Desde Roma

Como hacía mucho que no sucedía, las cárceles de Italia están siendo motivo de atención en los últimos meses, sobre todo luego de algunas revueltas internas por malos tratos, torturas y pésimos servicios y por el caso de tres menores que escaparon de la prisión de Casal del Marmo, cerca de Roma. Los tres jóvenes, tunecinos y menores de edad, aprovecharon un momento de confusión porque se había desatado una pelea en las celdas, y saltaron los muros de la cárcel pudiendo así escapar. Dos fueron ya encontrados por la policía en distintas ciudades. Del tercero, de 15 años, nada se sabe hasta ahora.

Las 190 cárceles que existen en Italia, todas tienen una capacidad ampliamente superada por el número actual de detenidos. A nivel nacional los detenidos son 61.246 pero los puestos disponibles son 46.953. En las cárceles para adultos, se habla de una saturación del 130,4% , según datos difundidos ante el Parlamento por Maurizio D’Ettore, el Garante nacional de los derechos de la personas detenidas.

La cárcel de Milán San Vittore, es una de las peores, está saturada al 224,78%. Hay allí numerosos jóvenes, sobre todo extranjeros, y muchos con dependencia de drogas u otros problemas. Los datos son proporcionados entre otros por la Asociación Naga que da asistencia sanitaria, social y legal a los ciudadanos extranjeros, y también Antigone, una asociación de jueces, parlamentarios, estudiosos, que se interesa por la justicia penal y recoge y divulga informaciones sobre la realidad carcelaria.

Disminuir o no la población carcelaria

Todos estos datos han incentivado el debate en el Parlamento italiano donde los partidos debían discutir y aprobar o no el miércoles, un proyecto de ley sobre este tema, que pretende disminuir la cantidad de detenidos en las cárceles. Entre las propuestas, una del diputado del partido Italia Viva (centroizquierda), Roberto Giachetti, que contempla la posibilidad de semilibertad para los que tengan una pena no superior a 4 años y la posibilidad de cumplir la pena en casa a los mayores de 70 años o a quien está en graves condiciones de salud. 

El miércoles, el presidente de la República, Sergio Mattarella, habló de una situación en la cárceles “indecente para un país civilizado” que debe ser reformada. Pero los aliados de la primera ministra Giorgia Meloni decidieron bloquear el debate y postergar la discusión en el Parlamento.

Los inmigrantes a riesgo

Para mejor interpretar los datos difundidos sobre las cárceles hay que tener presente que muchos de los detenidos son inmigrantes y jóvenes, que llegaron a Italia porque es uno de los países europeos más cercanos a África, y que vinieron escapando del hambre, la pobreza, las persecuciones, las guerras, con la ilusión de encontrar una vida mejor. Pero claro, generalmente no conocen las reglas que rigen para los extranjeros en Italia y entonces tienen mil problemas, no encuentran trabajo o consiguen empleo informal, no tienen residencia legal, no tienen dónde dormir ni qué comer. Entonces son aprovechados por bandas criminales o traficantes de drogas para que vendan drogas, y así ganan algunos euros. Y a veces ellos mismos empiezan a usarla para poder sobrevivir y hasta cometen otros actos ilegales como robar.

Si hubieran tenido asistencia desde el principio de parte de los mediadores culturales, es decir, apenas desembarcaban en Italia, seguramente habrían entendido mejor el país donde les tocaba vivir y no habrían elegido caminos peligrosos, lo que hubiera facilitado su integración, sostienen las asociaciones que los ayudan.

Además, las migraciones no disminuirán por ahora. Al contrario, la gente seguirá escapando del hambre. Según datos difundidos por “El estado de la seguridad alimentaria y la nutrición en el mundo” publicado el miércoles por cinco organismos especializados de las Naciones Unidas, cerca de 733 millones de personas pasaron hambre en 2023, lo que equivale a una de cada 11 personas en el mundo y una de cada cinco en África, el continente en peores condiciones en este sentido. El informe indicó asimismo que el mundo ha retrocedido 15 años a nivel de la alimentación, con niveles de subalimentación comparables a los de 2008-09.

"El basurero social"

“Viven en celdas muy calurosas, el espacio es muy limitado, si tienen suerte cuentan con dos sillas. Muchos tienen disturbios psiquiátricos. Sus familias están muy lejos. La cárcel se transforma así en un basurero social porque afuera no hay nada para ayudarlos”, según declaró Fanny Gerli, miembro de Naga, al diario La Repubblica de Roma.

Hoy los presos en San Vittore son 1.074, 996 hombres y 78 mujeres. Cada día entran 15 o 20 detenidos nuevos, muchos de ellos jóvenes entre 18 y 25 años. Según Antigone la sección masculina está saturada al 227%. A veces los derivan a otras cárceles del país. Pero no siempre es así porque muchas de ellas están también saturadas.

Duermen a veces hasta 8 o 9 personas en la misma celda, con camas cuchetas, una ducha que comparten y no siempre funciona. Las personas que tienen necesidad de asistencia especial por problemas psíquicos o depresión no la reciben. Y es así como se han producido numerosos suicidios en las cárceles de todo el país. Según Antigone, hasta lo que va del año los suicidios en las prisiones fueron 58, de los cuales 12 en el mes de junio, lo que hace suponer que a fin de año se podría superar la cifra de 2022 (85 suicidios), la más alta verificada en muchos años.

En la sección femenina de las cárceles, las detenidas han denunciado entre otras cosas, que no siempre tienen agua para lavarse, que las duchas son compartidas por muchas y a menudo no funcionan, y que el bidet, del que salen a veces ratones, sirve para lavarse y también lavar platos.

Denuncias contra los guardias de la prisión

Después de haber recibido denuncias de numerosos detenidos por torturas y malos tratos, la justicia de Milán abrió una investigación contra los guardias de la Prisión de Menores de Beccaria, acusando al jefe de los guardias de haber tenido un presunto comportamiento de omisión e intencional. Según el ex omandante de la policía penitenciaria de Beccaria, Francesco Ferone, que fue interrogado en mayo por los jueces junto a otros guardias investigados por violencias y torturas, él no se había dado cuenta de nada.

Los jueces interrogaron a unos 20 detenidos y presuntas víctimas y por eso en un primer momento fueron arrestados 13 agentes y 8 suspendidos. Y esto desencadenó una serie de protestas dentro de la cárcel donde el clima cotidiano es muy tenso.

Los sindicatos que defienden a los guardias de prisión salieron a protestar en Lombardía (la región a la que pertenece Milán) denunciando que ellos no dan a basto porque las cárceles tiene unos 9.000 presos cuando teóricamente están pensadas para alojar poco más de 6.000.

Qué hacer por los detenidos

Dado que las cárceles italianas alojan actualmente más de 61.000 detenidos cuando en realidad están preparadas para alojar a casi 47.000, la situación se ha complicado muchísimos para los presos. En los primeros seis meses de 2024, en efecto, comparando los datos con el mismo período del año pasado, aumentaron los actos de autolesionismo (184 más), las peleas internas (174 más), las revueltas (348 más), los suicidios e intentos de suicidios (17 y 73 más) y las agresiones a las guardias penitenciarias, según datos recolectados por Antigone.

“La saturación de las cárceles no es una calamidad natural sino una responsabilidad política -sostiene Antigone- . Frente a eventos de crónica catalogados como “emergencias” el actual gobierno ha tomado una serie de medidas represivas emitiendo decretos o propuestas de leyes que tratan de resolver la inseguridad social con la introducción de medidas contra supuestos delitos y aumentando el recurso a la prisión preventiva. Y esas medidas afectan sobre todo a los sectores más vulnerables como menores, toxicodependientes, gente perteneciente a minorías étnicas, aumentando la tasa de saturación carcelaria”, según el informe de Antigone.

“Un tercio de los detenidos son extranjeros y cada uno cuesta al estado entre 137 y 150 euros al día. Basta multiplicar los 19.213 detenidos extranjeros en todo el país por esta cifra (137-150) y por 365 días y entonces tendríamos los fondos para construir nuevas cárceles y asumir nuevos agentes”, declaró a la prensa italiana Andrea Delmastro, subsecretario de Justicia del gobierno de Meloni. Delmastro no descartó que una parte de la solución a este problema sería la expulsión de los detenidos a sus propios países. Pero esto tampoco debe ser barato porque seguramente deberían pagar los pasajes de avión o aviones especiales con personal especializado para el traslado de los detenidos.

Según Antigone, en cambio, para vaciar un poco las cárceles y dar dignidad a los detenidos, habría que ofrecerles la posibilidad de hacer llamadas telefónicas cada día, tener ventiladores en cada celda, asumir mediadores culturales y educadores que los ayuden a entender el mundo en el que viven ahora y a adquirir nuevas habilidades para poder trabajar, y multiplicar la presencia de psiquiatras y médicos, cerrando además las zonas de aislamiento.