Desde Barcelona

UNO El calor terrible de aquí tiene su correspondencia con el frío temible de allá. Pero esto no es consuelo para unos ni otros, piensa el cada vez más flaco Rodríguez, sudando gota gorda y aún así temblando. Y el no calentamiento sino recalentamiento global, y los perros en los balcones ululando como muecines en minaretes y hordas de turistas impidiendo la circulación de locales por esas calles que cada vez se hace lo más posible por no pisar nuevamente. Ante y tras semejante panorama, Rodríguez baja persianas, sube aire acondicionado, y enciende el televisor para ver qué hay, para mirar si hay alguien allí. Y hay algo, hay alguien. Y, sí, ahí, está: actor perfecto para estos días. Cool y hot al mismo tiempo. Uno de esos actores que, sistemáticamente, parece fuera del sistema porque está bien dentro de un sistema propio y con un Método que es, metódicamente, él en sí mismo. Han subido a plataformas tres recientes películas suyas y nada más que suyas: porque es uno de esos actores que, sin importar quién las dirija o a qué género pertenezcan, transforma en materia propia todo aquello que filma y actúa. Son, sí, películas que pertenecen a género y estilo conocido como Nicolas Cage.

DOS Y, claro, apellido que es nombre artístico escondiendo que al familiar (es sobrino) de Coppola y que en inglés significa jaula y que no hace otra cosa que subrayar y encarcelar voluntariamente a un actor cuyos personajes, más allá de variadas circunstancias personales, están siempre ahí: en el punto más o menos exacto de enjaularse o desenjaularse. Las películas de Nicolas Cage (y Rodríguez las referirá con títulos en inglés para que muchos sepan de cuáles se trata y, también, para que algunos se molesten y transpiren como cuando leen algo fuera de su idioma) son Pig y Dream Scenario y Butcher's Crossing. Y son, aparentemente, tres películas muy inequívoca y perfectamente Cage. Tres películas con enjaulado. Una trata sobre un excepcional chef/ermitaño empecinado en recuperar a su cerdito trufero con modales parte Henry David Thoreau y parte Unabomber en modo John Wick. La segunda es sobre un hombre común que --súbitamente y sin explicación-- empieza a aparecer en los sueños de la humanidad toda y, de golpe, se convierte en pesadilla de internet y cancelación e influencers. La tercera es la gran novela-western de John "Stoner" Williams. Y, sí, tres especímenes perfectos para que Cage les aplique lo que él denomina "noveau shamanic": escuela actoral patentada por él mismo y que consiste, compleja y simplemente, en convertirse (y no apenas interpretar) a los personajes que le tocan para que los toque. "Aumentar la imaginación de manera saludable", explicó Cage, aunque sus protagonistas sean, siempre, tan enfermizos y no al borde sino precipitándose en ataques de nervios sin fondo. Y alguien lo definió como "el equivalente actoral de la canción 'Bohemian Rhapsody" y Ethan Hawke afirmó que "es el único desde Brando que ha innovado nuestro oficio". Lo explicó bien un crítico en The Guardian: "En manos de Cage, momentos como de dibujo animado se colman de verdadera emoción y las más verdaderas emociones mutan a dibujo animado".

And t-t-t-that's not all, folks!

TRES Y, claro, Cage es un trabajador compulsivo porque si no trabaja, encerrado, empiezan los problemas (en el caso de Cage del tipo despilfarro/impositivos/divorcistas en serie). Porque "nada me interesa menos que ser el tipo tirado junto a piscina bombardeándose con mai-tais". Así, el inimitable Cage suele ser blanco móvil favorito de imitadores (ahí está esa formidable de Andy Samberg en SNL). Y su obra es una de esas montañas rusas en imparable ampliación de subidas y bajadas imprevisibles con giros de actor dramático oscarizado, comediante romántico, action-comic hero, vampiro yuppie o Drácula de export/import. Lo que le pongan y lo que le echen para que Cage haga y deshaga, incluyendo a él mismo como meta-autoparódico personaje enfrentándose a su yo juvenil en The Unbearable Weight of Massive Talent. Cage, como Bill Murray --como Christopher Walken y Bill Murray y Jeff Bridges, otros íconos religiosos ya más cerca del Tíbet que de Hollywood-- sabe que nadie puede hacer de Cage salvo él. Cage cuya carrera a campo traviesa y travieso es la de corredor de fondo y solitario (y Rodríguez lo siente por Keanu Reeves, Jake Gylenhaal, Shia LaBouf y Ryan Gosling, tan empeñados pero apenas empañados en rarificarse: jamás podrán alcanzarlo). Y ya se sabe, ya se anticipa: Cage es un maestro en pasar del susurro al alarido en cuestión de segundos. ¿Curvas y ascensos y descensos favoritos de Rodríguez? Son --entre protagónicos y secundarios de primera-- tantos y tantas... A saber, a siempre volver a ver: Birdy, Peggy Sue Got Married, la genial Raising Arizona (para la que tuvo que audicionar veinte veces para los Coen que no lo veían), Moonstruck, el pre-american psycho de Vampire Kiss, Wild at Heart, Leaving Las Vegas (que le valió un Oscar por una de sus interpretaciones más "conservadoras") Con Air, The Family Man, Adaptation, Next, Face/Off, Matchstick Men, The Rock, Bad Lieutenant: Port of Call New Orleans, Knowing, Kick Ass, Mandy, Colour Out of Space, Renfield, Dog Eat Dog, Mom and Dad, Prisoners of Ghostland... Y una de las favoritas absolutas de Rodríguez: The Wheater Man, casi una novela de Richard Yates o de Bruce Jay Friedman y pulsando una de sus cuerdas y notas más magistrales: la de Cage como tipo normal y a punto de quebrarse al que nadie comprende (impagables sus escenas con Michael Caine, como padre tan desconcertado por las turbulencias y tormentas de su hijo) y que sólo desea ser comprendido. Y son tantas las suyas (son ya más de cien en total) y son tantas las que no vio y ya vienen Longlegs y The Surfer... Y si se lo preguntan, Rodríguez piensa que Cage sería el único capaz de levantar remake de It's a Wonderful Life --que ojalá nunca se haga-- porque ya entonces, James Stewart era noveau shamanic en el clásico de Frank Capra.

Y, aun así, son muchos y demasiados los que ("¿Rey de la mala película buena?", "¿Actor Gonzo-Lasagna?", "¿Genio o payaso?", ¿"Maestro de la peluca freak"? "¿De verdad pidió que le untasen los pies con yogurt para excitarse en una escena con sexo?", "¿King Meme?") no acaban de comprender a Cage. Y, piensa Rodríguez, es una suerte que así sea; porque cada vez quedan menos cosas y seres más allá de toda explicación.

CUATRO Y días atrás, Cage volvió a ser noticia: cageana entrevista en The New Yorker. Y "celebración surrealista" del 60 cumpleaños de aquel quien no dudó en bautizar como Kal-El a hijo suyo (y que siempre se quedó con las ganas de ser ese frustrado Superman de Tim Burton); o de casarse con alguien más-o-menos sólo porque era la hija de Elvis; o de aceptar el desafío de su primera esposa, Patricia Arquette, de no darle el sí hasta que le consiguiese autógrafo de J. D. Salinger (Cage, por supuesto, lo consiguió). Y la semana pasada Cage tuvo casi brote psicótico cuando, para una próxima entrega de Spider-Man, le escanearon su rostro y cuerpo y comenzó a aullar sobre los peligros post-mortem de la Inteligencia Artificial. Bien por él: Cage siendo Cage.

El nuevo shamán de siempre.

 

Un tipo enjaulado en la jaula de sí mismo y --escondida en algún lugar de su cuerpo, calurosamente helado, caged-- con la única copia de la llave que la abre y que la cierra.