contramano de la tendencia global”. 

Respecto de los impuestos, principal argumento que esgrime la industria para justificar los precios finales de las prendas, Schteingart sostiene: “Es verdad que los impuestos a la producción fueron subiendo en el último tiempo (cheques e ingresos brutos) pero no explican mayoritariamente los costos. Además se trata de un sector muy informal y si bien es verdad que la ropa es más cara en el sector formal, en el informal comparativamente con otros países los precios también son altos”.