Para este fin de semana, Bebop Club, el reducto jazzero de Palermo, propone un nuevo encuentro de jazz internacional. Mariano Loiácono, por talento y tenacidad figura central del jazz en Buenos Aires, sumará una invitada excepcional a su quinteto. El viernes y el sábado en dos funciones –a las 20 y a las 22.30–, el trompetista recibirá a Georgia Heers, una de las cantantes más interesantes de la actual escena neoyorkina. El sexteto se completará con una sólida selección de músicos argentinos: Pablo Raposo en piano, Sebastian Loiácono en saxo tenor, Mauricio Dawid en contrabajo y Marco Scaravaglione en batería.
“Estos conciertos serán una especie de homenaje al Great American Songbook, que fue, como lo fue para muchos, mi puerta de entrada al jazz”, anticipa Heers en diálogo con Página/12. “Con Mariano (Loiácono) pensamos juntos lo que queríamos proponer y la manera de hacerlo. Le mandé una larga lista de canciones que me encantan y que creo tienen algo para decir, y él de ahí hizo una selección que arregló para el sexteto”, continua la cantante que actuará por primera vez en Buenos Aires.
Heers forjó su estilo con referencias ilustres del género. A la hora de citar modelos, aparecen, inevitables, los nombres de Sarah Vaughan, Billie Holiday, Carmen McRae, Ella Fitzgerald, Betty Carter, Teri Thornton, Etta Jones. “Por nombrar algunas”, dice la cantante. “Me gusta trabajar con arreglistas, porque brindan una nueva perspectiva a la historia de la melodía. Amo cantar con trompeta y saxo, aunque normalmente lo hago en cuarteto –con piano, contrabajo y batería– y no es frecuente que tenga la oportunidad de colaborar con otras voces, humanas o de instrumentos de viento. Esta será una excelente oportunidad para hacerlo y no creo que mi enfoque como intérprete cambie sustancialmente. Como siempre, se trata principalmente de escuchar lo que sucede”, agrega Heers.
Proveniente de Greenville, Carolina del Sur, Heers llegó a Nueva York para completar su formación en la Julliard School. Activa como cantante y también como compositora, su paso con distintas formaciones por lugares emblemáticos de la vida jazzera de NYC, como el Dizzy's Club –en el Jazz at Lincoln Center–, el Harlem's Speakeasy Jazz Club o el Chris Jazz Café de Filadelfia, además de los más tradicionales Ornithology Jazz Club, Brooklyns' Sista's Place, Emmets Place y el Mezzrow Jazz Club, la ubicaron enseguida en un lugar privilegiado de la consideración general. Por su presencia escénica, su scat diabólico, y la versatilidad de una voz que entre la penumbra y la ternura trae mucho de la mejor tradición –además del swing de alta clase, claro–, más que una promesa Heers es una radiante realidad del jazz actual.
–Muchos te señalan como uno de las mejores cantantes de la “nueva generación” en Nueva York. ¿Cómo definirías a esta “nueva generación” de cantantes?
–En lo personal, siento que tuve mucha suerte. Soy parte de una comunidad que está llena de gente reflexiva, amable y talentosa y artísticamente nos cuidamos unos a otros. Para mí resulta muy inspirador ver a mis compañeros seguir sus respectivos caminos con tanta convicción, por eso a esta “nueva generación” sencillamente yo la definiría como tenaz.
– Además de cantante sos también compositora. ¿Hacia dónde van tus búsquedas? ¿Qué relación tenés con la tradición? Por ejemplo, la del blues.
–Mi mirada es en general amplia y mi preocupación pasa por componer principalmente música folklórica estadounidense. Desde ese lugar, actualmente estoy realizando un proyecto subvencionado en el que debo componer música “jazz”. Esto es nuevo para mí y sobre todo es muy emocionante. Quiero incorporar la mayor cantidad posible de blues en mi vida y en mi música. La importancia del blues es todo en el jazz: nuestras bases expresivas, sentimentales, humanas y culturales están ahí. Por eso, mi gran preocupación es que eso viva en la música que interpreto y que compongo. Quiero, desde mi lugar, intentar emular el humor y la escritura satírica de los escritores de blues en mi propia música.
–¿Podrías dar una definición de jazz en el siglo XXI?
–No, no podría. No creo que sea posible hoy dar una definición de jazz. Eso es lo bueno del jazz. Hay numerosas vertientes y cada uno tiene lo suyo para expresar. Lo que sí puedo decir es que, según lo que estoy presenciando, hay una continua alternancia, un balanceo entre tradición y experimentación. Los mejores programas que he visto en los últimos dos años se han vivido entre estos dos mundos.