Berta Muller, una escritora de autoayuda célebre y respetada en nuestro país, es cancelada de todos lados por un supuesto plagio en sus textos. Se entera mientras descansa panza arriba en una playa de Uruguay después de comprarse un surtidor de nafta por 5 mil dólares. "Amo", dice cuando se entera que no sirve más que como decoración. Y es que en "Culpa cero", la segunda película de la actriz Valeria Bertuccelli todo se dice por ese atajo que es el humor ácidísimo. Un humor que de golpe se pone muy corrosivo, y todo lo que queda es sentarse a pensar (como tiene que hacer Berta), qué responsabilidad le cabe a las personas que, con un poco de poder, se creen invencibles.
Lo único que le pide el mundo a Berta tras su cancelación es que reflexione sobre lo que hizo, que pida ¿perdón?, o al menos justifique sus accciones. Pero a ella (un personaje con muchas resonancias políticas del presente libertario), le cuesta la autocrítica y se mira en el espejo que más le conviene. De su ceguera hace una marca registrada. La culpa es un cero para algunos de los personajes que constelan con ella (una brillante y hermosa Cecilia Roth) y toda su magia consiste en ser impune.
“Todo este tiempo estuve escribiendo”, dice Valeria a Las12 cuando se le pregunta por estos años que pasaron desde su última actuación en "El cuaderno de Tomy". Aparte de la flamante película, que se estrena el 8 de agosto en cines, tiene entre manos una serie que se llama Marcia, co-escrita con Mora Elizalde (también co-directora de esta peli), Josefina Alen, Carmen Rivoira y María Wolff. Y un tercer largometraje, que está escribiendo ahora.
¿Cuál fue el germen de esta película?
–La idea surge con Malena Pichot, pensando qué queríamos escribir juntas y qué personaje queríamos narrar. Ella me dijo “me encantaría verte hacer a alguien poderoso”, y a partir de ahí empezamos a pensar el quién y el cómo. Pero ese fue el comienzo. "Culpa cero", que pasó por miles de formas en su escritura (somos tres las guionistas, Mora Elizalde, Male Pichot y yo), tuvo distintas etapas y mucho de la escritura estuvo dado por improvisaciones: el discurso final de la protagonista nació de ahí. También nació siendo una comedia, y acá me hago cargo de la parte que me toca, porque siempre pego un giro y la pudro: así que comedia dramática es la mejor forma de definirla. Pensando que era una comedia fui muy libre de pensar adonde iba a llegar. Berta es poderosa, garca y psicópata, y de esos mecanismos nos interesaba hablar. Y en ese discurso que surgió de la improvisación apareció lo que estaba latente y lo que nos interesaba contar. Siento que este es un momento que a todos nos resulta dificil entender que está sucediendo. y que es una época donde todos creen que hay que tener una respuesta rápida para todo. Pero no contaremos más porque sería spoilear la peli.
Hay algo en el personaje de reapropiarse del odio, y ver que da resultado...
–Sí, hay algo que está en el aire y son los discursos de odio. Y ese monstruo sale en la película: nadie imaginaba que ver a alguien violento podía pegar. El discurso de ella, toda su ideología, termina siendo un bálsamo para el mal.
Las resonancias politicas son muy fuertes.
–Ella es alguien que todo el tiempo está obligada a reflexionar, una escritora que es una chanta pero super exitosa, y de repente es cancelada. ¿Qué hace ella con eso? Bueno, esa es la película. Su relación con su hija, con su mejor amiga y abogada, ambas nuevas ricas, con su escritora fantasma, con quien tiene un vinculo tóxico (Justina Bustos). También está el editor de todos sus libros, que interpreta Martín Garabal, con cada uno hay algo muy corrido que es interesante ver de los mecanismos de dominio.
Y la presencia estelar de Fabi Cantilo…
–Si, tuvimos un par de ensayos en casa, improvisó con la letra que tenía y después tomé eso para el guión final. Tiraba cosas muy graciosas. Ella es una genia.
El poder asociado a pisar cabezas, ¿es garantía de impunidad?
–Sí, algo del manejo del poder garantiza salir ileso. Y me mata que escribir a alguien tan poderoso se corrió a algo que está mal: fue dejar improvisar al monstruo. Qué dificil encontrar a alguien muy poderoso que haga las cosas bien, no? Y ese modo de ejercer el poder no es exclusivo de los varones. Por eso ella es una mujer, porque esta misma historia contada con un varón es un plomo, es un “otra vez un varón poderoso”, pero de esta manera, que fue muy sin querer, fue dando también un equipo de muchas mujeres, personajes mujeres, etc.
¿Cómo te llevabas con el doble rol de directora y actriz?
–A mí me relajaba mucho que mi nivel de obsesión y precisión era de todos los que hacían la película. Un equipo donde hay muchos amigos, y muchos amigos nuevos. Desde el director de fotografía Julián Apezteguia hasta el de sonido, Guido Berenblum, cada persona estaba muy comprometida y encantada con hacer las cosas bien. Trabajamos felices, obviamente surgieron cosas pero eso es hacer una película: construir un mega barco para después desarmarlo, o sea todo está en el viaje. La pasamos bien, y algo del rodaje es un modo de vivir que ya no existe: comer en la vereda, trasladarse a otro lado todos juntos, etc.
¿Por qué el concepto de culpa cero es tan pregnante? ¿hay algo de los discursos de la crueldad actuales?
–Creo que la generación de nuestros padres se ocupó mucho de sacarse la culpa. No está bueno vivir con culpa ni vivir con miedo, pero a veces la culpa o el miedo te avisan. ¿Estuve mal? ¿Y qué hago con eso? Ella no se hace cargo, no se suicida, aguanta. Y ahí hay algo de esta época, es cierto. Tampoco se puede negar que con Malena nos conocimos y nos encontramos en plena época de auge del feminismo, del que aprendimos un montón, y que veníamos de observar el "culpa cero" muy de cerca. Lo loco es que cuando la película se desarrolló, nos fue llevando a que poderoso fuera un sinónimo de impunidad. Fue algo orgánico.
¿Cómo la convocaste a Cecilia Roth?
–No tenía idea si le podía gustar el guión o no. La conozco hace un montón de tiempo pero no la veía hace mucho. Cuando escribía me daba cuenta que era ideal que lo hiciera ella. Tenemos la misma representante, así que se lo mandé y cuando hablamos me dijo “ya te digo que sí, que lo voy a hacer” Le gustó mucho de qué hablaba la peli, nos hicimos amigas a velocidad, pero no de una manera superflua, sino con charlas muy profundas, como si fuera necesario para empezar a trabajar. Vivimos cerca, así que eso ayudó un montón a crear el vínculo. Yo disfruto mucho de dirigir a los actores, siento que es jugar a algo de una manera muy suavecita. Me encanta conocer a cada actor/actriz para empezar a hablar del personaje, de lo que está sintiendo y de cómo piensa.
El personaje de Justica Bustos también es una chanta…
–Sí, yo no la conocía y fue muy lindo el proceso con ella también. Tuvimos mucho tiempo de ensayos. Y la hija de Berta, que también es divina y tiene unas escenas geniales.
¿A quien observaste para componer a Berta?
–Es un compendio de varias personas.
¿Alguna que se pueda decir?
--(risas) No.
¿Te gusta trabajar con Gabriel, que hizo la música de la película?
–Laburar con Gabi (Vicentico) es lo mejor del mundo porque él va leyendo mientras escribo. Gabi va pensando cosas mucho antes de que yo tenga el guión terminado. Nos daba mucha risa que lo que ellas bailan a la noche sacadas, al día siguiente se les vuelve pesadilla con el sol. Esas son cosas que las pensamos juntos: hay una escena de masajes y yo le dije que hiciera algo porno francés. También cantó Feli Colina, que la admiro mucho, y también hay colaboraciones de Florián Fernández Copello. Hay canciones que de alguna manera se hicieron la voz de la conciencia de Berta. Si esa persona se cae muerta, ¿qué encontrarían de ella? hay un tema que ilustra eso y me encanta que sea otra información, de otro nivel, que está en la peli.