La marcha contra el hambre cargó la mañana de tensión frente a los Tribunales Federales de Rosario. Diversas organizaciones sociales, políticas y religiosas concentraron desde temprano en el lugar con dos objetivos: visibilizar con ollas populares el trabajo que se realiza a diario para alimentar a cientos de familias en cada uno de los barrios de la ciudad, y entregar un petitorio reclamando a la Justicia que el gobierno ejecute el presupuesto alimentario en un contexto de suma necesidad. En el lugar, agentes de control urbano buscaron impedir que se instalen las ollas, por el presunto peligro que podía generar la manipulación de garrafas y fuego en el cantero central de bulevar Oroño, pero las ollas se hicieron igual. La tensión escaló cuando cerca del mediodía se sumaron otras organizaciones sociales que marcharon desde Pellegrini y cortaron la calle. Finalmente, la protesta transcurrió con normalidad, pero desde el Municipio adelantaron que denunciarán a las organizaciones convocantes y apuntaron contra Eduardo Delmonte, referente de la Corriente Clasista y Combativa (CCC). “De la pobreza, Delmonte que no hable. Más bien, que explique algunas cosas”, dijo el intendente Pablo Javkin esta mañana, visiblemente enojado por la situación. “El intendente elige resguardar la imagen de una ciudad que funciona, pero nosotros no somos mugre para que nos metan debajo de la alfombra”, respondió el dirigente social.
La jornada no transcurrió como estaba pautada. La intención era que las organizaciones sociales confluyan en Oroño y Pellegini para luego encender las ollas frente a Tribunales Federales. Pero las negociaciones previas con la Municipalidad no funcionaron y un sector de las organizaciones, encabezado por la CCC, evitó la marcha y concentró directamente en Tribuales, para garantizar que la jornada de protesta se realice. “Debido a la decisión de la Municipalidad de Rosario, de prohibir que las ollas populares cocinen en el cantero de Oroño, decidimos convocarnos masivamente allí para resguardar la integridad de las compañeras cocineras y que la gente pueda comer”, anunciaba el mensaje difundido desde la organización. Para las 10 de la mañana, los mecheros ya estaban encendidos.
En el lugar se hizo presente Diego Herrera, el secretario de Control municipal, quien advirtió que no se estaba cumpliendo con lo pautado. “Cuando nos enteramos de la movilización afectamos personal de tránsito para acompañar las columnas, pero les pedimos que no cocinen en el cantero central por el peligro que se generaba. Ellos mismos habían propuesto no cortar la calle. Pero tener 20 ollas, con toda la gente que vino, es un peligro. Esa fue la discusión, pero lo están haciendo igual”, explicó en declaraciones a Rosario/12. “Siempre fue una cuestión de seguridad. Es mucha gente amontonada con ollas y mecheros. Y con autos circulando a los costados. Era preferible hacerlo en otro lugar”, completó.
Desde el área de control se contactaron con Fiscalía para ver qué se resolvía, pero no hubo orden de intervenir ni de desalojar la manifestación. Hasta cerca del mediodía, más allá del enojo de las autoridades municipales, la situación transcurrió sin demasiados inconvenientes: las organizaciones permanecieron sobre el cantero, sin cortar la calle, y se las arreglaron para encender las ollas en un espacio reducido. “Cocinamos en lugares más apretados”, bromeaba una de las cocineras de la CCC.
Pero la situación se desbordó cerca del mediodía, cuando comenzó a llegar al lugar la columna de las organizaciones que sí decidió movilizar, encabezado por el Polo Obrero y la Unión de Trabajadores de la Economía Popular (Utep). En ese momento, el espacio quedó chico, las organizaciones cortaron la calle y la tensión escaló. Desde el área de control recriminaban que se interrumpiera el tránsito en una zona lindera a dos escuelas, justo en el horario en que los padres retiran a los chicos, al mismo tiempo que se impedía el posible paso de las ambulancias. “Hay una plaza a cuatro cuadras”, reclamaba Herrera en medio de un tumulto. “Estamos discutiendo que los pibes tienen hambre y nos corren con boludeces”, gritaban representantes de las organizaciones.
Finalmente, la cosa no pasó a mayores. Las organizaciones acordaron dejar el petitorio, hacer un breve acto y repartir la comida entre los presentes. Para las 13.30, como estaba previsto desde un principio, comenzaron a desalojar el lugar y se volvió a liberar tanto el tránsito, como el cantero central. “Uno de los compromisos que había asumido Delmonte era no cortar la calle y lo termina haciendo. Yo entiendo que vino más gente, pero eran cosas que tendrían que haber previsto anteriormente”, dijo Herrera sobre el final de la jornada, adelantando que el Municipio tomará medidas al respecto. “Esto se podría haber evitado. Lo veníamos hablando, pero del otro lado nunca quisieron escuchar. Por eso vamos a hacer una denuncia penal a los organizadores de esta marcha”.
Declaraciones cruzadas
Por la mañana, Javkin puso el grito en el cielo. Consultado por la prensa, el mandatario local cuestionó a las organizaciones. “Van a Oroño y Rioja, teóricamente para hacer una protesta por una causa que no está acá, sino en Buenos Aires. En un lugar donde hay no menos de cinco colegios, tres clínicas, y uno de los sanatorios más grandes de la ciudad. ¿Les parece que ese es el lugar para hacer la protesta?”, cuestionó. “Les notificamos que no había ningún problema con la protesta, pero que no era el lugar”, remarcó.
El señalamiento fue con nombre y apellido: Eduardo Delmonte. “De la pobreza, Delmonte que no hable. Más bien, que explique algunas cosas”, expresó y agregó: “Él sabe muy bien que siempre ha contado con el apoyo de la Muni. Hoy hay mil comedores en la ciudad funcionando con apoyo estatal y no les sacamos plata a los pobres, ni le pedimos un pedacito de la comida. Show no. Precisamente, por respeto a un problema que es real, que es el hambre y la asistencia alimentaria que tiene que llegar. Pero ese no es el lugar”.
Los dichos del intendente rosarino llegaron rápidamente a oídos del dirigente social, que salió a responder. “Que el intendente explique de qué se trata lo que quiso decir. Yo tengo toda una vida de laburo de obrero industrial. Y hace 26 años que venimos tratando de organizar a los desocupados, que son una parte importante de los trabajadores desde el menemismo para acá. La gente podrá estar más o menos de acuerdo en lo que hacemos, pero en lo que no puede dudar es de la vereda en la que estamos”, sostuvo. “Si tiene que decir algo de mí, que lo diga fundamentando lo que dice, que no lo use para ensuciar una discusión”, añadió.
Delmonte también recordó que el reclamo nunca estuvo dirigido a la Municipalidad, sino al gobierno nacional. “No entendemos la actitud del intendente. Podría acompañar el reclamo o mantenerse neutral, pero elige un camino que objetivamente lo deja alineado con el gobierno de Milei”, evaluó. “Somos laburantes y gente del pueblo. El intendente tiene que ver la realidad de Rosario. Acá pasa el 70% de la comida que se exporta y la gente la ve pasar. En vez de tomar medidas en relación a eso, elige que el hilo se corte por lo más delgado, que somos los pobres”, añadió.
El reclamo
La marcha contra el hambre “por pan, abrigo y trabajo” buscaba poner el foco en la decisión del gobierno de negarse a repartir los alimentos almacenados en galpones de Capital Humano y cortar la asistencia alimentaria a las organizaciones sociales, que desde diciembre no reciben las tradicionales partidas de alimentos secos. Por ese tema hay denuncias radicadas contra la ministra de Capital Humano, Sandra Petovello, y otros funcionarios del gobierno nacional. Por eso, la decisión de las organizaciones de entregar un petitorio en los Tribunales Federales y seguir accionando para que la Justicia se haga eco de la situación.
“En Rosario hay unas mil ollas funcionando cuando pueden. Y con el desabastecimiento que provocó el gobierno nacional, que no entregó más alimentos desde que asumió, se ha recrudecido el problema. La intención siempre fue visibilizar eso y nos parece un absurdo que hayan querido impedirlo. Con estas mismas ollas y elementos la gente cocina en su casa de familia para todo un barrio”, señaló Delmonte.