Los ojos de Ceretti son dos ventanas sin postigos. La risa los afina, los anteojos duplican su brillo, pero jamás se cierran. En ese marco que contiene la mirada de un artista argentino, ortodoxo en su voluntad de diversión, aparece uno de los juegos estéticos donde mete la cuchara. Un juego de dimensiones y formas, con reglas tan elásticas como el pop permite. Como el tamaño souvenir de los animales de porcelana con los que posa en su primer disco, Todos los hombres son iguales, que presentará el próximo viernes 2/8 en La Tangente.

O como el volumen de sus brazos entrenados en calistenia. Los prendedores que invaden el cuello de la camisa. La emoción sin ornamentos que puede llegar a provocarle una escalera con peldaños ínfimos en plena zona de galerías de arte. Saber exactamente qué flyer determinó su destino profesional (uno de Miranda! hecho con frames de Bailarina que hacía el ilustrador Patricio Oliver). Ser estricto adorando la tapa del vinilo de Sold, de Boy George, cada vez que se lo cruza entre las bateas, por más que no le guste cómo suena.

En el colegio anotó "oculista" como profesión alternativa a cantante y así, como teniendo que dislocarse entre las elecciones de la vida, le confesó a su papá a la salida de un show que Miranda! le gustaba más que Britney. Pero Agustín Ceretti, que es porteño y de la música estuvo siempre cerca, terminó estudiando diseño gráfico. Atraído por la imagen, su menú visual es una colonia de vacaciones para adultos. Aunque esa libertad creativa está en permanente revisión, ahí donde importa el efecto inmediato y también la trascendencia.

"He tenido mis conflictos en relación a la imagen y a qué tanto exponerme. Me ponía en todas las tapas de los singles, la figurita era siempre yo. Me cuestionaba si no era contraproducente, porque siento que el anonimato ayuda en la era del streaming. Hay mucho single con portadas abstractas, no es muy personalista. Y, como entra en un algoritmo, no sé si le querés poner cara a eso que estás escuchando. Hay gente que puede escuchar una canción mía, pero me ve de marinero en la tapa y dice 'No, no quiero'. Es algo que me banqué y es muy importante y lindo, porque es un gesto con algo de antes. Estoy todo el tiempo queriendo recuperar algo de antes, vivo bastante disconforme con el presente."

"Además, me parece muy aburrido sacar un álbum con una portada lisa", sigue. "¿Qué lectura creés que puede tener eso en un futuro? Después tenés otras búsquedas, como la de Charli XCX con BRAT, el márketing que tiene detrás, esa cosa meme. Sabían que al ser una tapa re chota y cambiable, iba a pegar. Hay algo de ese anonimato que la hace muy plástica y que todo el mundo la puede usar. Cuando uno se pone en la tapa está declarando quién es, de dónde sale. Es una forma de hacerte conocer, por eso en mis videos aparezco todo el tiempo: para que la gente recuerde algo."

La pregunta sería cómo conseguir ser memorable. Y entonces, ahí, una vez más, la imagen. Si cada vez se mira menos, si ya la escucha es pasiva, si los consumos culturales son eso que pasa de fondo mientras se intenta sobrevivir en una actualidad diezmada, ¿dónde encontrar un pedacito de recuerdo en potencia? Sin ídolos ni propuestas masivas, la campaña del pop urge como vidrieras polarizadas. "No hay algo que atraviese, algo que escuche mi mamá y un nene de 7 años, y que esa canción la cante todo el mundo", dice Ceretti. "Se perdió esa cosa transgeneracional que antes tenía la música. A mí me encantan los ídolos: la figura de uno es un medio también".

Todos los hombres son iguales dispone de todo el terreno de un pop juguetón, con una voluntad hacia lo narrativo. Allí hay marcas de María Daniela y su Sonido Lasser y él percibe el eco del gran Guille Milkyway (cantante de La Casa Azul). Cedió no sin esfuerzo a Tik Tok (armó un clip pensado para la plataforma y logró que gente de otros países lo conozcan) pero en el medio avanza por lo tangible, juntando cartones para armar la escenografía de su show. Mira películas de otra era (La soga, Los paraguas de Cherburgo y Cantando bajo la lluvia) y se da cuenta lo que cuesta encontrar algo así ahora.

"Creo que no se ve mucho algo con ese tipo de ideas. O lo que es estéticamente muy lindo, de pronto es mala onda. Y shora parece que la gente tampoco ve videos en YouTube, ¿qué vamos a hacer entonces? No puede ser que todo tenga que tener un rédito económico. Yo quiero hacer videos re caros y que no los vea nadie, entonces. Tiene que haber un contrapeso, sino todo acaba reduciéndose a un costo económico de vistas. Ni hablar del tiempo dedicado a las cosas: parece que todo tiene que ser sin esfuerzo y relajado, total la gente los mira un segundo. Imagino que también hay gente que sigue consumiendo de otra manera."

En el conglomerado del entretenimiento contemporáneo da igual darle play al último tema de tu artista favorito que el life hack para sacar una mancha de esmalte del sillón. Pero en los '90 la oferta era otra. El niño Ceretti empezó a encontrarse con la música por medio de Fabiana Cantilo, Diego Torres y Chiquititas. Y enseguida, a sus 9, Britney y N'sync. "Siento que el under y el mainstream ahora están mucho más mezclados. Los Hidrogenesse dicen que no hay nada más lindo que el momento en el que encontrás tu público. Siempre se habla de un gran público al que hay que conquistar. Creo que uno puede encauzar el público que uno va teniendo, por ahí va de a poco, porque está más escondido o más atomizado. Es lindo ir descubriéndolo."

Su adoración por la tele era tal que se veía siendo conductor de un programa de chimentos hasta que, como tantas víctimas de su generación, cayó en el encantamiento de Sergi y Gattas vía ese reseteo cultural que significó el videoclip de Bailarina en Locomotion. Pero ante el rechazo necesitó una apuesta más desconcertante que le permitiera introducirse en el pentagrama del under nacional. Su puerta de entrada a otras drogas del pop fue con Tu mal, de Adicta.

"Tenía 14. Durante todo un año lo único que escuché fue Es mentira. Y ahí sí, under nacional, toda la movida del pop electrónico: Entre Ríos, Los Látigos, Proyecto Verona, Adicta, DJs Pareja. El secundario me la pasé solo yendo a recitales, pero me sentía incapaz de hacer música, no tocaba ningún instrumento. Me gustaba mucho escuchar música y ver tapas de discos. Pasaba tardes enteras con las pilas de discos de mis viejos, solamente abriendo cada librito y mirándolos. Tampoco había demostrado interés por cantar. Mi papá tenía un teclado que le pedí que me arregle y tocaba cualquier cosa. En ese momento pensé en trabajar con la música, pero siendo diseñador, estando con los músicos, haciendo sus tapas, sus flyers."

La portada de Todos los hombres son iguales es una clara invitación a soñar, a imaginar otros mundos posibles, por más efímeros que resulten. Ceretti necesita evadir y resuelve con mariconería, aparta sutilezas y exagera, contagia, acelerado y sin temor al desparpajo: sabe que en un momento se acaba y hay que volver a concentrar. Aroma a musical, colores de película y hambre de aventuras.

"La primera versión de la tapa era mucho más sintética y al toque me di cuenta de que tenía que hacer lo contrario. Tengo una cuestión personal medio horror vacui. Hay una cuestión de la cosita, del acumulamiento, que te permite colgarte; un día la ves así nomás, otro día te metés más en la imagen. Es como tener una paleta de herramientas que después te van a disparar a otra cosa, las modulás y las hacés hablar de forma distinta. La idea de incorporar las cintas de película venía desde antes de sacarme las fotos. Ahora pienso y creo que el disco puede ser un musical, las canciones pueden ser cuentos, algunas bien ficcionadas. Como la del final, que tiene el encuentro de Grindr. Hay una línea de canción que siento que está muy desaprovechada, abandonada. Quiero recuperar algo de ese lenguaje, de la canción en sí misma, poder rescatar la idea de cuento en las canciones."

Las canciones son historias. En su deseo de storyteller es imposible no mencionar a los románticos de lo cotidiano, jefes y jefas del contar: los artistas de pop español. Es un lugar muy poco explorado en el país, es como si se pensara a la ficción solamente desde la nota solemne, donde lo conceptual tiene que venir sólo a sostener los estandartes de un paradigma que aún golpeado no muere (el del símbolo del rock, por ejemplo) y la mera idea de construir un mundo alrededor de algo pequeño se confunde con burla o por su ligereza de consumo fuera contraria a la posibilidad para pensarla. Digámoslo también: pensar la música en el 2024 es una proeza que muy pocos estamos dispuestos a sostener.

"Miro para atrás acá y quizás Los Twist lo han hecho un poco, pero no es un abordaje que se haya explotado demasiado. Hay algo muy divertido en ese trabajo, te permite tener una temática, un grupo de palabras que empiezan a aparecer, y ahí la canción tiene a dónde llegar. Si estoy hablando de una relación donde está todo bien, en el siguiente verso se tiene que ir todo a la mierda. Cuando escribo necesito imponer el tema para ordenarme, ese arco temático me ayuda. En Por el mar yo sabía que quería usar unas seis palabras, y la armé en base a poder decirlas. Quería llegar a poder decir pañuelo en una canción, con lo linda que es esa palabra y nadie la usa."

La decisión de las palabras no es sólo sonora. Hay impacto, deseo y anhelo. De la teatrera caricia a la renuncia a chupar otras pijas en Hoy le quiero ver. La música argentina anota un triple entre tantos programados sobre tetas y culos. "Cuando la escribimos (junto a Matt Montero) dije 'si no lo digo, no tiene sentido'. Termina como una frase suave, tiene que ver con eso del ridículo. No me considero alguien así, pero no tengo miedo a hacer cosas que para la gente sean ridículas. Tengo muy presente divertirme yo primero, es una de las gracias del disco."

  • ¿Cuál es el ADN del pop argentino actual?
  • Se le está diciendo pop a cualquier cosa. Que seas una artista urbana y te pongas un bombo en negras no alcanza para ser pop, dame una melodía. Siento que hay un montón de propuestas con un approach muy directo. Bautibit es uno, con canciones muy radiales, tiene el engranaje con un sonido completamente indie. Sonido Pinkpantheress hecho por un chico de acá. Ahora por una cuestión cíclica viene el pop y vamos a ver un montón de experimentos. Como característica del argentino es que es muy variado, muy disparatado. Lo fundamental del pop es la melodía, que es la antítesis de donde estamos viniendo, de lo urbano y el trap, que puede haber melodía pero más desde el latiguillo del autotune, de la palabra cortada. Siento que hay algunas voces que intentan salir de eso.

Desde 2020 y junto a Matt Montero, Ceretti conduce y gestiona el sello La Banda del V.I.P. (la sigla es por "varios intérpretes pop"). Empezó siendo un grupo de musicales que tocaban juntos, turnándose arriba del escenario. De fechas compartidas pasaron a editar a esos mismos artistas, con una tendencia específica. "Los artistas LGBT+ no tienen otro lugar que los refugie, que los ampare. Es difícil, siento que lo LGBT+ está expuesto fácilmente a que se lo señale."

Foto: Sol Marinozzi | Prensa Ceretti

Ceretti no se agranda por haber diseñado la portada del que probablemente haya sido el libro más vendido en 2019 en el país (Sinceramente, de Cristina Fernández de Kirchner) ni por sus trabajos con Rosario Bléfari. El trofeo que le copa mostrar es el de haber estado presente en los shows de cualquier persona que se subió a un escenario con una computadora en Argentina.

Esa ventaja de testigo permanente, como un fisgón del espectáculo, lo lleva a preguntarse por sus colegas. "Siento que se terminan armando microgrupos, cuando podría ser algo mucho más enorme y divertido. Todos se están midiendo, creo que tiene que ver con el fantasma del trap que quedó de volverse famoso, esa sensación de que 'parece que es posible ahora'."

"A la vez, creo que hay una conciencia de armar una escena. Por eso voy todo el tiempo a ver gente, porque quiero saber qué están haciendo. Ahora quiero presentar el disco y seguir en cualquier antro. Me encantaría compartir fecha con Peter Pank. Y justo que hablamos de ídolos, Electrochongo es el 1. Además de ser un amor de persona, te levanta un bautismo. Y eso no te lo da ni el video más cool, ni colaborar con tal o que te vista tal otro. Es gente a la que se le nota la coherencia. A mí me encantan las cosas incoherentes, pero me gusta la coherencia artística, que tengan un camino, que se note el recorrido. Hay un grupo en donde yo me ubico junto a Matt Montero, Viole Castillo, Niki Rouge, Mailén Pankonin, donde nos une la canción, que es la importancia que le da el pop, más allá de la música. Nos interesa qué decir y que no sea todo culo culo culo culo culo."


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