"El cambio en la vida de la gente es impresionante cuando llega la obra pública, y en este caso, el agua potable es la diferencia entre vivir mal y vivir bien", dice a este diario el subsecretario de Recursos Hídricos de la provincia de Buenos Aires, Néstor Álvarez.
Su reflexión se da luego de que el Plan Hídrico del Gran La Plata se pusiera en movimiento para avanzar con la nueva planta potabilizadora para La Plata, Berisso y Ensenada. Debe resolver la demanda de casi un millón de habitantes de la región capital de la provincia de Buenos Aires. Con una inversión de más de 105 mil millones de pesos, la nueva infraestructura mejorará el abastecimiento y la calidad del agua potable, ya que aumentará un 80 por ciento la capacidad de producción y distribución actual.
Las obras generarán una infraestructura que tendrá una superficie total de 29 mil 500 metros cuadrados y que estará ubicada en la localidad de Punta Lara, partido de Ensenada. Si bien no estará conectada, se complementará con la Planta Ingeniero Donato Gerardi, que funciona desde hace más de 70 años en el mismo predio.
La planta Donato Gerardi fue inaugurada en 1952, durante el segundo gobierno de Juan Domingo Perón. El censo realizado en abril de 1947 indicó que el Gran La Plata, en ese entonces, contaba con apenas 266 mil habitantes. La densidad poblacional, los recursos y las necesidades no tienen comparación con la actualidad, ya que según el último censo realizado en 2022, casi un millón de personas habita la región capital bonaerense. Al hablar de la planta de más de 70 años, el subsecretario de Recursos Hídricos remarca que "está con la misma capacidad de potabilización desde 1952 y nunca más se le hizo nada".
"Es una planta vieja, cuidada pero vieja", resalta Álvarez, que destaca la labor del personal de ABSA y asegura que "no es una planta obsoleta, pero se le nota el paso del tiempo a pesar de que está funcionando bien".
Ese paso del tiempo, el aumento de la contaminación en el Río de La Plata y el incremento en la demanda de agua potable hicieron que la planta Gerardi alcanzara su límite de capacidad productiva, a tal punto que Aguas Bonaerenses S.A (ABSA) tuvo que recurrir a la extracción del agua de pozo para cumplir con el abastecimiento. "Todo este crecimiento poblacional hubo que atenderlo de alguna manera, y se atendió haciendo cantidades de perforaciones en todo el Gran La Plata, pero controlar la calidad de todas esas perforaciones es mucho más difícil, porque no van a una sola planta potabilizadora como iría ahora", explica el titular de Recursos Hidráulicos de la Provincia.
La nueva infraestructura que se encuentra en construcción, además de optimizar la calidad y la cantidad del agua, permitirá evitar la extracción de pozo. "El agua de los pozos va a cisternas de distintos barrios que se mezclan y deterioran la calidad del agua, porque hay perforaciones que están en buen estado y otras no, y entonces con la obra nueva se evita eso y se potabiliza todo en un sólo lugar", explica Álvarez a BuenosAires/12. Señala que "la diferencia es importantísima cuando potabilizás agua que llega de un mismo origen porque asegurás la misma calidad para todos".
La obra, que se encuentra en un avance del 10 por ciento y que se estima finalizada para junio de 2026 según el subsecretario, construirá un acueducto de 2,2 kilómetros para el agua cruda. Luego de ser tomada desde el Río de La Plata será trasladada a una estación de bombeo de hormigón armado, que contará con una capacidad de 36.000 metros cúbicos por hora. Una vez que el agua llegue a la nueva planta, ésta generará 280 litros diarios de agua potable por habitante.
Para distribuir el agua potable por los barrios del Gran La Plata, el Ministerio de Infraestructura y Servicios Públicos bonaerense colocará un acueducto de 5,4 kilómetros, que tendrá una capacidad de conducción de 10 mil metros cúbicos por hora de agua tratada, lo que representa un aumento del transporte del agua en un 85 por ciento. Emplazado en tubería de hierro dúctil y poliéster reforzado de fibra de vidrio, el acueducto conectará el predio de la nueva planta potabilizadora con la intersección de la avenida 32 y calle 120, en La Plata, donde se unirá con el acueducto Norte, que abastece a la zona norte de la ciudad y la Estación Usina Bosques.
Según explica Álvarez, ese tramo final constituye la primera etapa de una obra futura del acueducto Parque San Martín, que actualmente se encuentra en proceso de relicitación. "Ese acueducto, que va paralelo a la autopista, lo está por reiniciar la Provincia, porque se hizo durante el gobierno de María Eugenia Vidal y nunca funcionó bien", agrega el funcionario, que remarca que esa intervención posibilitará que en esa zona, en Gambier y en Los Hornos, se reemplace el agua de origen subterráneo por la potabilizada.
En medio de una pérdida de empleo generalizada que golpea al sector de la construcción, la nueva planta potabilizadora prevee la generación de 350 empleos directos. Una vez finalizada y puesta en funcionamiento, la planta será operada por ABSA, que también depende de la cartera conducida por Katopodis. Esta obra estructural, que viene a paliar los históricos reclamos por problemas de abastecimiento, escasez y presión de agua, cuenta también con el financiamiento del Banco de Desarrollo para América Latina, mediante un préstamo acordado en 2018 que durante la gestión macrista de Vidal nunca fue utilizado.
En 2020, el Gobierno encabezado por Axel Kicillof recuperó el crédito y retomó el proyecto, que fue licitado a fines de ese año, en plena pandemia. Si bien la obra comenzó a ejecutarse en julio de 2022, en febrero de 2024 fue paralizada. Álvarez explica los motivos: "La obra no se paró por falta de fondos, se paró por la ruptura económica y financiera, que obviamente afectó a las empresas contratistas. Las adecuaciones en el contrato y los cambios en el proyecto ejecutivo se producen a partir de diciembre, cuando se paralizó la obra pública nacional y se generó una ruptura de los contratos a partir de la tremenda devaluación de casi un 120 por ciento del Gobierno de Milei".
"Cualquier contrato, y más de obra pública, eran una cosa antes de la devaluación y otra cosa después. Modificaciones de obra en este contrato prácticamente no hay, sólo una cuestión eléctrica que se agregó, pero el fundamento mayor del aumento del contrato es la devaluación", explica a este diario el subsecretario de Recursos Hídricos de la Provincia, que agrega que en la cartera que él trabaja han "renegociado prácticamente todas las obras". "A diferencia del Gobierno nacional, que las paralizó y dice 'no más obra pública', nosotros las paralizamos, las renegociamos para que tengan vida útil, y las estamos reiniciando prácticamente en todo el territorio de la provincia de Buenos Aires", aclara el funcionario.
Si bien hubo intentos por construir la planta durante los gobiernos bonaerenses de Felipe Solá y Daniel Scioli, siempre se había planteado como una iniciativa público privada. "En este caso es toda plata de la Provincia, que toma un crédito del CAF para hacerlo, lo que es mucho más jugado por parte del gobernador Kicillof, que tomó la decisión de resolverle este tremendo problema a la gente", sostiene Álvarez, que destaca que la empresa contratista que realiza las obras es una unión transitoria de empresas (UTE), entre las firmas Proba y Roggio.
Álvarez fue jefe de gabinete del ministerio de Infraestructura bonaerense entre 2007 y 2011, con Cristina Álvarez Rodríguez como ministra. A nivel nacional, el funcionario acompañó a Katopodis durante la gestión de Alberto Fernández, donde se desempeñó como subadministrador del Ente Nacional de Obras Hídricas y Saneamiento de la Nación (Enohsa). Sin embargo, cuenta a este diario que, a pesar de que le faltaron diez materias para recibirse de abogado, él adquirió toda su experiencia y vivió la importancia de la obra pública en Guaminí, su pueblo, del cual fue intendente durante dos mandatos entre 2011 y 2019.
"Yo soy un convencido, y por eso trabajo de esto, de que la obra pública es transformadora en la realidad de la gente. Es generadora de empleo, generadora de calidad de vida, pero fundamentalmente es una parte importantísima de la economía", explica Álvarez, que señala que en el pueblo de 12 mil habitantes que él condujo, cada vez que llegaba una obra pública las empresas alquilaban viviendas, comían en los restaurantes y gastaban en la ferretería, lo que motorizaba el entramado económico local.
"Aparte de los beneficios propios de la obra pública, ésta es motorizadora de la economía, ya que pocos rubros mueven tantas aristas de la economía", agrega el funcionario, y sentencia: "Somos el agua y el aceite con el gobierno de Mieli, y tanto el gobernador como el ministro de Infraestructura como Gabriel Katopodis ponen los recursos para que la obra pública funcione en todas sus aristas".