Creo que el mainstream mediático está representado mayormente por gente de Palermo con su vida económica resuelta. A mí no me representa esa visión, pero entiendo que a la gente le interesa, porque tiene un atractivo aspiracional” dice Yuri Dolinsky, de Caseros y mejor conocido como “el chico de la bici”, un comediante que se hizo viral subiendo chistes mientras pasea en su mountain bike por los barrios del conurbano. Hace stand up y otras artes escénicas desde hace seis años y se presenta de forma regular en los escenarios principales del under porteño y conurbano.

Dolinsky empezó a hacer chistes de muy chico, como una forma de escaparle al bullying que le hacían en la escuela técnica a la que iba. Lo cargaban por el apellido y un día decidió usar eso a favor, en vez de ignorarlo o enojarse. Obtuvo la risa de sus compañeros y más tarde la amistad.

Aunque todavía no se bajó de la bici y sus paseos por el conurbano continúan, con el stand up propiamente dicho empezó en el 2015 en el Paseo La Plaza y en un bar que se llamaba Absinth. Poco después se incorporó a la compañía de improvisación de Mosquito Sancineto, con el que tomaba clases. En las redes sociales, sus chistes son festejados por más de 120.000 seguidores. Comenzó a hacerse conocido con un personaje a modo de parodia que se llamaba “Mani a la obra”, un albañil que hacía tutoriales de construcción con un tono inseguro y en neutro, donde juntaba sus dos mundos: el colegio industrial y el trabajo como locutor. 

Actualmente, trabaja en marketing y hace la voz de publicidades y canales de YouTube. De ahí salió el show con el que está presentándose en distintos escenarios: “Locutor Nacional”. Lo define como un resumen de momentos ridículos que le sucedieron trabajando en el mundo de la publicidad y la tele, atravesados por la contradicción de que le paguen por decir algo que tenga que sonar bien. Si bien hoy en día las redes sociales son el medio para circular, asegura que él prefiere hacer reír a la gente en vivo. “Es una sensación que desborda el cuerpo” dice.

El humor conurbanense

Su humor trabaja con el género paródico. Toma un formato conocido y lo mezcla con algo extraño, dislocado, mezclando lo formal con la clásica avivada argentina. Otro de sus números es un tutorial en neutro sobre cómo colgarse del cable del vecino. Dice que su contenido está teñido por la mirada de una persona que vive en el conurbano y tiene que trabajar todos los días en capital. 

Para Dolinsky, ser artista en el conurbano es mucho más complejo subjetivamente. “No existe el "voy a probar suerte" o "me voy a tomar un año sabático para dedicarme de lleno al arte, o para encontrarme conmigo y qué quiero hacer con mi vida". Todos tenemos otro trabajo”, afirma. 

Durante mucho tiempo, quiso escaparle a los estereotipos del conurbano en sus chistes, sobre todo a los negativos. “En el Paseo La Plaza le preguntás a un público de porteños si el conurbano es peligroso te dicen que si, y si en un bar de Ramos Mejía hacés chistes sobre robos a la gente le encanta. No tiene sentido forzarse a ir en contra del sentido común, a lo sumo después podés ver cómo seguís o qué te pasa a vos con eso, cómo le podés dar una vuelta”, afirma. 

Lo humorista no le quita lo nostálgico y confiesa que extraña la idea de comunidad que había antes en su barrio. Cree que con la instalación de las redes sociales se perdió la vecindad. Le preocupa que esa mirada individualista, de la que también se siente parte, esté calando cada vez más fuerte. “Acá a dos cuadras de mi casa hubo vecinos que se pusieron de acuerdo y asfaltaron una calle, hace treinta años. Hoy en día cada uno está en la suya. Eso era algo lindo del conurbano que se está perdiendo y genera una cierta añoranza", declara. 

Dolinsky relata lo mismo que muchos artistas del under, después de la pandemia los espacios independientes cerraron y decayó “la movida”. Ahora solo hay lugar para los artistas más comerciales, comenta, aquellos que pueden llenar un teatro. “El under del stand up suele ser entre triste y deprimente detrás de escena. Sobre todo cuando alguien empieza a producir un ciclo en un bar que nunca tuvo stand up. En general el comediante es de clase media baja. Es raro ver a alguien con un apellido ilustre haciendo stand up, no duran mucho. Esa es una diferencia que tenemos con el teatro, dónde hay gente de mucho dinero siempre”, afirma. 

El humor en uno mismo

Como muchos otros comediantes, construye sus chistes a partir de la observación, recogiendo algo que está latente socialmente, pero de lo que no se habla mucho y desde ahí busca su propia incomodidad, aquello que le da miedo o vergüenza que le suceda a él. Su nuevo show, por ejemplo, se burla de los rituales de apareamiento posmodernos, la seducción por mejores amigos de Instagram, la vergüenza de reinstalarse Tinder, el lugar que ocupa "el primer beso" y las relaciones abiertas, entre otros temas. Siempre desde la mirada de un varón “a medio deconstruir”, aclara Dolinsky, que reconoce que al pasar por una escuela técnica donde el chiste soez era diario, hay restos de machismo que lo acompañan. 

En su paso por la Universidad Nacional de La Plata, donde estudió Comunicación, pudo leer a distintas autoras y autores que lo hicieron preguntarse por ciertos estereotipos y prejuicios que arrastraba. Las lecturas lo llevaron a cuestionarse lo que estaba diciendo, de qué se reía y quién era su objeto de burla. “Tampoco uno puede estar arriba del escenario preguntándose esto constantemente, pero sí cuando escribís podés pensar en que tus chistes no sean sobre minorías, por ejemplo. Trato de llevar el foco de la burla hacia mi, no hacia el otro”, afirma. 

Sus artistas favoritos son Connie Ballarini, Lucas Lauriente, Los Macocos y Los Blabla. De adolescente fue un gran consumidor de Capusotto y actualmente disfruta mucho de ver a Jordan Jensen y Sam Morrill.

“Sacando la efectividad de lado, a mí me gustan las situaciones que me dejan incómodo o mal parado. Creo que todos por más progres que seamos tenemos momentos donde nos replanteamos nuestra ideología, o sentimos contradicciones. Por ejemplo, yo políticamente me considero de izquierda y hace poco empecé un curso de inversiones en bolsa. Me da vergüenza contarlo en público, parezco el yaguareté de Wall Street. Creo que es lindo expresar o poner sobre la mesa esas sensaciones que nos humanizan. No es lo mismo el humor con el que uno a veces está ideológicamente de acuerdo que el que te hace escupir de risa, aunque sea algo que rompe nuestra forma de pensar", afirma. 

Para seguir sus shows y reírse con sus chistes, es posible seguirlo en sus redes sociales: en instagram, Yuri Dolka. Su próxima presentación será el viernes 27/7, junto a VAKA, otro comediante, a las 22.30hs en el bar La silla eléctrica comedy club (Santa Fe 2729, CABA). Las entradas pueden adquirse online en la página Eventbrite.