El 23 de julio de 1892 nació Tafari Makonnen Woldemikae en la ciudad de Ejerza Gora, en Etiopía, un líder cuya vida y obra han dejado una huella imborrable en la historia africana y mundial. Al ascender al trono de Etiopía en 1930, Haile Selassie I no solo gobernó con una visión reformista, sino que también se convirtió en un emblema global de resistencia contra el colonialismo y el imperialismo.
Durante su reinado, Haile Selassie I implementó reformas significativas que modernizaron Etiopía, desde la introducción de una constitución en 1931 hasta la modernización del ejército y la promoción de la educación. Su liderazgo brilló especialmente durante la invasión italiana de 1935, cuando su llamado a la Liga de las Naciones, denunciando la agresión, captó la atención internacional y subrayó la injusticia del colonialismo europeo.
Otro momento destacado de Haile Selassie I en el ámbito internacional se produjo en 1945, cuando se consolidó como uno de los fundadores de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), representando a Etiopía en la conferencia de San Francisco que estableció la institución supranacional, destacando su compromiso con la paz y la cooperación global. Además, en 1963, bajo su liderazgo, se fundó la Organización de la Unidad Africana (OUA) en Addis Abeba, marcando un hito en la causa panafricana al reunir a 33 naciones africanas para promover la descolonización y la unidad continental. Su visión de una África unida resonó a lo largo de su mandato y más allá.
La visita de Haile Selassie I a Jamaica en 1966 consolidó su estatus sagrado entre los rastafaris, quienes lo veneramos como una figura divina. La recepción masiva y el fervor espiritual de sus seguidores reflejan la profunda conexión entre Etiopía y el movimiento Rastafari, estableciendo un puente entre la espiritualidad y la lucha por la justicia.
El misterio que rodea la muerte de Haile Selassie I en 1975 ha añadido una capa de enigma a su legado. Aunque el gobierno etíope anunció su fallecimiento, su cuerpo nunca fue encontrado y las versiones sobre su muerte han alimentado las creencias en su inmortalidad. Para los rastafaris, Selassie sigue vivo como un símbolo de resistencia y esperanza y su visión de una África unida sigue siendo una fuente de inspiración.
El mensaje de Haile Selassie I, expresado en la constitución de la Unión Africana, “Que esta Convención dure mil años”, sigue siendo un poderoso recordatorio de la necesidad de unidad y emancipación. Su legado aboga por una África libre y próspera, también desafía las narrativas de opresión, ofreciendo una visión de igualdad y dignidad para todos los pueblos. En su natalicio, celebramos a un líder histórico y a un emblema eterno de lucha y esperanza para un futuro mejor.
Como rastafari, veo en Haile Selassie I mucho más que un líder político. Su coronación en 1930, cumplió la profecía de Marcus Garvey sobre un rey negro en África como símbolo de liberación. En 1966, su visita a Jamaica consolidó su estatus sagrado entre nosotros los rastafaris, quienes lo recibimos con un fervor espiritual que aún perdura en nuestra comunidad. La premisa de que Haile Selassie I sigue vivo se basa en nuestra fe en que no creemos en un Dios muerto; el misterio y las versiones contradictorias sobre su fallecimiento refuerzan nuestra convicción de que el León de Judá sigue triunfando. Su visión de una África unida por mil años sigue siendo más relevante que nunca, desafiando las narrativas eurocéntricas y reafirmando nuestro sueño de un mundo sin divisiones entre humanos de primera clase y humanos de segunda.