Trans, migrante y pobre. Se llamaba Carolina Machado y era de origen ecuatoriano. Tenía 39 años y llevaba varios años viviendo sola en Argentina. Estaba en situación de calle y el 8 de julio murió por el frío extremo frente a la plaza del hospital Francisco Javier Muñiz, donde al día siguiente tenía una consulta médica. Su muerte fue conocida hace una semana.

Previo a su fallecimiento, sus compañeras del parador en el que se estaba alojando por las noches, en Constitución, perdieron contacto con ella. “Hacía cuatro días que no estaba en el parador. Del parador dieron aviso que se había ido, que no aparecía y ahí las compañeras la comenzaron a buscar”, cuenta Laura Meza, coordinadora de Casita Roja Ammar, el sindicato de trabajadorxs sexuales de Argentina, mientras reparte comida en esta organización que también funciona como comedor popular.

De vez en cuando, Carolina llegaba a las instalaciones de la organización a comer y a bañarse. Ejercía el trabajo sexual en el día y momentáneamente, por las noches, se alojaba en un parador entre las calles Santiago del Estéro y avenida Constitución. 

Ahora Medicina Legal realiza la autopsia y aunque hay una petición de la familia de repatriar su cuerpo a Ecuador, Ammar estima que por el costo que implica una repatriación, Clara será enterrada en Argentina.

Página12 consultó a la Embajada de Ecuador en Argentina y al Ministerio Público Fiscal de la Ciudad de Buenos Aires sobre la posible repatriación del cuerpo, pero al cierre de esta nota ninguna institución había contestado.

Carolina es la quinta persona fallecida en situación de calle en el marco de uno de los inviernos más crudos y con alertas rojas por ola polar que atraviesa Argentina en los últimos años. Como ella, más de 8 mil están sin casa y viven en la calle, de acuerdo con el último Relevamiento Nacimiento de Personas en Situación de Calle, de diciembre de 2023. Pero su condición migrante y sexogenérica representaba mayor vulnerabilidad en un país donde el promedio de vida de una persona travesti trans no sobrepasa los 40 años.

Su muerte también ocurre en un contexto social de ajuste y una avanzada antiderechos del gobierno de Javier Milei que ha puesto el foco en las mujeres y en las disidencias sexuales con el desmantelamiento de instituciones y políticas públicas.

“No casualmente una persona migrante, trans, racializada, es una de las personas que termina como víctima justamente de un contexto de ultraderecha con un gobierno que no garantiza las condiciones fundamentales de vida, políticas públicas y derechos para las vidas de las personas travesti trans y no binarias”, opina Manu Mirelles, cofundadora del bachillerato travesti trans Mocha Celis, haciendo énfasis en el fin de políticas públicas como la Ley de Cupo Laboral Travesti Trans, con la cual un 10 % de las personas travesti trans despedidas que había podido acceder a un empleo formal desde el Estado.

Según Mirelles, a esta desigualdad se suma que las personas migrantes no necesariamente cuentan con redes de apoyo y acompañamiento, y en el caso de las personas trans y no binarias viajan hasta Argentina para garantizar derechos que en sus países son negados, pero que acá ahora se encuentran en peligro. En Ammar, Meza sostiene que el 90 % de las personas que atienden son migrantes.

Desde la campaña electoral presidencial en Argentina, de acuerdo con Mirelles, las organizaciones sociales comenzaron a identificar un incremento en los discursos de odio y ahora reportan una triplicación de hechos de violencia institucional y en espacios públicos.