El próximo 11 de agosto se cumplirán 30 años de la aclamación, a mano alzada, del artículo 75, inciso 17, que instaura los derechos de los pueblos indígenas preexistentes a las provincias y a la Nación, hecho que dio un giro copernicano a las relaciones de los pueblos indígenas y el Estado argentino.
El 24 de agosto de 1994, 305 convencionales constituyentes reunidos en el Palacio San José de la provincia de Entre Ríos votaron una nueva Carta Magna para el país con nuevos derechos para sus habitantes y mutaciones relevantes en la política y en la estructura de los tres poderes.
Un cambio de paradigma ocurrió entonces porque los indígenas que en la Constitución de 1853 constituían una hipótesis de conflicto, “proveer a la seguridad en la frontera, conservar el trato pacífico con los indios y promover su conversión al catolicismo”, pasaron a su reconocimiento por su “preexistencia jurídica” en este territorio cuando se inició el proceso histórico del país.
El llamado Pacto de Olivos, suscripto entre los ex presidentes Raúl Alfonsín y Carlos Menem con el objetivo claro de, por un lado, instaurar la figura del Jefe de Gabinete o Primer Ministro y la reelección presidencial con mandato acotado de seis a cuatro años, entre otras novedades de capital importancia derivó, entre otros nuevos derechos, en la aceptación jurídica de los pueblos indígenas.
Parece un pensamiento extraño, pero hasta la reforma de 1994 (con excepciones entre 1949 y 1955 y en 1972 y 1973), argentinos y argentinas elegían al presidente de modo indirecto ya que se votaban Colegios Electorales que decidían la fórmula presidencial que llegaba a Balcarce 50.
¿Fue la reforma de la Constitución un asunto cerrado entre los políticos -mayoritariamente entonces peronistas y radicales- que buscaba coronar la reelección presidencial? ¿cómo hicieron sectores marginados y despreciados como los indígenas para tener presencia y logros entre los constituyentes?
Algunas de estas preguntas se buscará responder con entrevistas a protagonistas indígenas y sus aliados que participaron de esos definitorios días en los que 305 constituyentes deliberaron en el Paraninfo de la Universidad del Litoral de la provincia de Santa Fe, trabajo que se juramentó en el Palacio San José, el 24 de agosto de ese año.
Entre los convencionales estaban Eduardo Menem -presidió la Convención Constituyente-, Elisa Carrió, Eduardo Duhalde, Néstor y Cristina Kirchner, Carlos “Chacho” Alvarez, César Jaroslavsky, Carlos Corach, Augusto Alasino, Eugenio Zaffaroni, Horacio Rosatti, los socialistas Guillermo Estévez Boero, Norberto La Porta y Eduardo Barcesat, entre otros líderes del peronismo, radicalismo y la izquierda de la época.
De las 10 comisiones que se crearon para los debates de los constituyentes, la de Nuevos Derechos y Garantías fue la que más proyectos recibió ya que el 17,10% de un total de 1593 proyectos presentados fueron allí, según publicó en un trabajo sobre la Convención Marcelo Saín, ex funcionario de Seguridad de Santa Fe.
La presidencia de la Comisión de Nuevos Derechos y Garantías estuvo a cargo de la arquitecta Elva Roulet, que se había desempeñado como vicegobernadora de la provincia de Buenos Aires (1983-1987) por la UCR, muy cercana al ex presidente Raúl Alfonsín.
Elba Roulet habló con Salta/12 sobre el incisco 17 del artículo 75. Sin duda, otro país, otros políticos, otros debates con profundidades ahora irreconocibles en una Argentina que no discute el hambre, ni la soberanía, ni los derechos fue la que pudo alumbrar una nueva Constitución.
-Usted presidió la Comisión de Nuevos Derechos y Garantías en la Convención Constituyente, la que más proyectos recibió, entre ellos la cuestión indígena ¿qué país había entonces y qué se buscaba desde el ámbito que encabezó?
-Tal vez podría decir que la reforma del año 94 era una cosa absolutamente necesaria, porque teníamos una Constitución de 1853, es decir, casi un siglo y medio, que correspondía a un país pastoral, con una bajísima densidad poblacional. Un país que realmente no tenía para nada los avances que se fueron produciendo en el mundo y acá durante ese término tan extenso. De modo tal que necesitábamos una Constitución que recogiera esos cambios, esas modalidades nuevas como, por ejemplo, los derechos humanos y el justo reconocimiento de los pueblos indígenas como una parte de los derechos humanos a reconocer. Un trabajo muy importante que recayó en la comisión que yo presidí.
-En qué consistió ese trabajo?
-Esa Comisión elaboró el segundo capítulo de Nuevos Derechos y Garantías de la primera parte de la Constitución, que es un capítulo nuevo. El derecho al medioambiente sano, el derecho al usuario y al consumidor, el habeas data, el habeas corpus, y el derecho al reconocimiento de la identidad étnica y cultural de los pueblos indígenas de la Argentina. Todo eso, la responsabilidad de su tratamiento fue de la Comisión de Nuevos Derechos y Garantías. Una tarea que realizamos con una dedicación enorme como se hizo en todas las demás comisiones.
-¿Cuánto tiempo sesionaron los convencionales?
-La Convención funcionó durante 90 días, un plazo tremendamente reducido para el tratamiento de una cosa tan extensa como lo que realmente contiene la nueva Constitución. De manera tal que el trabajo fue intenso. En lo referido al tema de los derechos de los pueblos indígenas, fue una tarea muy importante porque convocamos a las comunidades indígenas cuando se decidió la Reforma de la Constitución. El tema de los indígenas fue puesto por una iniciativa mía llevada al doctor Raúl Alfonsín. Cuando se declaró la Ley de la Necesidad de la Reforma, se incluyó ese tema que en la Constitución de 1853 tenía realmente un contexto que era discriminatorio, porque hablaba de la defensa de las fronteras y del trato pacífico con los indios y convertirlos al catolicismo. Ese era el texto referido a los indígenas en la Constitución de 1853.
-Un texto totalmente superado por la realidad…
-Yo encontraba que era discriminatorio y que había que tratar este tema de una manera totalmente diferente. Por eso, incluído en los asuntos a tratar empezamos el trabajo desde la primera propuesta hasta la tarea que se hizo durante la Convención Constituyente, que como ustedes mismos señalaron, recibió una cantidad de proyectos enormes en el área de nuevos derechos y garantías y muchísimos referidos al tema indígena.
-¿Se convocó a las organizaciones indígenas?
-Llamamos a las comunidades. Yo tenía con el tema indígena una historia antigua, bastante anterior, un asunto que me había preocupado siempre. Habíamos creado un Instituto de Estudios e Investigaciones Indígenas en el ámbito de la Fundación Roulet, lo que llevó a que me conectara con instituciones indígenas en aquel momento. Y cuando se decidió la Reforma Constitucional, una de las primeras actitudes que tuve fue comunicarme con instituciones y comunidades con las que habíamos estado trabajando para decirles que se iba a tratar este tema. Esto convocó a muchísimas comunidades a Santa Fe, donde se presentaron y estuvieron durante todo el tiempo que sesionó la Convención y ayudaron mucho a que hubiera una toma de conciencia generalizada.
-Porque en ese momento no era así, ¿no?
-No era así al inicio, para nada, pero esto se fue produciendo a lo largo del tiempo y resultó una cosa muy positiva porque hubo solamente dos artículos de la Constitución Nacional votados por unanimidad: uno fue la defensa de la democracia y el otro fue el de los pueblos indígenas, algo sumamente importante.
-Más allá de que de la Comisión que usted encabezó salieron propuestas que cambiaron la cara del país al establecer constitucionalmente derechos ¿usted cree que el de los pueblos indígenas hace un cambio fundamental, necesario en la historia del país?
-Bueno, en el tema específico efectivamente se produce un cambio porque se fue generando conciencia hasta llegar al punto, como dije, de que fue uno de los dos artículos que fueron declarados unánimemente por toda la Convención. Pero me parece que mucha gente estaba muy alejada de la consideración de la comunidad indígena. Y el trabajo que se hizo en la Convención fue una toma de conciencia que llevó a ese resultado. En la Convención había miembros muy activos y había otros que eran más bien “acompañantes de”, pero ellos también tomaron conciencia de la importancia que tenía este tema. De modo que hubo una actitud conjunta de aceptación del tratamiento de este tema como una prioridad.
-Elva, de los políticos de entonces, me gustaría saber si había diferencias si había duros, los que no sabían nada, más allá de que después se votó por unanimidad, porque se entendió el proceso, digamos.
-No, había gente más activa y gente que, como dije, acompañaba o seguía lo que se estaba produciendo dentro de la Convención sin ser participativo. Aunque el acompañamiento fue pasivo, fue general.
-Había como un clima de refundación. Había un clima progresivo, de un país distinto, ¿no?
-Efectivamente, así fue. Los convencionales considerábamos que la Reforma Constitucional constituía una base muy importante de lo que el presidente Alfonsin concebía como una nueva Argentina. Y de eso se trataba justamente. La nueva Constitución abrió un campo enorme al progreso, a las nuevas concepciones internacionales y nacionales sobre derechos humanos, sobre los derechos de distintas naturalezas que están volcados a la Constitución.
-Y usted, ¿cómo ve el mundo ahora? Estamos en otra realidad y ¿qué cree que hizo la sociedad argentina con estos nuevos derechos? ¿Cree que hubo un proceso de reconocimiento real?
-No, yo creo que hay una gran ignorancia sobre la Constitución Nacional. Es más, yo opino que debieran darse cursos obligatorios, por lo menos en la enseñanza primaria y secundaria, pero también en la universitaria, sobre la Constitución Nacional. La ciudadanía no conoce la Constitución. La Constitución Nacional es conocida por muy poca gente. Hay necesidad de hacer docencia sobre la existencia de la Constitución Nacional y los derechos que consagra.
-¿Recuerda usted a Eulogio Frites, kolla y uno de los primeros abogados indígenas en el país?
-Sí, sí, sí, lo recuerdo. No era una persona fácil. Pero también tomó conciencia de lo que se trataba, y entró en la actitud positiva de trabajo conjunto y de apoyo. Sí, lo recuerdo perfectamente. Cuando se sancionó el artículo, que terminó, como dije, con una unanimidad por parte de los convencionales, hubo un gran festejo exterior porque salimos del recinto abrazándonos todos afuera del recinto.
-Última pregunta y es acerca del papel de la Comisión de Redacción de la Convención Constituyente. Escuché de parte de los indígenas que fue como empezar de nuevo cuando llegó allí el proyecto.
-Hubo muchas dificultades porque no tomaba lo que salía de las comisiones y lo traducía directamente para el informe final sino que se permitía el hecho de revisarlo y modificarlo y en el caso de los temas indígenas pretendió hacer lo mismo. Lo que yo hice fue convocar un día a la mañana justamente a la Comisión de Redacción a todas las comunidades. Entramos en un aula muy grande que había y rodeamos las cuatro paredes con todos los representantes comunitarios y ahí entonces hubo una bajada de línea y aceptaron el texto que nosotros le dimos. Yo creo que era una cuestión personal de menosprecio sobre el tema.
La destacada política del radicalismo que cumplió un papel tan trascendental e histórico para el país en general y los indígenas en particular no escapó a preguntas sobre la actualidad argentina y puntualmente consideró que “este desguase del Estado en el cual se está empeñando el actual presidente (Javier Milei) es una decisión gravísima. Es serio el problema. Muy serio”.
Finalmente, dijo: “si es que esto va a tener llegada a las comunidades, quiero saludar a nuestros hermanos indígenas que forman parte de nuestra nacionalidad y abrazarlos a todos ellos con la mayor emoción”.