“En lo que va del año, la demanda del mercado interno cayó entre un 30 y un 35 por ciento”, arranca a contar Marco Meloni. Y traza una comparativa: “De 2001 a 2002, la caída fue de un 40 por ciento, así que estamos cercano a eso”. El empresario textil bonaerense conversa con Buenos Aires/12 y plantea el paralelismo para graficar el grave momento que atraviesa el sector y que se confirma en distintos puntos de la Provincia.
Miembro de Industriales PyMEs Argentinos (IPA), la organización liderada por Daniel Rosatto, asegura que la actividad del sector bajó entre un 45 y 50 por ciento. Al oscuro panorama le agrega otro dato: se perdieron 5 mil puestos de trabajo en blanco y hay cerca de 10 mil puestos que transitan por cesantías, vacaciones adelantadas y rotaciones.
Los números del sector no son, en definitiva, ajenos a los de la economía en general. En las últimas horas, el ministro de Economía de la provincia, Pablo López, publicó un informe donde muestra el impacto de la recesión orquestada por Javier Milei en la Provincia durante los últimos seis meses. Entre otros indicadores, detalló que la actividad económica provincial se contrajo casi tres puntos y medio, que hay 155 mil nuevos desempleados bonaerenses y que la recaudación cayó alrededor de un 10 por ciento ante el desplome del consumo, el comercio, la construcción y la actividad industrial manufacturera.
Frente al devenir de los índices económicos que muestran una fuerte recesión, Meloni advierte que “si esto no sigue cayendo, con suerte se viene una L y no una V”, en referencia a los anuncios que el Gobierno nacional suele repetir en relación a un próximo despegue de la economía.
¿No hay luz al final del túnel? “Sí, la luz del tren que se nos viene encima”, dice Meloni quien, además de integrar IPA, es vicepresidente de la Fundación PROTEJER.
No es sólo Meloni quien percibe este escenario. Desde la Cooperativa Textil Pigüé, la ex fábrica de Gatic recuperada por sus trabajadores, Francisco Martínez asegura a este medio que la actividad de la planta disminuyó un 60 por ciento y el índice de flotación lo analizan semana a semana. “Lo importante, siendo una cooperativa, es que acá no se pondrán en riesgo los puestos de trabajo, porque algo vamos a hacer”, remarca.
La ilusión de la V
A Meloni le resulta difícil creer aquella premisa del Gobierno nacional sobre una pronta e inmediata recuperación de la economía en forma de V. Cuenta que durante la campaña electoral de 2023, junto a otros empresarios, mantuvo encuentros con los equipos económicos de Sergio Massa, los de Horacio Rodríguez Larreta y también con los de Javier Milei: “Nos reconocieron nuestro problema de competitividad y que el problema eran los impuestos, nos dijeron que para bajarlos tenía que alcanzar el superávit fiscal y que eso se lograría eliminando los gastos de la casta”, relata.
¿Entonces? “La realidad es que el superávit lo tuvieron por no pagar lo que debían pagar, nada se le sacó a la casta porque las grandes empresas mantienen sus subsidios, los impuestos subieron, los trabajadores que me consumen son los que perdieron poder adquisitivo y encima las importaciones se abrieron porque no hay controles”, responde Meloni.
La cuestión de los impuestos tiene, según el dirigente, un peso enorme en la ecuación productiva tanto en su planta ubicada en Quilmes como la emplazada en Luján. En ellas realiza la industrialización de hilados sintéticos, tintorería y terminación de tejidos, además de venta de máquinas y repuestos textiles.
Los aumentos en los servicios fueron muy elevados, cuenta que de luz le llegaron facturas con un 800 por ciento de aumento, de agua con un 200 y de gas con un 600 por ciento. A eso debe agregar que los combustibles triplicaron su valor y que la inflación rondó el 80 por ciento: “Entre todos los servicios, el 5 de diciembre pagaba 20 mil dólares y hoy pago 70 mil dólares, por lo que mis costos energéticos dolarizados se me triplicaron”, afirma el empresario.
El aumento desmedido de los servicios golpeó fuerte también en Pigüé. Martínez señala que los últimos tres meses pasaron de pagar 4 millones de pesos entre todas las tarifas a tener que abonar cerca de 20 millones. Por eso, ninguno de los dirigentes habla de una evolución en forma de V. En todo caso, Meloni habla de una L aunque advierte que depende de una estabilidad que aún no percibe. Además, su análisis sobre el futuro no es promisorio: “Imaginemos este escenario: hay recesión, pero sacan el cepo y entonces se saca el Impuesto País, lo que le permite pagar un 17,5 por ciento menos por importar, lo que para ese sector resulta una facilidad, mientras que yo tengo que pagar tres veces más de tarifas de energía, por ejemplo”, apunta.
La frutilla del postre son los salarios. “Es el que menos aumento y es el que me tiene que comprar mercadería”, dice Meloni. Y el informe publicado por López le da la razón: los sueldos perdieron alrededor de 20 puntos de su poder adquisitivo en lo que va del año. “No sólo van a entrar las remeras de Bangladesh sin siquiera controles fitosanitarios, porque hasta sacaron eso y los etiquetados, sino que yo voy a ser caro en dólares y el mercado interno estará totalmente deprimido”, señala el dirigente de IPA.
Principio de arrepentimiento
A lo largo de la charla, Meloni destaca la robustez de la industria textil en la Argentina y cuenta que muchos transitaron las políticas de Martínez de Hoz durante la dictadura cívico militar, la hiperinflación del gobierno de Raúl Alfonsín, la década de los noventa y la apertura indiscriminada de importaciones y la reversión macrista encabezada por Federico Sturzegger que atentó contra la industria nacional. Remarca también que, entre 2022 y 2023, se vivió una era inversiones que automatizó gran parte de la producción textil. “Fue la mayor de los últimos quince años”, asegura el empresario. Todo este proceso histórico llevó a Meloni a conversar con sus colegas y cuenta que lo sigue haciendo. “Hay desencantados y ya no hay un 60 por ciento que diga que hay que estar tranquilos porque esto repunta”, dice.
Y señala que durante lo primeros tres meses de Milei, teniendo en cuenta que al menos el 56 por ciento de la población lo eligió en el balotaje frente a Massa, muchos colegas consideraban que “había que darle tiempo al gobierno porque esto repuntaba en marzo y abril”. Pero eso no sucedió: “Hoy hay un 30 por ciento que puede seguir pensando eso”, sostiene. Relata también que abril fue un mes peor que febrero, mayo fue peor que abril y, por las estimaciones que recibe, junio y julio no serán muy diferentes a mayo. “Dejó de caer, pero se sigue perdiendo plata y hay un montón de gente sin laburar”, señala.
Lo que pide, ante todo, es salir de la dicotomía tajante entre modelos. “Vos podés hacer una reducción del gasto público, pero pensando en una ecuación donde se alimenten los ingresos, porque siempre hay alternativas”, advierte y concluye: “Hay que consensuar con empresarios, los sindicatos, el campo, y no sólo con los veinte grandes para que te banquen lo financiero”.