River no levanta cabeza. Y aunque Miguel Borja hizo su octavo gol consecutivo, ni siquiera la efectividad del goleador pudo rescatarlo. Godoy Cruz le ganó 2 a 1 en Mendoza al cabo de una noche en la que todos los interrogantes quedaron aún más abiertos. A 22 días del cruce con Talleres de Córdoba por los octavos de final de la Copa Libertadores, el técnico Martín Demichelis sigue sin reencontrar las respuestas individuales y el funcionamiento que alguna vez tuvo su equipo. Con un agravante: llegaron los refuerzos y todo está como era entonces. Como si el tiempo hubiera pasado en vano. Los mendocinos, con su esquema realista de espera y contraataque, lograron su primera victoria en el campeonato. Incluso, pudieron haberlo hecho por una diferencia mayor. El desconcierto riverplatense dió para todo.
Hubo serios problemas para defenderse en River que le fueron complicando la noche. Había arrancado muy bien con el nuevo gol de Borja a los 10 minutos y parecía tener en los pases precisos de Mastantuono y Colidio, la fórmula para que el goleador quede mano a mano con el arquero Petroli. Pero hubo dos cuestiones que no acertó a resolver: las subidas del lateral derecho Arce (Colidio lo corrió hasta irse lesionado) y la inseguridad de una defensa que por todos lados, de arriba y de abajo, ofreció flancos vulnerables. El área riverplatense nunca estuvo bien cuidada.
A los 25 minutos, Arce lanzó un centro desde su costado y Poggi de arremetida, lo anticipó a Simón y anotó el 1 a 1. Y tres minutos después, casi pasó lo mismo: Arce tiró otro centro, Armani quedó colgado del aire y Poggi de cabeza dio vuelta el marcador. El mareo defensivo de River pudo haber sido aún peor; a los 45, Armani se reivindicó de su mala salida en el gol y le tapó el tercero al uruguayo Roberto Fernández.
Demichelis movió el banco para el retorno: entraron el paraguayo Bareiro y "Nacho" Fernández y salieron Solari y Aliendro. Y River tuvo más la pelota. Pero sin ningún sentido. Se la pasó de compromiso. Y ni siquiera los nuevos manotazos de ahogado del el técnico, que terminó con tres centrodelanteros (el chiquilín Ruberto ingresó por Mastantuono) pudieron alterar la rutina de centros y pelotazos con la que quiso perforar la nutrida defensa de Godoy Cruz para empatar a como diera lugar.
Pero los mendocinos no se quedaron solo en el aguante y la resistencia. Mientras les dieron las piernas y hubo aire en los pulmones y claridad en las mentes, esperaron y salieron de contra. Y por esa vía, aprovechando el retroceso desarticulado de la defensa, pudieron haber rematado el partido: Armani le tapó otro mano a mano a Pino, Moreyra lo vio adelantado al arquero, le remató desde la mitad de la cancha y la pelota pasó rozando el travesaño y un cabezazo del uruguayo Salomón Rodriguez se fue al lado del poste izquierdo. River ganó sólo uno de sus últimos ocho partidos como visitante. En Mendoza jugó tan mal que ni siquiera los goles de Borja pudieron salvarle otra noche negra.