El entonces presidente Carlos Menem atravesaba un trance difícil en 1991. Hasta marzo de ese año se habían sucedido hiperinflaciones (recidivas del legado del gobierno alfonsinista), el fracaso de un plan económico acordado con Bunge y Born (con dos ministros sucesivos de Economía al timón) y mil peripecias infaustas. El desembarco de Domingo Cavallo en Economía y su “plan de convertibilidad” fueron el primer bálsamo y una clave de lo que sucedería en la década siguiente. De movida, el programa de estabilización y paridad cambiaria entre peso y dólar “mató” a la híper súbitamente. Las consecuencias se vivieron de inmediato: sosiego para la sociedad civil. La híper anula los contratos, invade y desestabiliza la vida cotidiana… el orden sobreviniente cimentó la larga vigencia de Menem.
En agosto se realizaban elecciones que incluían la renovación de las gobernaciones provinciales. Menem sacó de la galera a tres candidatos en distritos cruciales. A dos los introdujo en “la política”: el santafesino Carlos Reutemann y el cantautor tucumano Ramón “Palito” Ortega. Le ofreció Buenos Aires a su vicepresidente en ejercicio, Eduardo Duhalde, un dirigente de ordenado cursus honorum en el peronismo provincial. Se trataba de apuestas audaces, en distritos de improbable gobernabilidad.
Duhalde fue el único que exigió una prueba de amor, una contraprestación contante y sonante. El presidente selló el pacto. Así vino al mundo el Fondo de Recuperación histórica del Conurbano Bonaerense (FCB), un plataducto de flujo diario de Nación a la provincia, con idea de asignarlo a infraestructura.
Los tres mosqueteros dispares vencieron en las urnas.
Las constituciones nacional y provincial vedaban a Menem y Duhalde buscar las respectivas reelecciones. En el camino hasta 1995, ambos promovieron reformas que les permitieron revalidarse y construir una relación conflictiva que duró hasta 2003, cuando un inesperado delfín de Duhalde, el gobernador santacruceño Néstor Kirchner los terminó relegando a segundo plano.
Menem alumbró su senda con estabilidad, venta a precio vil de las joyas de la abuela y una muñeca brava para hacer política. Duhalde pavimentó la suya con obra pública, sin descuidar del todo la política social cara a cara.
El Fondo del Conurbano llegó a recaudar 650 millones de pesos equivalentes a dólares. En 1995 se congeló su importe en esa esa cifra. Con dólar estable, conservó valor hasta la crisis de 2001-2002: las sucesivas devaluaciones depreciaron al peso.
La provincia más poblada de la Argentina cedió recursos en beneficio de las demás.
Por esos ritornelos de la vida, el presidente Mauricio Macri y la gobernadora María Eugenia Vidal resucitan el FCB.
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El zanjón de Alsina del siglo XXI: La mandataria bonaerense promovió una demanda astronómica ante la Corte Suprema. Mientras el tribunal trata de ingeniarse para no resolver de modo catastrófico el pleito, Macri añade al FCB como ítem esencial de su paquete de reformas permanentes, herramienta sustancial de la ofensiva respecto de las “otras” provincias.
El presidente lleva la iniciativa, tiene las llaves de la caja y reforzó su poder. Durante la etapa anterior se hablaba de “la chequera y el látigo”, hoy está de moda llamarlo “grandes consensos”. La diferencia de nomenclatura es mayor que la metodológica.
La puesta en escena de los anuncios en el Centro Cultural Kirchner y en el primer cónclave con los gobernadores resaltó la primacía de Macri. Lo escucharon azorados y calladitos la primera vez. Varios quedaron patitiesos al leer después las reformas impositivas para sus territorios, entre ellas el arrasamiento del Tierra del Fuego. Y en la reunión “a solas” solo tres mandatarios locales hicieron uso de la palabra, reivindicando dineros propios. Nadie intentó expresar (menos encabezar) al conjunto entre otros motivos porque hubiera sido imposible. Las murallas de los territorios custodian pero también aíslan de los pares, hasta de los vecinos. De tendencias hablamos, nada es absoluto en las viñas del Señor.
El contrato de adhesión redactado por el Gobierno nacional terminó de escribirse con posterioridad al cuasi monólogo con los gobernadores. Dicho en criollo: Macri les cambió la oferta tres veces.
El rumbo es inequívoco, en el más reciente retoque se redirecciona el revival del FCB. La Nación deriva una parva imponente de recursos a “la provincia”, en detrimento de la masa coparticipable y, en especial, sisando los fondos de la Administración Nacional de la Seguridad Social (ANSES).
Para compensar en parte a las provincias remanentes, se insinúan modificaciones en distintos impuestos, que no abordaremos acá.
Antes de que los damnific… los interpelados respondieran, Buenos Aires cantó falta envido y truco: el ministro de Economía, Hernán Lacunza, clamó por más plata.
Una reunión generosamente divulgada entre Vidal y el presidente de la Corte Suprema Ricardo Lorenzetti encendió una señal de alerta para quienes se enteraron por los diarios. No violaría los protocolos supremos de trato equitativo a las partes si luego se honraran encuentros con los 22 gobernadores extra metropolitanos… habrá que ver. De cualquier manera, esta vez el orden de los factores altera el producto. Avisados sobre el clásico timing oportunista de Lorenzetti, los gobernadores de extramuros leyeron un guiño: una palada a cuatro manos para trazar el nuevo zanjón de Alsina. Exageramos, con fines pedagógicos…no taaanto.
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Dependencia acentuada: El binomio Menem-Cavallo acentuó la vulnerabilidad de las provincias (todas, en este caso) al transferirles las funciones educativas, de salud y sociales sin derivarles los recursos necesarios.
El “sistema” impositivo federal es un galimatías que Macri aspira a simplificar agravando la asimetría. Los aumentos de impuestos al vino, la cerveza y las gaseosas con azúcar o jugos de fruta castigan a quienes los producen y, a la larga, a los consumidores.
Nadie debe dar por cerradas las tratativas mientras transcurren: es prematuro o aún zonzo. El Gobierno nacional retractó la suba del impuesto al vino ante la primera queja de las provincias perjudicadas. Queda pendiente saber cómo procederá ante el pressing de la multinacional Coca Cola.
El regateo continúa, tienta preguntarse si Macri ofrece su primer proyecto como anzuelo y retrocede un cachito premeditado para embaucar o complacer a las contrapartes. La impresión de este cronista, abonada por funcionarios de varias provincias y macristas ajenos al equipo del ministro de Economía Nicolás Dujovne, es que el oficialismo “va por todo”. Y que Macri se reserva la facultad de rectificar los sueños de su visir.
De nuevo: el rumbo del nuevo programa es preciso, fortalecer las finanzas de “la Provincia”, resintiendo a las demás. El paquete resiente los derechos e ingresos de los trabajadores y los jubilados mientras derruye al patrimonio de ANSES.
El combo reformista rebaja “in eternum” el valor adquisitivo de las jubilaciones. El ajuste de cuentas respecto del “pasado ominoso” toma la forma de ajuste a secas, en el bolsillo de los jubilados y en el mayor organismo del sistema de protección social. Una especie de Bingo en contra, pongalé.
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Freno y representación: El triunvirato que conduce la Confederación General del Trabajo (CGT) rechazó de plano la reforma a la ley de Contrato de Trabajo, la más reaccionaria desde que la dictadura la despanzurró. No pateó la mesa, las conversaciones se mantienen. El reflejo es astuto frente a la táctica macrista: concesiones parciales sin contrapartidas constituirían retrocesos sin mérito ni rédito.
La cúpula cegetista es acusada de no responder con medidas de fuerza o un plan de lucha. Los dirigentes replican que convocaron movilizaciones propias o con movimientos sociales y también un paro general. Y que esas herramientas pueden producir rechazo social y se deben dosificar.
La contestación del triunvirato al Gobierno tomó nota del activismo surgido de seccionales y sindicatos del interior, más combativos que la conducción de la Central Obrera cuyo elenco cuenta con sindicatos o dirigentes más concesivos que la cúpula. Sin un liderazgo único, los triunviros tienen a mano un recurso interesante si aspiran a sentarse fortificados a las tratativas. Es reforzar y ceñir su mandato, abriendo el juego a sectores combativos y organizados del movimiento obrero. Un Comité Central Confederal ampliado en el que se hiciera escuchar una camada fresca de dirigentes los ayudaría a mostrarse encabezando un frente remiso a concesiones imbancables.
Si asumen que están “condenados a representar”, puede facilitárseles la tarea escenificar el cuadro de alianzas, coloreando el tono del conjunto.
A su vez, los Movimientos Sociales lanzaron en una Asamblea “un plan de lucha con el objetivo de impulsar la ley de Emergencia Alimentaria y una ley integral de la Economía Popular”. Fijaron acciones escalonadas que se prolongan hasta diciembre. El elenco oficialista supone que un bono-plus de fin año para trabajadores de la economía popular podría sosegar la combatividad. Las prestaciones en dinero, según el imaginario oficialista, fungen como una especie de seguro contra la protesta social embravecida.
Un año atrás, la jugada salió bien, según sus propias premisas. Los inevitables aumentos de precios y de tarifas de fin de año más sucesivos desaires del Gobierno conspiran en su contra.
Hagan sus apuestas.
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La dialéctica manda: La liga de Gobernadores potente y unida es, casi siempre, un mito alimentado por cronistas perezosos o poco observadores. La Casa Rosada es el sol, habitualmente: planetas, satélites o asteroides constelan en su torno. En crisis filoterminales, la asimetría de poderes aminora, con todos debilitados o exhaustos. Los ex presidentes Fernando de la Rúa y Duhalde articularon y conversaron más que otros colegas, compelidos por las circunstancias, pero tanto ellos como sus interlocutores padecían anemia.
Los taitas provinciales saben ser astutos. Tienen límites y defectos… la candidez no suele estar entre ellos. Los diseños fiscales puestos ahora en cuestión son a menudo taimados: generan pequeños enclaves de “competitividad espuria”: venga e invierta en… el pago en que se pagan menos impuestos.
La coyuntura constriñe de modo similar a gobernadores o a la CGT. Un tramo crucial se dirime en el Congreso. Es imaginable que el macrismo agravará las reformas que proyecta en la discusión y las distorsionará al reglamentarlas. Hay precedentes cercanos: flor de motivo para sospecharlo.
Macri pegó primero, sustentado en el veredicto electoral. Propone un programa amplio, lo discute fragmentariamente con(tra) interlocutores sorprendidos.
El reto para estos, para la militancia social y política, para las fuerzas con representación parlamentaria es encontrar el modo de converger en el Congreso, en la calle, en el Ágora y la Academia.
La dialéctica manda: su debilidad relativa es parte de la fuerza del oficialismo. Unificar a “la oposición” resulta un objetivo imposible, en el estadio actual. Confluir tácticamente en la acción es tan difícil cuan necesario.