La política de extrema derecha tiene tres características principales. El insulto como forma de debate económico y político, la represión como respuesta a todo intento de negociación frente a sus políticas sociales y económicas y una transferencia masiva de ingresos vía el Estado hacia los sectores de altos ingresos.
Los agravios e insultos proferidos por el presidente argentino Javier Milei contra su par español Pedro Sánchez o el brasilero Luiz Inácio Lula da Silva pertenecen a la primera categoría. Los éxitos de la izquierda española o brasileña en materia económica son conocidos. En el primer trimestre del 2024 España ostenta un crecimiento del PIB del 2,5 por ciento -la tasa de crecimiento más elevada de Europa-, mientras que la política económica de Milei provocó una caída del PIB del 5,1 por ciento en el mismo periodo, a pesar del aumento de la producción agropecuaria. Los salarios obreros en el primer trimestre se incrementaron del 2 por ciento en España.
Bertolt Brecht escribió “cuando vinieron por los comunistas, no dije nada porque, no era comunista. Cuando encerraron a los socialdemócratas no dije nada, ya que no era socialdemócrata. Cuando vinieron por los sindicalistas no dije nada, no era sindicalista. Cuando se llevaron a los judíos no dije nada porque no era judío. Cuando vinieron por mí ya no quedaba nadie para protestar”.
El chantaje y el soborno a gobernadores y parlamentarios para conseguir la aprobación de la "Ley Bases” son característicos de esa posición política de la extrema derecha. La represión brutal a los movimientos sociales y a la protesta política frente al Congreso y el cierre de los comedores mientras la comida se pudre en hangares en lugar de distribuirla muestra la verdadera cara de Milei frente a la magnitud del desastre social y humano y la variante represiva como única respuesta.
La política económica ultra ortodoxa llevada adelante por la dupla Luis Caputo-Milei, a la que se ha sumado Federico Sturzenegger, se orienta a trasladar una parte importante del excedente económico hacia los sectores dueños del capital y de altos ingresos en detrimento de los trabajadores. Es la política económica de la extrema derecha aplicada en la década del 1930 en Alemania con el nazismo, el periodo mussoliniano reivindicado por Georgia Meloni en Italia y su “battaglia del grano” perdida - las Leyes raciales de 1938 que condujeron a la deportación a Auschwitz a tantos italianos- o el franquismo en España. Quienes pudimos ver la situación de España al final del franquismo recordamos los mendigos en las puertas de las iglesias, los rostros famélicos, las mujeres vestidas de negro y también que Franco se entrevistó con Hitler en Hendaya, para ofrecerle la los 46.000 soldados de la División Azul. Que Vox, partido formado por los admiradores de Franco, inviten y festejen a Milei no es una sorpresa para nadie.
Un poco de historia
En Argentina, los neoliberales han manipulado las instituciones del Estado para cambiar la distribución del ingreso. Partiendo del año 2000 se observa que durante el gobierno de Fernando De la Rúa con datos de la CEPAL, el decil 10 - es decir el 10 por ciento de la población que ganaba más-, recibía 36,7 por ciento del PIB mientras que el 10 por ciento que ganaba menos solo 0,5 por ciento del PIB. Y los deciles 3, 4 y 5, que pueden considerarse como las capas medias pobres y representan estadísticamente al 30 por ciento de la población, recibían 15,4 por ciento del PIB. Se puede correlacionar esto con el crecimiento económico: en el mismo periodo, entre 1999 y 2001, el PIB tuvo una caída de 8,4 por ciento..
En 2015, luego de las medidas de abrogación de la ley Banelco, de las mejoras sustanciales de los salarios y la reindustrialización llevada adelante por el peronismo, el 10 por ciento que gana más obtenía 30,2 por ciento, 6,5 puntos porcentuales menos del PIB que en 2001. El PIB había registrado un crecimiento de más del 70 por ciento, mientras que el 10 por ciento que ganaba menos recibía 2,5 por ciento, 5 veces más, y los deciles 3, 4 y 5 señalados más arriba obtenían el 17,7 por ciento.
Esta tendencia volvió a cambiar con el tridente Mauricio Macri- Alfonso Prat Gay- Nicolás Dujovne. En 2019, el 10 por ciento que ganaba más llegó a recibir un 31 por ciento del PIB, el 10 por ciento que ganaba menos perdió y volvió al 2,2 por ciento y, lo obtenido por los deciles 3 4 y 5, bajó al 17,2 por ciento. En este periodo el PIB volvió a caer 3,9 por ciento. En 2022, último año de la serie de la CEPAL, el 10 por ciento que ganaban más disminuyó al 29,3 por ciento del PIB, el 10 por ciento que ganaba menos aumentó al 2,4 por ciento y los deciles 3 4 y 5 al 18,3 por ciento. En el periodo 2019-2023 el PIB se incrementó del 3 por ciento.
En el primer trimestre de este año, el INDEC señala en la misma encuesta de hogares que el 10 por ciento que gana más volvió a incrementar sus haberes y obtuvo el 35,4 por ciento del PIB y, como la política económica recesiva de Milei perjudicó a los pobres y favoreció a los ricos, el 10 por ciento más pobre solo obtuvo 1,6 por ciento del PIB . Para que quede más claro: si el PIB se sitúa a fines del 2023 en alrededor de 630.000 millones de dólares, el 10 por ciento que gana más obtuvo 223.000 millones de dólares. Como cada decil representa en 2024 a 2,9 millones de personas, esto significa que cada uno del 10 por ciento que gana más cobra en promedio casi 77.000 dólares. Pero en el seno del 10 por ciento señalado, solo el 5 por ciento se lleva la mayor parte de dicho monto, como lo señalaron trabajos que datan de 1940 (Simon Kuznets) y proseguidos por Thomas Piketty de la Escuela de Economía de París, y Emmanuel Saez y Gabriel Zucman en la universidad de California- Berkeley.
Depresión con inflación
La depreflación actual, es decir la depresión con inflación, comenzó con la devaluación del 118 por ciento en diciembre 2023. Este fenómeno implica no solo una situación de disminución de la riqueza global producida en un marco inflacionario, sino que se acompaña de un incremento del desempleo y de la marginalidad social.
La disminución de la masa salarial con los despidos y suspensiones provocados por la caída de la actividad económica, lleva a un cambio en la distribución del ingreso favorable al capital financiero. Este obtiene mayores ganancias debido a que, desde el Estado, se implementan normas e instrumentos financieros que permiten incrementar sus gananciass.
La caída del PIB significa una baja de la demanda efectiva no solo del consumo, sino también de la inversión. En efecto, la propensión media al consumo de cada individuo disminuye a medida que se incrementa su ingreso. Es decir que los que poseen ingresos elevados consumen una parte cada vez menor de ese ingreso, impactando en la actividad económica. Esto explica que una distribución del ingreso que tiende a ser más desigual se conjuga con una caída del consumo global, aun en el caso muy improbable que el producto global se incremente.
En el periodo económico que se abrió con la llegada de Milei, la disminución del producto bruto y del consumo se conjugan con un incremento del desempleo y una caída de la inversión. Milei señala que disminuyó lo que se llama el consumo público - en un 5 por ciento según el Indec-, pero o que explica el deterioro general de la economía es la caída del consumo privado del 6,7 por ciento. Una caída muy superior a la del consumo público, no solo en términos relativos sino también en volumen ya que representa 73 por ciento del PIB.
La teoría ortodoxa y el propio Milei, que adhiere plenamente a la teoría neoliberal aunque la critique en público, sostienen que el incremento de los ingresos de los más ricos es invertida de tal suerte que, en un horizonte más o menos lejano, se incrementará la riqueza creada. Pero esta teroía del derrame es falsa, como lo muestra la evolución de la inversión del primer trimestre 2024, que disminuyó un 23,4 por ciento. En la realidad los beneficios no son invertidos sino que son fugados.
Esto explica que cuando se produce una caída de la oferta global debido a una disminución de la demanda efectiva - como la llama John Keynes- el producto global también disminuye, lo cual induce una disminución de la inversión. Es que nadie invierte en un país que se empobrece porque, para que la inversión pueda ser rentable, debe haber consumidores que compren los productos que se fabrican.
*Doctor en Ciencias Económicas de l’Université de Paris. Autor de La economía oligárquica de Macri, Ediciones CICCUS Buenos Aires 2019. [email protected]