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Desde Cambridge 

En la tarde del domingo 21 de julio en EE.UU., tras un largo proceso de consulta con allegados y familiares, digamos los cortesanos, el presidente Biden desde su casa de veraneo seguía aislado mientras luchaba contra el Covid. Así las cosas, optó por anunciar por escrito en la plataforma X que retiraba su candidatura a la nominación presidencial.

Seguidamente, tras llamadas telefónicas a sus cortesanos, después de la publicación de la carta con el anuncio, Biden volvió a llamar a la vicepresidenta Kamala Harris prometiendo apoyar su candidatura a la presidencia.

Tanto el anuncio como los obstáculos a resolverse en los 73 días que restan para las elecciones en noviembre y la Convención, ahora abierta, del partido Demócrata en agosto, carecen de precedentes en la historia de EE. UU. Plantean enigmas solucionables pero requieren la aquiescencia de actores políticos relevantes dentro del partido. No todo está en el aire, pero tampoco Harris tiene la vaca atada.

Dicho esto, es preciso tener en cuenta que, en política, como recuerdo discutir en Yale con Juan Linz en 1980, lo cortesano opera en todo sistema político. Va desde un sultanato a presidencias emergentes del sufragio. Con características históricas nacionales, este mecanismo operó con Hipólito Yrigoyen, con Juan Domingo Perón, notoriamente con María Estela Martínez de Perón, con Cristina Fernández de Kirchner y ahora con el sublime titular de la presidencia, Javier Milei, rodeado por allegados, la hermana y caninos clonados. Aclarada la relevancia del proceso en EE. UU., pasaré a desarrollar los enigmas que deben resolverse en el breve e inusitado plazo planteado por la decisión de Biden.

Fuentes estadounidenses irreprochables, no solo en los medios más reconocidos sino en conversación con operadores del aparato demócrata en varias campañas presidenciales, permiten desarrollar los enigmas que pesan sobre Harris.

Harris tiene asegurado el apoyo de Biden, pero por más que se han sumado adhesiones el mismo domingo 21 como las del expresidente Bill Clinton y su esposa Hillary, quien fue Secretaria de Estado con el ex presidente Barack Obama, nada de esto es decisivo, entiendo según las fuentes consultadas.

Se agrega a la complejidad del proceso que debe resolver Harris que Obama juega de neutral y no la apoya explícitamente. Como si esto fuera poco, la expresidente del bloque demócrata de la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi, (84 años) no apoya a Harris. Dice preferir, me comunican, lo que se entiende por una convención partidaria abierta en la que Harris deba competir con otros candidatos que se espera vayan emergiendo.

No es un detalle menor un par de cosas adicionales que extrañan a conocedores del paño. Uno es que para el anuncio en la carta de Biden los cortesanos hayan elegido el membrete personal de Biden en lugar del membrete de la Casa Blanca como seria usual. Además, encuentran extraño que se haya elegido al domingo para el anuncio.

Nada de esto es inesperado. Harris se viene preparando desde hace un año. Reorganizó la corte de allegados que la rodeq. Rápidamente el mismo domingo por la tarde, pasó horas conversando con actores relevantes del aparato demócrata. Es un proceso aun no terminado. Llega hasta los sectores claves del partido demócrata como los congresistas negros (Congressional Black Caucus).

Harris dio a conocer una comunicación que circuló ampliamente en medios políticos. También en los medios sociales. Le agradece a Biden su apoyo, lo homenajea enumerando sus logros en 50 años de carrera política y significativamente añade: “Me siento honrada de contar con el respaldo del presidente y mi intención es ganar esta nominación”. Es decir, Harris sabe que quedan enigmas por resolver.

Los gobernadores y legisladores que se entiende pueden presentar sus candidaturas siguen sin tener aliciente político dada la escasez de fondos y la poca capacidad recaudadora en el breve plazo hasta noviembre.

Harris seria la primera mujer de descendencia hindú y negra en competir. ¿Podrá con Trump? Debe ganar asegurándose electores en el Colegio Electoral en seis estados clave: Wisconsin, Michigan y Pennsyvania junto con Nevada, Arizona y Georgia. ¿Lo logrará? Los días que siguen serán determinantes.

Otro enigma lo constituye el ente jurídico que reúne lo fondos para la campaña. Hacen falta más de 1.400 millones de dólares, pero al domingo se llegaba a 450 millones de dólares. No está mal pero falta plata. Harris tiene acceso a dichos fondos y si siguieran los apoyos recaudaría más. Veremos.

Donald Trump no las tiene todas consigo. Su discurso de aceptación de la candidatura presidencial republicana en Milwaukee la semana pasada dejó en claro que no cambió. Además, tiene 78 años. Los representó claramente, exhibiendo excentricidades y musitando párrafos poco claros. Se apartó como siempre lo hace del “teleprompter” en una rabieta pública vergonzante que duró más de una hora. Siguió musitando pese a que la familia salió al escenario a cortarlo.

La candidatura vicepresidencial del senador James D. Vance, que pasó de vilipendiar a Trump públicamente a alabarlo desmedidamente en los últimos meses, se explica por la financiación allegada por los fondos de inversión californianos. Suplirán, se espera, la falta de liquidez de la fortuna de Trump que está procesado con carradas de juicio erosionándolo.

Enigmas varios tanto para republicanos como para demócratas. Un escenario fascinante para politólogos que por lo menos es algo menos deplorable que hace unos días.

* Guillermo Makin es Doctorado en la Universidad de Cambridge, asociado al Centro de Estudios Latinoamericanos, Universidad de Cambridge.