El eurodiputado Helmut Scholz, coordinador de la bancada de Izquierda Unitaria para los asuntos de comercio internacional en el parlamento europeo, cuestionó la conveniencia de un tratado de liberalización comercial entre el Mercosur y la Unión Europea, al advertir que puede ahondar los desequilibrios actualmente existentes. “Puede tener consecuencias dramáticas en el Mercosur para el empleo, en particular el industrial, pero también para la seguridad alimentaria, al enfocar el uso de la tierra hacia los productos de exportación”, explicó. El eurodiputado alemán, perteneciente a Die Linke (La Izquierda, partido que resultó tercero en las últimas elecciones legislativas) subrayó además que el acuerdo de apertura comercial también podría afectar la estabilidad financiera de la región, “dado que la liberalización limita fuertemente el espacio político de los gobiernos para reaccionar ante cualquier futura crisis financiera, que desafortunadamente no tardará, considerando que los gobiernos no han reaccionado con decisión después de la crisis de 2008”.
Los cancilleres del Mercosur, especialmente de Argentina y Brasil, están apurando la firma de un convenio marco antes de fin de año con la Comisión Europea, a través de las negociaciones que vienen desarrollándose en Brasilia. La intención es hacer coincidir la firma del acuerdo con la reunión ministerial de la OMC en Buenos Aires a realizarse entre el 10 y 13 de diciembre. Pero el virtual acuerdo todavía enfrenta resistencias en el Viejo Continente, y no sólo de la izquierda parlamentaria. El gobierno de Francia, encabezado por Emmanuel Macron, mantiene objeciones reflejando la opinión de los sectores agrícolas de su país.
Scholz, integrante de un bloque de eurodiputados que tiene vínculos permanentes con sectores progresistas de América Latina, afirmó que ve “con buenos ojos un estrechamiento y una intensificación de las relaciones económicas y de cooperación entre Unión Europea y Mercosur, pero tengo serias dudas que deba ser en la forma de un tratado de libre comercio, y en particular con el contenido de un acuerdo tan fuerte como el que propone la Unión Europea. Yo pensaba que los países de Mercosur estaban vacunados contra las formulas neoliberales después de lo que padecieron durante los años ‘90, y no hay dudas de que la Comisión Europea impone un modelo de acuerdo que va más allá de la OMC y del ALCA, y que reproduce las mismas recetas neoliberales obsoletas, que no contempla los nuevos imperativos sociales y mucho menos en materia de cambio climático”.
A diferencia de lo que ocurre en el Mercosur, donde los términos de las negociaciones entre bloques se mantienen en absoluta reserva, en Europa las propuestas que realizan sus negociadores deben ser puestas en conocimiento de los europarlamentarios, que a su vez consultan a los sectores económicos afectados. En relación con esos contenidos, Scholz expresó que “la Unión Europea tiene muy claro sus beneficios: podría aumentar su control sobre el sector de servicios en el Mercosur, avanzar con el comercio electrónico obviando las obligaciones sociales y fiscales, aumentar las exportaciones de maquinarias, automóviles y demás productos industriales, y de productos agrícolas transformados”. De parte del Mercosur, refirió que “ya se puede ver que el acuerdo puede ser un buen negocio para los productores de etanol, principalmente brasileños, y para los exportadores de carne, pero no se ve claramente cuáles son los demás intereses que se defienden, sobre todo en el plano industrial. La apertura de las compras públicas a niveles diversos, nacionales y locales, puede poner en peligro las pequeñas y medianas empresas que viven en gran parte de las contrataciones con el Estado. Y las condiciones que se firmen pueden también impedir la recuperación y la extensión de servicios públicos que son esenciales para la región”, advirtió.