Deadpool & Wolverine - 5 puntos

(Estados Unidos, 2024)

Dirección: Shawn Levy.

Guion: Shawn Levy, Rhett Reese, Ryan Reynolds, Zeb Wells, Paul Wernick.

Duración: 127 minutos.

Intérpretes: Ryan Reynolds, Hugh Jackman, Emma Corrin, Morena Baccarin, Rob Delaney

Estreno en salas de cine.

Intensamente 2, Mi villano favorito 4, háganse a un lado: llegó el momento de que los chicos más grandes se diviertan. Algo de eso sin duda ocurrirá a partir del estreno de Deadpool & Wolverine, que bien podría llevar por subtítulo “Cinco guionistas en busca de una película”. Porque efectivamente fueron diez manos, algunas de ellas seguramente haciendo las veces de simples gagmen, las responsables de pergeñar la historia detrás de la tercera entrega cinematográfica de la saga dedicada a Deadpool, en esta ocasión emparejado con otro superhéroe en principio ajeno al universo disparatado del encapotado rojo: el sufrido Logan

Pero así son las cosas en el mega-ultra-archi-multi universo de este género donde todo es posible y nadie puede ir reclamando lógicas o protocolos, sobre todo cuando la compra de compañías y franquicias lo avala. Si en los dos largometrajes anteriores la meta discursividad, la destrucción de la cuarta pared y los comentarios auto reflexivos sobre aquello que se está viendo y oyendo ya formaban parte del paquete, aquí todo eso parece ser la misma razón de su existencia. Y casi su único chiste.

Ya en el minuto uno Deadpool tararea la melodía del logo de Marvel y, pocos minutos después, bromea sobre la compra de la compañía Fox por parte de Disney. Hay mucho más de eso luego de una secuencia de títulos pletórica (como en todo el film) de sangre digital, cortes y mutilaciones que, paradójicamente, por sus propias cualidades made in CGILand, no parecen hacerle daño a nadie, pura caricatura y golpes de slapstick. A no confundirse: Deadpool & Wolverine tiene su merecida calificación R en los Estados Unidos –y aquí sale con un “Sólo para mayores de 16”–, pero en gran medida ello es debido a la cualidad malhablada de Deadpool (malsonante es el nuevo término importado de vaya uno a saber dónde), a los chistes de temática genital y a algunas secuencias “intensas”, según la definición algorítmica del mundo audiovisual en el que vivimos. 

Contar aquí demasiado de la trama alteraría los nervios de los cazadores de spoilers, pero baste decir que algo amenaza con destruir el universo de Deadpool (bueno, de uno de los muchos Deadpool existentes) y entonces a la aventura sale el muchacho, en busca del lobezno, a ver si lo ayuda a salvar el mundo por una vez en la vida.

Entre chiste anal y chiste anal, Shawn Levy alterna escenas de acción, remedos de otras secuencias similares construidas en decenas de películas, con unos cuatro o cinco momentos dramáticos que contrastan con la sensación de disparate paródico del resto del metraje. Algunos gags funcionan, claro, como el del perrito más feo que pueda imaginarse, que parece tomado de alguna nueva comedia americana circa 1999, o las chanzas internas sobre la edad de los actores y el fracaso comercial de las películas recientes de Marvel, siempre y cuando se tenga algún conocimiento previo de esas cuestiones. 

Deadpool & Wolwerine es simpática, no hay por qué negarlo, pero a la media hora de proyección ya disparó todos sus cartuchos buenos. A las dos horas llega, como el perrito en cuestión, con la lengua afuera, en una trama atada con alambre que contrabandea un cameo cada diez minutos para provocar el aplauso de la platea más fanatizada.