De las 32 especialidades que convergerán a partir de este viernes en los Juegos Olímpicos de París, hay 3 disciplinas adicionales que figuraron en Tokio 2020: escalada deportiva, skateboarding y surf. Lo que evidencia la modernización del concepto de deporte en este siglo y su relación con otro imaginario de hábitat. Reforzado en esta edición por el único debutante en el programa oficial del certamen: el break dance o breaking. El parque de La Concorde, ubicado cerca de los Campos Elíseos, recibirá a 32 “breakers” (nombre dado, de forma generalizada, a estos atletas) de 3 continentes. El viernes 9 de agosto, a las 11 de la mañana de la Argentina, se producirá la ronda clasificatoria femenina. Secundada por la final, a las 15 hs. Mientras que los hombres se verán las caras al día siguiente, en los mismos horarios.

Apenas concluyeron las Olimpiadas de verano en la capital nipona, el anuncio de la novel inclusión causó sorpresa entre la comunidad deportiva. Los organizadores justificaron esta decisión afirmado que el break dance forma parte de una misión más amplia para atraer a “los jóvenes y recompensar la creatividad y el rendimiento atlético”. El predio que en el que se realizarán las contiendas es el bastión de los deportes urbanos y de las culturas urbanas de la “Ciudad Luz”, por lo que ahí también se efectuarán las pruebas de skateboard, baloncesto 3x3 y ciclismo BMX freestyle. Pero el breaking olímpico (su antecedente son los Juegos Olímpicos de la Juventud de 2018) tendrá un paso efímero por la mayor justa deportiva. Los estadounidenses, sus inventores, no lo tuvieron en cuenta para Los Ángeles 2028.

Sucede que los suburbios parisinos son la segunda capital mundial del hip hop, después de Nueva York (lo certifica la serie francesa Supreme NTM, lanzada en 2022 a través de Netflix). A pesar de que se trata de una actividad física, concebida inicialmente como baile, el break dance es una de las piezas fundamentales de la cultura hiphopera. De hecho, integra los llamados “4 elementos” fundacionales de esa movida, junto con el MCing (el acto de rapear), el turntablism (rol ocupado por los DJs) y el grafiti. Muchos de los raperos más famosos comenzaron pintando paredes con aerosoles o inventando movimientos coreográficos con afrenta guerrera, que intentaban seguir el ritmo de los temas que disparaban los disc jockeys desde sus bandejas.

El año pasado, el hip hop cumplió medio siglo. Su nacimiento se produjo en una fiesta celebrada el 11 de agosto de 1973 en el barrio neoyorquino del Bronx, organizada y amenizada por el DJ Kool Herc. El artista de origen jamaiquino se hizo popular por extender las secciones instrumentales de sus sets sobre la base del uso de dos copias de un mismo vinilo. Entonces hacía desaparecer todos los elementos de una canción, salvo la parte rítmica. A esa interrupción se le conoció como “break”, y se tornó en el instante en el que los bailarines se lucían con sus pasos y coreografías. En el libro Can’t Stop Won't Stop (2005), del periodista Jeff Chang, el pionero evoca: “Luego de eso, no hubo vuelta atrás. Siempre querían break tras break, tras break, tras break”. Esta escena la recrea otra serie de Netflix: The Get Down (2016).

Una vez que la danza tuvo nombre, a sus practicantes se les empezó a llamar b-boy y b-girl (apócope de break boy y break girl). Y sí: las chicas fueron protagonistas de los inicios de una subcultura que surgió a fines de los años 60, a raíz de las continuas peleas entre pandillas que se produjeron en los guetos de Nueva York (film indispensable para comprender esta polaroid es The Warriors, de 1979). Al final, resolvieron sus diferencias en batallas de baile que tuvieron como escenario círculos competitivos a los que les denominó “cypher”. Frosty Freeze, Alen Ness y Clark Kent se cuentan entre los precursores del break dance. A su vez, eran partes de colectivos, cuadrillas o “crew”. En esto ahonda el documental The Freshest Kids, de 2002 (está disponible en YouTube, además subtitulado en español).

Los fundadores del breaking siempre recuerdan que al principio los pasos que hacían no seguían ninguna estructura específica. Aunque en sus rutinas incorporaban movimientos del cantante de funk James Brown, así como de los bailarines del show televisivo Soul Train y del grupo de baile Electric Boogaloos. De los 4 elementos básicos del hip hop, el break dance es donde la colectividad latina tuvo mayor impacto. Al punto de que los boricuas asentados en el Bronx les inyectaron cadencia y personalidad a las performances. Por eso se suele decir que fueron los primeros b-boys. En ese sentido, uno de sus héroes es Crazy Legs, quien además fue parte del grupo Rock Steady Crew. Ellos actuaron en películas míticas como Flashdance y Beat Street, con las que universalizaron esta manera de palpitar la calle.

Las batallas de Rock Steady Crew con otras cuadrillas, entre las que destacó Starchild La Rock, revelaron la influencia de las acrobacias de las películas de kung fu en sus coreografías. Así nacieron pasos clásicos como el windmill (se gira el cuerpo en el suelo sin que los pies lo toquen) o el handhope (se apoya una mano en el suelo y se dan pequeños saltos con ella). A los que se fueron sumando el top rock, el footwork, el power moves, el bounce, el rocking, y el freeze. Todos ellos los practican alrededor de 30 millones de b-boys y b-girls en todo el mundo. Desde que se reglamentaron las competencias, primó el Sistema Trivium para puntuar las actuaciones del breaking. En él se toman en cuenta 3 factores: calidad física (alma), calidad artística (cuerpo) y calidad interpretativa (mente).

París evaluará 5 categorías: musicalidad, vocabulario, originalidad, técnica y ejecución. Las breakers y los breakers, clasificados vía Mundial 2023, torneos continentales y Series de Clasificación Olímpica, se dividirán en 4 grupos de 4 bailarines. En la fase clasificatoria (será 1 contra 1), cada participante tendrá 2 pases de 60 segundos ante su oponente. Los 8 mejores avanzarán a la ronda final, en la que los bailarines usarán 3 pases para optar por la medalla de oro. Las b-girls japonesas Ayumi y Ami parten como favoritas. Mientras que la categoría masculina está reñida. No obstante, el b-boy Víctor es la esperanza latinoamericana del certamen. Pese a que representa a los Estados Unidos, su padre, de origen mexicano, le enseñó los fundamentos de la disciplina. Lo que demuestra que el breaking también es cosa de familia.