Alto impacto en la salud mental post-covid 19, crisis de ansiedad y depresión, alta participación en juegos de apuestas on line, violencia en manada por razones de género, homofobia o xenofobia, consumo problemático de sustancias, deserción escolar y una preocupante tasa de reincidencia delictiva. ¿Qué tienen en común?

Todas las situaciones descriptas, colectivas o individuales, conforman el amplio espectro de las problemáticas que afectan a la población juvenil en nuestro país y en el mundo, muchas de ellas ligadas directa o indirectamente a la salud mental.

Lejos de ofrecerle a esta cuestión un abordaje sistemático y comprometido los gobiernos asociados a tendencias políticas de derecha con alta incidencia de modelos neoliberales desde lo económico, estructuran estrategias de disciplinamiento, estigmatización y discriminación hacia ese grupo etario, propiciando por un lado la cultura del individualismo, la competencia y la segregación de las minorías y por el otro promoviendo en la opinión pública la categoría de los “ni-ni” (ni estudian ni trabajan), o “los pibes chorros”, asociado a ciertos grupos sociales según su pertenencia a los sectores económicamente más desfavorecidos, a sus formas de vestir, expresarse o a sus gustos musicales, instigando la violencia social hacia ellos y ellas, lo que legitima luego la violencia institucional de la que los y las jóvenes son víctimas.

La ultraderecha con su modelo libertario por el contrario busca captar la atención de esa población juvenil a través de expresiones de desenfreno y oposicionismo social caracterizado por conductas de enfrentamiento y confrontación a las normas del contexto, que se acompañan frecuentemente de un fuerte impulso a las expresiones de odio y violencia en todas sus formas y por todos los canales de interacción social.

En ambos casos la relación con los y las adolescentes se estructura a partir de un aprovechamiento utilitario de ese grupo, en el primero como objetivo estratégico a quienes atacar para sumar voluntades de los sectores más reaccionarios de la sociedad y en el segundo para ofrecerse como canal de expresión de conductas desafiantes y disruptivas,que son características propias de la adolescencia, y lograr así su acompañamiento.

Desde la perspectiva sanitaria el abordaje de esta problemática requiere el conocimiento, no tan solo de las cuestiones sociales que influyen fuertemente en la génesis de estas, sino fundamentalmente en la relación existente entre el desarrollo del cerebro, especialmente de las funciones ejecutivas en el periodo adolescente y la capacidad de los y las jóvenes de enfrentar esas situaciones.

Las funciones ejecutivas se definen como habilidades cognitivas esenciales que se desarrollan mayormente durante la adolescencia. En esta etapa crucial para la maduración del cerebro, principalmente en la corteza prefrontal, aparecen capacidades que nos permiten planificar, organizar, tomar decisiones,regular nuestras emociones y adaptarnos a situaciones nuevas.

La estrategia que ha demostrado ser más eficiente en los países centrales y que reporta gran cantidad de evidencia científica en la atención de la salud mental adolescente consiste en la articulación de espacios profesionales deapoyo emocional, de escucha y contención para que los adolescentes puedan expresar sus emociones y preocupaciones.

Así también la estimulación del desarrollo de las funciones ejecutivas a través de actividades que promuevan la planificación, la resolución de problemas, la toma de decisiones y la regulación emocional junto a la promoción hábitos saludables tales como la actividad física regular y una alimentación equilibrada, constituyen aspectos centrales que contribuyen al bienestar emocional y cognitivo.

Sumado a la estrategia sanitaria de abordaje de la problemática de salud mental juvenil, se deben promover actividades sociales, educativas y culturales para la población adolescente.

En una experiencia interesante e innovadora el Gobierno de la Provincia de Buenos Aires a través de su Ministerio de Salud viene implementando dispositivos de salud mental juvenil, el más reciente de ellos junto al municipio de Hurlingham, en la localidad de Villa Tesei.

Los Juegos Deportivos Bonaerenses y las estrategias para contrarrestar la repitencia y la deserción escolar constituyen también elementos de soporte y contención de la población adolescente desde diversas áreas de gestión.

A contramano de ello el gobierno nacional desarticula programas de asistencia dirigidos a jóvenes, desfinancia las universidades públicas y propone la privatización de clubes barriales, buscando desmantelar las estructuras sociales que dan soporte al abordaje comunitario de integración y protección de ese grupo etario.

El sostenimiento y promoción de dispositivos y programas que ofrezcan protección a la población de adolescentes y jóvenes debe ser una prioridad estratégica de los gobiernos y su articulación debe ser promovida por los Estados.

Médico Pediatra-Docente Universitario

Miembro del Foro Popular de Salud