El mundo deslumbrante
El fotógrafo chileno Sergio Purtell nunca conoció a su padre. Supo que era un trotamundos nacido en Massachusetts, que se había fascinado con Perón y que le había escrito a la empresa Harley Davidson para que le donara una moto que le permitiera llegar desde Alaska a Argentina con la idea de impresionar al general. Harley Davidson no le donó nada pero él igual hizo su viaje, en bicicleta. Llegó a Chile, se enamoró de una chilena de ascendencia brasileña y la dejó embarazada, volvió a su país y eso es todo. Sin embargo, cuando Purtell era un adolescente se interesó por los viajes y la fotografía. Visitó Estados Unidos como parte de un intercambio escolar en 1972 y al año siguiente, ni bien terminó la secundaria, decidió instalarse allí mientras en Chile, Allende era asesinado y Pinochet tomaba el poder. Obtener la ciudadanía no fue difícil: supo que tenía un medio hermano que le facilitó el trámite y lo cobijó en Massachusetts, como si el círculo comenzara a cerrarse. Pero no tanto. Porque Purtell, dice, desconfía de las ideas cerradas. De hecho, fue su asombro frente a Estados Unidos y los múltiples contrastes del sueño americano lo que lo llevó a crear una de sus series fotográficas icónicas: Moral minority, que se acaba de editar en forma de libro a través de Stanley/Barker. Se trata de escenas de la vida cotidiana tomadas entre 1977 y 1999. “Conocía Estados Unidos por sus programas de televisión y películas, su música, su libertad y sus posibilidades. Las elegantes vallas blancas parecían perfectas, una muestra de opulencia al alcance de la mano. Pero más allá de ellos también vislumbré un paisaje extenso y enigmático donde el sueño americano despertó a la realidad”, cuenta en el libro. La obra maestra de Robert Frank,The Americans (1959), fue su modelo evidente, pero Purtell estaba interesado en algo más fortuito o accidental. Encontró ese lugar, ha dicho, en eventos de pequeña escala que sacaban a las familias de sus casas, para “reunirse o actuar o competir de alguna manera”, es decir: “desfiles, ferias agrícolas, eventos deportivos, espectáculos de flores y reptiles”. Es decir, la América suburbana en todo su esplendor.
Napoleón no tan solo
Elegantísimas, decoradas en oro y plata, labradas con la imagen de Napoleón en plena pompa imperial y atesoradas en una caja con tapa forrada en terciopelo. Así son las dos pistolas que el emperador de Francia tuvo a mano en 1814 y con las que estuvo a punto de suicidarse cuando se vio obligado a renunciar al poder, después de que fuerzas extranjeras derrotaran a su ejército y ocuparan París. “Estaba totalmente deprimido y quiso suicidarse con estas armas, pero su gran escudero le quitó la pólvora”, dijo Jean-Pierre Osenat, el experto de la casa de subastas francesa que vendió las armas por casi dos millones de dólares, aunque no trascendió la identidad del comprador. Napoleón no se pegó ningún corchazo: tomó veneno, vomitó y sobrevivió. “Después le dio las pistolas a su escudero para agradecerle su lealtad”, añadió Osenat. Tras su abdicación, se exilió en la isla de Elba frente a la costa de Italia. Pronto haría un dramático regreso a Francia, sería derrotado por los británicos en la batalla de Waterloo en 1815 y moriría en el exilio seis años después. Antes de la venta de las armas, el Ministerio de Cultura francés clasificó los objetos como “tesoros nacionales” y prohibió su exportación. Esto, además de aumentar de manera notable su valor, abre a partir de ahora un período de 30 meses durante el cual el gobierno francés puede hacer una oferta al nuevo propietario no identificado, que tiene derecho a rechazarla. O sacarlos a los tiros.
A Bagshot ella se fue
Es sabido que la gente se tira debajo de los trenes o cruza las vías de un lado a otro de manera clandestina o pasan cosas siniestras por las cuales los servicios se deben interrumpir. Pero lo ocurrido entre Ascot, en Berkshire, y Bagshot, en Surrey (al sur del Reino Unido) fue mucho más edificante. Es que allí, en medio de las vías, un montículo se movía con lentitud y los trenes debieron frenar para no pasarle por encima. Se trataba de Solomon, una tortuga gigante de tierra que apareció en medio de las vías. Y que, tras escaparse de su casa, decidió dar un paseo para inspeccionar la zona. A paso lento, claro. Fueron necesarios dos operarios y un equipo logístico para levantar al bicho, correrlo del peligro y devolverlo a casa. Todo el operativo fue informado por la red de trenes de Wesex en su cuentra de X: “Hubo un intruso de naturaleza inusual en las vías de Ascot, una tortuga fugitiva llamada Solomon que se movía ‘a paso’ (según el informe del incidente) hacia Bagshot”, explicaron. Los operarios subieron a Solomon a un vagón para que completara su periplo de manera segura. Así que de yapa, viajó en tren, celebrada por los pasajeros que no se incomodaron en absoluto. La historia tuvo un final feliz. “Su dueño la recogió en la estación esa misma noche y, hasta donde sabemos, la tortuga resultó ilesa”, informó South Western Railway. Y acompañó el posteo con fotos donde Solomon posa, rodeada de trabajadores, indiferente a nada que no sea su inalterable placidez.
Soy leyenda
En 2018, cuando se publicó Magnetizado, Carlos Busqued se refirió a ese y a su primer libro, Bajo este sol tremendo (2009), como “un mundo con el que los personajes no terminan de estar en sintonía, un mundo que para afuera es muy fantasmal”. El escritor falleció en 2021, con apenas 50 años. Sin embargo, sigue hablando de manera casi oracular a través de los tuits de su cuenta en X, que lleva el título de Un mundo de dolor. Esto, que sorprende a cada instante (y que la editorial Blatt & Ríos acaba de convertir en un libro, el flamante Borderline Carlito), fue captado de un modo particular por las artífices de Guaranga Ediciones, Camila Conte Roberts y Clara Saggin. Ese es el origen de El oráculo de la crisis, un conjunto de cartas creadas a partir de los tuits de Busqued en febrero de este año, “mientras se trataba y caía la Ley Ómnibus impulsada por Javier Milei”, según cuentan las editoras para seguir trazando simetrías. Así, quien recurra a este oráculo se puede encontrar con frases (o sentencias) como “la que debe tener la colección más bizarra de dickpics debe ser lilia lemoine” o “milei comprando dólares con la guita que cobra del estado como un duque” (todo en minúsculas, reproduciendo los tuits originales de… ¡2020!). Camila, oriunda de Río Negro, vive en Buenos Aires y Clara vive en Córdoba. Se conocieron estudiando en la Universidad de San Martín una diplomatura sobre edición y así unieron fuerzas. “Hacer un oráculo era casi una idea servida en bandeja y nos pareció el formato más adecuado para que estos tuits sumaran otra forma de circulación”, explican las editoras, quienes se encargaron de la selección de tuits, las ilustraciones (el dibujo de Busqued con una remera que dice “Infractor” es todo un plus) y la impresión de esta edición completamente artesanal que circula por ferias de todo el país. La buena noticia es que hay reimpresiones en pequeña cantidad cada tanto para que nadie se lo pierda. “Como a muchos, nos maravilla esa mezcla de cinismo, acidez, chiste y capacidad premonitoria rarísima de Busqued, que comenzó a fichar a los libertarios antes de que existieran como tales”, agregan Camila y Clara. “A los libertarios no los hubiéramos evitado teniendo el aborto en los 90s”, responde Busqued desde otra dimensión. Y también: “Mi hobby es la elaboración de respuestas llenas de resentimiento para decir en un futuro”. Say no more.