Relatar la historia –sobre todo cuando se hace referencia a acontecimientos y situaciones relativamente recientes o contemporáneas- es siempre una tarea ardua y que abre necesariamente a los debates. Por este mismo motivo, hacerlo entraña riesgos que se amortiguan cuando lo que se plasma en la escritura son datos, documentos, hechos y situaciones que contribuyen al discernimiento que quienes se acercan a ese trabajo como audiencias o lectores. Precisamente ese esfuerzo de poner en evidencia hechos y circunstancias en torno a la sanción del Estatuto del Periodista profesional es lo que logró plasmar el Sindicato de Prensa de Buenos Aires al producir el libro “Perón y el gremio de prensa. A 80 años del Estatuto del Periodista” (Buenos Aires, 2024) un trabajo que reúne aportes de Tomás Eliaschev, Julia Rosemberg, Felipe Celesia y Fernanda Nicolini y que cuenta con el prólogo de Eduardo Jozami.

La obra consta de cuatro capítulos y un epílogo a cargo de Agustín Lecchi, secretario General de Sipreba, cada uno de los cuales tiene valor en sí mismo y pueden leerse de manera autónoma. No obstante, todos los aportes son complementarios entre sí y contribuyen desde perspectivas diferentes, al propósito central del libro: poner en valor el Estatuto del Periodista, ofrecer información acerca del contexto en el que fue sancionado y allí el protagonismo que tuvo Juan Domingo Perón para que ello aconteciera. Pero más allá del valor histórico el libro se convierte en un pretexto para actualizar la importancia del Estatuto en la coyuntura y para reflexionar sobre las dificultades que atraviesa hoy el periodismo. Porque, tal como lo señala acertadamente Lecchi en el epílogo, “la gestión de Milei puso en discusión derechos consagrados que parecían un piso para cualquier gobierno democrático, muchos de los cuales se mencionaron en este libro”.

Efectivamente Tomás Eliaschev (1977), periodista y militante sindical, hace un valioso recorrido histórico, cargado también de anécdotas, personajes, artífices y protagonistas situados en los contextos, sin escatimar consideraciones políticas acerca del proceso que culminó con la firma del Estatuto en 1944. Poniendo en valor también el hecho poco conocido de que junto al estatuto del periodista se sancionó también el estatuto del personal administrativo de los medios. Dos marcos regulatorios que, como señala en este caso el autor, continuarán vigentes “siempre que quienes y trabajan en prensa no pierdan la memoria, se organicen sindicalmente y hagan política para defender los derechos de la clase trabajadora”.

La historiadora Julia Rosemberg hace su contribución en torno a lo ocurrido con el diario La Prensa, su expropiación y pase a manos de los trabajadores, como parte de una batalla político cultural que se truncó con el golpe de 1955. Fue esta también una manera que el peronismo tuvo –dice- de poner en acción el convencimiento de que “por sobre la propiedad individual estaban el bien común, lo público y lo nacional”.

Las páginas escritas por el periodista Felipe Celesia (1973) están dedicadas a los medios públicos, entendidos como “el sistema nervioso de un país” y que tienen en la creación de Telam (entonces “Telenoticiosa americana”) en 1945 un hito fundamental, entre otros motivos, porque surge con el propósito central de disputarle el relato y la interpretación a los grandes medios extranjeros que entonces cubrían la información dentro del propio país. En ese sentido Telam se adelantó a lo que, en el escenario internacional se conocería en los años setenta y ochenta como el debate sobre el Nuevo Orden Informativo Internacional (NOII) en la disputa entre el Norte y el Sur. Pero el trabajo de Celesia abarca también parte de la historia de Radio Nacional y de Canal 7, lo que hoy es la Televisión Pública. Un recorrido histórico sumamente valioso para mirar también el presente de la comunicación.

En su capítulo Fernanda Nicolini (1979), periodista y escritora, hace una puesta al día sobre la experiencia del semanario de la CGT de los Argentinos, que encabezó Raimundo Ongaro. Se trata de una reconstrucción rica y minuciosa no solo de las circunstancias políticas, la forma de producción y el sentido del trabajo periodístico vinculada a la acción política, sino también del papel y la relevancia que en ello tuvieron personajes notables del periodismo argentino entre los cuales sobresale la la figura de Rodolfo Walsh. Un texto que bien podría ser lectura obligatoria para quienes estudian periodismo en la Argentina.

En síntesis, el libro abre a una mirada política, desde el peronismo pero abierta también a otras posturas y debates, con el pretexto del Estatuto del Periodismo, pero para mirar la relación entre la política, la militancia, la acción gremial y el trabajo profesional. Un insumo valioso por sus referencias históricas y por las enseñanzas que de allí se pueden extraer, pero fuente también de aportes que contribuyen a discutir sobre las acciones políticas, gremiales y profesionales en hoy en día.

Como se puede leer en la contratapa del libro editado por Nicolini y Waisberg, “Perón y el gremio de prensa” busca “ser, para quienes hacemos los medios de comunicación públicos, privados y autogestivos, una breve hoja de ruta de un pasado común que cimienta las luchas por venir”. Y tal como lo señala Eduardo Jozami en el prólogo, los textos que allí se reúnen “recuerdan a figuras y circunstancias de una historia que podemos evocar con orgullo”.
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