Era "demasiado sucia" para que John Wayne aceptara un papel. Demasiado "repugnante y vulgar" para Ted Ashley, presidente de Warner Brothers, que amenazó con enterrar la película. Pero Mel Brooks se mantuvo firme en su postura, negándose a hacer ediciones, y fue reivindicado. Blazing Saddles ("Locuras en el Oeste"), que cumplió 50 años en febrero, fue un gran éxito y Brooks la declaró "la película más divertida de la historia".
La historia de su creación, realización y legado es tan anárquica como la propia película. La idea de una película sobre el sheriff Bart, un dandy negro que salva a un pueblo de energúmenos de un promotor sin escrúpulos y sus violentos secuaces, surgió en 1972 de un joven guionista, Andrew Bergman, que acababa de terminar un doctorado en historia del cine americano. La Warner pidió a Brooks que diera cuerpo al "esqueleto" de 30 páginas de Bergman para un western llamado Tex-X.
Brooks, que entonces tenía 46 años, estaba sin trabajo y "absolutamente arruinado", a pesar del éxito de su película de 1967 Los productores. Su esposa, la actriz Anne Bancroft, esperaba su primer hijo. Brooks aprovechó la oportunidad para escribir y dirigir "la película más loca y disparatada jamás rodada", que ridiculizaba el racismo y se burlaba de los westerns que había visto durante su infancia como Max Kaminsky en Williamsburg, Nueva York.
El equipo de guionistas dirigido por Brooks incluía a Bergman, Norman Steinberg, Alan Uger y el volátil cómico Richard Pryor. Brooks, claramente aficionado a los superlativos, describió al difunto Pryor como "el mejor cómico que jamás haya existido", aunque con demonios y un apetito feroz por el Rémy Martin. Pryor, que una vez vio cómo su madre le abría los testículos a su padre durante una pelea en el burdel que regentaba la familia, era también un drogadicto, que había esnifado cocaína con el trompetista de jazz Miles Davis. Cuando Pryor ofreció un frasco a Brooks durante una sesión de escritura, el director bromeó: "¿Yo? Nunca antes de comer".
Para Warner Brothers, Pryor era "un conocido esnifador" (en palabras de Brooks) y, tras una detención por drogas, rechazaron de plano la propuesta de que el "inseguro" cómico interpretara a Black Bart, el sheriff de la ciudad fronteriza de Rock Ridge. Pryor y Brooks hicieron una audición a un centenar de actores hasta que quedaron cautivados por Cleavon Little, una estrella de Broadway que Brooks describió como "este hombre hermoso, escultural y relajado". Pryor fue más directo. "Soy de color café y tengo bigote, parezco cubano", le dijo a Brooks. "Ese hijo de puta es tan negro; va a aterrorizar a ese pueblo".
Para los guionistas blancos, los insultos racistas eran un problema. Sin embargo, Pryor insistió en que debían utilizar "la palabra con N", y con frecuencia. "Estamos escribiendo una historia de prejuicios raciales. Esa es la única palabra. Es profunda, es real, y cuanto más la utilicemos por parte de los rednecks, más resonará la victoria del sheriff negro", dijo. El resultado fue una sátira innovadora del fanatismo, en la que el sofisticado Bart (lleva una alforja Gucci) desenmascara hábilmente la estupidez de los racistas blancos. Cuando los habitantes del pueblo quieren disparar a Bart, éste escapa apuntándose con una pistola a su propia garganta y fingiendo una surrealista situación de auto-rehén. "Oh, tienes tanto talento... y ellos son tan tontos", comenta.
El momento más inquietante, sin embargo, es cuando Bart conoce a una residente de Rock Ridge, el tipo de anciana con sombrero y aspecto dulce que es un estereotipo del western, y ella le grita: "¡Que te jodan, negro!" en la cara. Cuando Bart regresa a su oficina de sheriff, su ayudante pistolero borracho Jim the Waco Kid (Gene Wilder) se fija en su cara cabizbaja y dice: "Esta gente es el barro común del Nuevo Oeste... ya sabés... imbéciles". Brooks decía que esa frase siempre arrancaba las mayores carcajadas del público del cine, que degustaba la primera buddy comedy interracial de la gran pantalla.
Wilder fue contratado por casualidad. En un principio, Brooks contrató a Gig Young, ganador de un Oscar por Baile de ilusiones (1969), después de que le dijeran que la estrella se estaba recuperando. Lamentablemente, tras un intento en su primera escena, Young empezó a gritar, temblar y vomitar, y tuvo que ser trasladado en ambulancia. Brooks llamó al representante de Young y bromeó: "No se ha recuperado del todo". Young presentó más tarde una demanda de 100.000 dólares por daños y perjuicios, pero al parecer no tuvo éxito. Wilder respondió a la petición de Brooks de sustituir a Young y voló directamente a California desde Nueva York. Se aprendió las líneas en el avión y estuvo magnífico, sin un solo ensayo.
Una de las demandas que sí mereció un pago fue la de la actriz de la Edad de Oro Hedy Lamarr, que se opuso al intrigante fiscal general de Brooks, Hedley Lamarr (interpretado por Harvey Korman), y al chiste que se hacía sobre su nombre. En junio de 1974, presentó una demanda de 10.000.000 de dólares por invasión de la intimidad y explotación de su nombre sin permiso. "Llegamos a un acuerdo extrajudicial", admitió Brooks. "No fue mucho, un par de miles de dólares. Le pedí disculpas por 'casi usar tu nombre'... Creo que no entendió la broma".
Otro gag recurrente giraba en torno al gargantuesco matón Mongo, interpretado por la antigua estrella de fútbol americano de los Detroit Lions Alex Karras. Pryor escribió diálogos ingeniosos para las escenas de Mongo, incluido el consejo de Jim a Bart: "No le dispares, sólo conseguirás que se enoje". Pryor también escribió la conmovedora frase cuando, mirando con ojos de cachorro, el corpulento forajido dice: "Mongo sólo es un peón en el juego de la vida".
Sin embargo, la escena más famosa de Mongo fue derribar a un caballo de un poderoso puñetazo, después de llegar a la ciudad montado en un toro. El cómico Sid Caesar le había contado a Brooks una ocasión en la que golpeó entre los ojos a un caballo rebelde. El guionista guardó la anécdota. Brooks dijo que recibió unas mil cartas de queja de los amantes de los animales, a pesar de que se trataba de un caballo adiestrado para caer cuando el acróbata tiraba hacia atrás de la brida, antes del contacto con el puño de Mongo.
El reparto secundario -incluidos Slim Pickens, David Huddleston, Burton Gilliam, Madeline Kahn y el director de orquesta Count Basie (interpretándose a sí mismo en una divertida escena musical en el desierto)- era soberbio. Brooks se divertía interpretando a un jefe nativo americano que habla con acento yiddish, y al lascivo y bizco gobernador William J. Le Petomane (llamado así por el francés del siglo XIX Le Pétomane, cuyo número entero se basaba en flatulencias). Uno de los momentos más ácidos de la película es cuando Le Petomane alaba el "justo" plan de regalar a los indios una caja de juguetes a cambio de embaucarles 200.000 acres de sus tierras.
Sin embargo, quizá la escena más célebre de la película sea cuando una banda de forajidos se sienta alrededor de una hoguera a comer arvejas, eructan y se tiran pedos en voz alta durante más de un minuto. Brooks preguntó a un amigo por lo tenso de la escena y éste le dijo: "Si vas a subir a la campana, será mejor que la toques". A Brooks le preguntaron en 2016 si Blazing Saddles podría haberse hecho en el siglo XXI. "No lo creo", respondió. "Quizá podrías hacer la escena de la hoguera con los pedos. Creo que sí. Pero no creo que pudieras salirte con la palabra con 'N' pronunciada por tantos blancos tantas veces".
Aunque la película es una estupenda parodia del racismo y la estrechez de miras -y está llena de ingeniosos chistes internos, rutinas, gags visuales y homenajes a westerns emblemáticos como A la hora señalada, los Looney Tunes, números de vodevil, Busby Berkeley y Enrique V de William Shakespeare- no está tan claro hasta qué punto la homofobia desenfadada (con el uso repetido de insultos) está ahí para exponer también los prejuicios de los rednecks o si es simplemente otro triste ejemplo de un vil peyorativo de un tiempo pasado.
Hasta el proceso final de edición, Brooks jugó con el título. Tras rechazar Tex-X, propuso Black Bart y luego The Purple Sage antes de tener un momento "¡Eureka!" en la ducha y llegar a Blazing Saddles (literalmente, "Monturas ardientes"). Bancroft le dijo que no tenía sentido, pero Brooks insistió: "Dice western y dice locura".
Después de la infame proyección para los ejecutivos de Warner, Ashley le dijo a Brooks que eliminara 26 escenas, ordenándole que escribiera en un bloc de notas: "La escena de los pedos tiene que desaparecer. No le podés pegar a un caballo. No le podés pegar a una anciana. Y no podés usar la palabra con N". "Si las cortaba tendríamos una película de 15 minutos", dijo Brooks más tarde. "Lo escribí todo y, cuando se fue, arrugué las páginas y las tiré". El coguionista Steinberg tenía un recuerdo aún más crudo del enfrentamiento: "Mostramos la película a los oficinistas de Warner. Y se volvieron locos. La gente se caía al suelo, porque en aquella época era una barbaridad. Y Mel dijo: 'Que se jodan, ésta es nuestra película', y fue la que se estrenó".
Locuras en el Oeste se estrenó el 7 de febrero de 1974, en el Pickwick Drive-In Theatre de Burbank, y los 250 invitados -incluidos Little y Wilder- llegaron a caballo. La película se convirtió en la más taquillera de Warner ese verano, recaudando 16.500.000 dólares. Brooks recibió 50.000 dólares "por todo lo escrito, dirigido y barrido". La película recibió tres nominaciones al Oscar: al montaje, a la mejor canción ("Blazing Saddles" fue escrita por Brooks y John Morris y cantada por Frankie Laine, que había cantado en el clásico Duelo de titanes) y a Kahn como mejor actriz de reparto.
La película no está disponible en streaming, y las escasas proyecciones televisivas suelen ser de la versión más vulgar, que Brooks tacha de "cortada por mojigatos". Medio siglo después, Blazing Saddles sigue siendo una comedia extraordinaria. "La película me permitió ser el encantador vulgar rabelaisiano que soy", dijo Brooks con orgullo.
* De The Independent de Gran Bretaña. Especial para Página/12.