La vida de Iñaki Antonio tiene algunos giros fascinantes. Oriundo de Trelew, Chubut, desde chico él y su hermano Danilo tuvieron inquietudes musicales y formaron varias bandas en tiempos de la secundaria. A los 17 años se vino a Buenos Aires para jugar en las inferiores de River. Un año después, en 2007, debutó en la Primera del club de Núñez –“a  (Marcelo) Gallardo lo tuve como compañero y es un gran tipo, un gran capitán”, recuerda-, con Daniel Passarella como técnico. Después de varias idas y vueltas, Iñaki emigró a Italia a seguir su carrera como jugador profesional en clubes como Parma, Brescia, Sampdoria y Ascoli. En 2017 volvió a la Argentina, dejó el fútbol y se abocó de lleno a la música. Un par de años después nació la banda de rock Francia 98. “Parece otra vida, me río solo, nada que ver ahora donde estoy”, dice el cantante y compositor del grupo, que también integra con su hermano Danilo, bajista.

La banda, que se completa con Agustín “Coco” Nieto en guitarra, Joaquín Bonazzola en batería, Marcos Cabeza en teclados y Nico Monti en ukelele, acaba de publicar una nueva canción, “El pescador”, un adelanto de su segundo disco, que se llamará Buenas decisiones y saldrá en octubre. “La pesca es brava y no da respiro", dice una parte de la letra de esta canción melancólica que cuenta con la colaboración de Willi Piancioli de Los Tipitos, quien también está produciendo el disco. “Fue la canción que más rápido se armó, con una estructura fácil al oído. Willi siempre dice: ‘No confundamos a la gente, no hagamos cosas raras’. En medio de la grabación había una estrofa que la imaginamos para él y le ofrecimos cantarla. Y le quedó pintada”, resalta Iñaki. “La canción cuenta la historia de un pescador del sur. Allá, de donde soy yo, está lleno de pescadores. Y tienen una vida muy brava. Entonces, desde algún lugar, esta canción refleja la vida de esas personas que cuando están en altamar quieren volver a tierra. Pero cuando están en tierra quieren volver a navegar”.

-¿Y con qué cosas tienen que ver esas “buenas decisiones” que señala el título?

-Relata un poco lo que fue el momento en el que estábamos: con la cabeza abajo del agua en nuestras vidas en este último año y medio. Pero un día nos levantamos y empezamos a tomar algunas decisiones que resultaron buenas en relación a la música. Somos chicos que sabemos qué es dejar la casa desde jóvenes. Y eso ha resultado ser una ventaja para ponerle el pecho a las cosas, porque Buenos Aires era una camiseta que nos quedaba grande. Sin embargo, de a poco estamos animándonos cada vez más. Es una ciudad que después nos terminó adoptando y ahora nos sentimos parte de ella.

En agosto, además de telonear a Jóvenes Pordioseros el sábado 3 en Olavarría, lanzarán el tercer y último single, “Promesa y olvido”, que cuenta la historia de un “rockero que no la pegó”. El primer corte del álbum había sido “Dame!”, con una impronta pop-rock. “El disco sube la apuesta, tiene un ADN más vinculado al rock-canción. Es más fuerte y guitarrero, Nos representa mucho y marca el camino a futuro. Le da una cuota de diversión también a lo que viene”, explica el ex futbolista. “Estábamos en la búsqueda de un productor y cancionista. Y que desde algún lugar pudiera reflejar la esencia del rock argentino”, dice sobre la elección de Piancioli como productor. “Nuestra idea como banda es hacer rock nacional, no estamos interesados en interpretar canciones que ya existen, sino ofrecer una propuesta. Hoy en día lo que ha pasado mucho es que todos interpretamos las canciones con las que crecimos. Y sin embargo no hay nada más lindo que honrar todo eso intentando hacer algo propio pero con ese ADN bien argento”.

En el primer disco, La fábrica de canciones (2021), hay un tema muy significativo para el espíritu y filosofía de la banda, “El chamán”. “En un momento de mi vida estaba muy desalineado, había dejado el fútbol y me costaba caminar por la vereda del sol. Me sentía raro”, cuenta el músico. “Entonces, un amigo me aconsejó visitar a un chamán que vive en medio de la montaña, en Traslasierra, Córdoba. Me mandé para allá y viví una gran experiencia. Me encontré con un tipo de barba blanca; espiritual pero no religioso. Es un amigo del viento, en otra vida eran los sabios de la tribu. Son tipos que te dicen una palabra justa y que tienen una sensibilidad especial”, dice. “Entonces, el encuentro con él me permitió ponerme en un lugar de introspección y entender qué me estaba pasando en ese momento de mi vida. A veces está bueno hablar con estos tipos que no son amigos ni psicólogos ni familiares, sino que son personas que tienen un don especial. Y en ese momento de introspección pude volver a la ciudad un poco más entero y de a poco mi vida se fue acomodando. Cuando uno deja una profesión y se pone a hacer otra cosa necesita un tiempo para adaptar las ideas a la cabeza”.

-¿Por qué tomaste la decisión de dejar el fútbol a los 27 años?

-Fue una serie de acontecimientos, como todo, nunca algo se hace de un día para el otro. Primero y principal, yo estaba en una época en la cual necesitaba cambiar porque la música me generaba más alegría que lo que me estaba generando el fútbol. También tuve un conflicto contractual con River. Todo eso me pesó. Y en un momento mi rendimiento no era el adecuado. Me alejé del fútbol con un recuerdo muy lindo del campo de juego, porque el escritorio es nefasto. Y la gente que maneja el fútbol nunca en su vida agarró una pelota. El verdadero fútbol es el que se juega en el barrio con los amigos o el que uno juega en el club pero sin contar el afuera. Es un mundo bastante especial.

-¿Y qué encontraste en ese campo de juego?

-Uno juega como vive. Me parece que la cancha refleja absolutamente las personalidades de los jugadores. Era muy gracioso, porque yo conocía muchas veces a mis compañeros antes de pisar la cancha y después en la cancha decía: "Ah, era obvio". Porque ahí se ve el egoísta, el cariñoso, el solidario. Entonces, la cancha hace de espejo.

-¿Encontrás alguna relación entre el mundo del fútbol y el de la música?

-Un amigo dice: "El fútbol es a la mañana y la música a la noche". A mí me costaba lidiar con las dos cosas a la vez. Me parece que hay un estado de adrenalina que se vive en los dos rubros. Tanto lo que se siente antes de salir a un escenario como antes de jugar un partido. Si hiciéramos un paralelismo, el baterista es el arquero, los bajistas defienden y los guitarristas tienen que tratar de dibujar… y los cantantes pueden tomar más riesgos.  ¡Y son los que meten más goles!