Bel Gatti es un místico, un performer, un drag king, un artista que pone el cuerpo al servicio de la obra. Aunque se define como un director de cine y cuidador, que trabaja como niñero. Es oriundo de Lobos. Hijo de madre actriz y de un padre que lleva adelante el geriátrico del pueblo, su vida se movió entre la ficción, los cuidados y la muerte como evento cotidiano. Actuó, escribió obras y poemas y ahora desde hace un tiempo hace cine.

Hace cuatro años, Gatti estaba preocupado porque no podía tener sexo, era un tema constante en su terapia. No solo no podía tener relaciones sexuales, sino que tampoco podía acariciar o besar un cuerpo ajeno. Solo podía expresar amor, cuidando a Juana, la niña de la que era niñero. Sentía que la sociedad estaba hipersexualizada.

Su psicóloga le propuso como desafío indagar el por qué de esa imposibilidad en un film, ya que veía que había cosas que Gatti solo podía elaborar desde la ficción. La película se llama "No puedo tener sexo" y muestra a Gatti intentando tener sexo y averiguar por qué está desarrollando una suerte de fobia.

“Cuando empecé la película, yo estaba muy mal, y mi papá por teléfono mientras paseaba a Juana por la plaza, me dijo: mirá los ojos de esa criatura, te eligió y te necesita bien. Y yo la miré a Juana mientras lloraba y pensé que era mi propio dios que se había caído del cielo y había llegado a mis manos”. Gatti relata que Juana se convirtió sin buscarlo en la protagonista del film. En ese momento la niña tenía un año y medio. Gatti estaba viviendo en Buenos Aires, alejado de Lobos, Juana y sus padres devinieron entonces en una forma de familia.

Gatti estaba estudiando en el Programa de Cine de la Universidad Torcuato Di Tella. Se había anotado por consejo de Maruja Bustamante, su pareja y compañera de proyectos, ya que en la pandemia empezó a filmar sin parar con su celular, desarrollando así una nueva vocación. Andrés Di Tella y Laura Preger fueron los guías que la impulsaron a descifrar su manera de hacer cine.

A juana la empezó filmando para ejercicios de las materias, comenta. Sus padres le habían dado permiso, pero cuando “No puedo tener sexo” empezó a tomar forma, los padres exigieron verla. La película ya había quedado seleccionada en el FIDBA y en dos festivales internacionales: el de La Habana y el de Málaga. “Yo ese día le di un beso a Juana pensando que no la iba a ver más, y pensé también que ya no tenía más trabajo, aunque para mí lo peor era quedarme sin familia. Dejé a Juana en el jardín, y de camino a la postproductora de los papás, también me despedí de Alfonso, el hermano, un bebe de un año que es un angelito, yo pensé que ya no los iba a ver más".

Pero para su sorpresa, los padres de Juana se enamoraron de la película. Emocionados y conmovidos, decidieron ayudarlo en la producción y posproducción. Soledad Venier y Matías Ferrero hoy en día son quienes editaron y montaron junto a Gatti, para llegar al corte final.

El documental está filmado en un formato selfie. La distancia entre creador y espectador es del largo del brazo de Gatti. Hay filtros, gifs, stickers, acercándose a una estética de redes sociales que parece una nueva forma de realismo.

“Se genera un hiperrealismo a pesar de todo lo intervenida que está. Por eso es un hiperdocumental. En la película persigo tanto el trauma, busco tanto afuera, que todo se me vuelve un boomerang hacia adentro”.

Las primeras historias de Gatti siempre sucedían en Lobos, esta película fue la primera que grabó en Buenos Aires. Pero tuvo que regresar sobre el final de la filmación a Lobos, porque su abuela falleció. Fue ahí, en su hogar, donde pudo terminarla. “Mi papá tiene un geriátrico, yo estaba siempre ahí. Lobos para mí es eso. El cuidado en los últimos días, y saber que cualquier día puede ser el último. Mi abuela era una diva. Una diva arrastrada por la depresión más grande que ví. Aprendí todo el humor con ella y toda la tristeza”.

Para Gatti ser lobense es caminar en otro ritmo, pero también ver cómo todo se derrumba y no poder hacer nada más que mirar las cosas que se pudren.

En “No puedo tener sexo”, Gatti afirma dar con el origen de su trauma. Se expone el vínculo con su madre que además de ser actriz, es una de las intérpretes que suele trabajar con él. “Juana fue el vehículo de la película, así lo pensé, el punto de contraste de todo lo que sí puedo. El lado del amor que me sale bien, los cuidados que le doy y que ella me da”, dice.

Lo que más difícil le resultó fue enfrentarse con la parte técnica, los medios para editar, los programas, las calidades, los formatos, ya que no venía del mundo de la realización audiovisual. Pero en el camino fue encontrando personas que lo ayudaron. “Yo trataba de hacer todo solo y de entender mi propio cine. Yo no quería depender de nadie. Pero es imposible. El cine se hace en equipo. O en familia, que es mucho mejor”.

Viendo el corte final de la película, que hoy busca su estreno en festivales, se dio cuenta de que el sexo es una ficción. En un mundo donde las estadísticas anuncian que cada vez se tiene menos sexo, pero es tabú afirmarlo. Gatti ofrece su cuerpo como tributo para la discusión pública “Hay un posthumanismo, una mediatización y virtualización muy impactante. Creo que lo único que hacemos es ser avatares que saben hacer muy bien cine erótico y porno. Me fascina y me aterra. Somos expertos consumidores de nuestras propias ficciones en redes virtuales. Es imposible no reproducirlas o no consumirlas, porque están hasta en lo más cotidiano y doméstico" afirma Gatti.

Para estar al tanto del estreno, pueden seguirlo a Bel Gatti hoy en sus redes sociales, dónde comparte también las fechas de sus obras de teatro y performances.