Lo saben desde los Rolling Stones, el escritor Hunter S. Thompson, y en el universo de la ficción los forajidos sobre ruedas de Sons of Anarchy, pasando por John Travolta, Mickey Rourke y hasta Pee-wee Herman. Mejor no meterse con los Hells Angels, el grupo motoquero más “notorio, violento, exclusivo, despiadado, leal, fuerte, prolífico, temerario, aterrador y sigiloso del mundo”. Así se presenta al objetivo excluyente de la serie documental que acaba de estrenar A&E: Secretos de los Hells Angels (va los lunes a las 22 y está disponible en la app de la plataforma)

Ocho capítulos que desmenuzan a la hermandad sobre dos ruedas fundada en 1948 con presencia en los cinco continentes y más de seis mil “socios”globales. Ningún grupo de motociclistas ha logrado lo que estos amantes del asfalto. “Somos un grupo de chicos alegres tratando de vivir”, se lo escucha decir al mítico Sonny Barger. Aunque lo que se cuenta en el documental desmiente a quien fuera su portavoz durante varias décadas.

La entrega genera interés por mostrar las hazañas del grupo que se rige bajo su propia ley, sus fechorías y también el halo que han despertado en el universo pop. “Ellos son inadaptados, proscriptos y desafían las reglas de la atracción”, desliza una entrevistada. “Los Hells Angels no son una organización criminal: son una organización con criminales en ella”, explica otra fuente. “Para una organización que no quiere vivir según reglas, tienen muchas reglas”, acusa un agente infiltrado en su red en los ’70. 

 También está su logro como una marca fuertemente disciplinada y que ha sabido cómo usufructuar con su imagen renegada: su licencia de productos abarca desde ropa, vinos y hasta yo-yos. ¿Parte de la contracultura sesentosa?, ¿una organización criminal que emula a la mafia?, ¿emporio del marketing con olor aceite y llantas quemadas? Todo eso parece ser parte de la producción original de A&E. 

Dentro de las normas y estatutos más famosos se establecía que los integrantes debían ser propietarios de una Harley Davidson o Buell, tener una licencia de motocicleta, obtener la aprobación unánime del grupo regional y comprometerse de por vida a un código estricto que no desentona de una estructura militar. 

Secretos de los Hells Angels, de hecho, revela que numerosos exsoldados de Vietnam pasaron a formar parte de sus filas tras su retorno a los Estados Unidos. “Muchos sentían que no encajaban en la sociedad, después de lo que habían hecho o visto. La adrenalina era parte de su día. ¿Volver para trabajar en una fábrica o sentirte libre conduciendo una motocicleta para divertirte?”, razona un entrevistadoEse interín de unos pocos años, que va del sueño rutero hasta convertirse en fuerza criminal, radica lo más suculento de la propuesta.  

Al igual que otros documentales de la franquicia de este canal (Playboy, Miss America, Chippendales y grupos evangelistas), Secretos de los Hells Angels cuenta con un profuso material de archivo y entrevistas en la que nada queda fuera del plato. Uno de sus hándicaps es la palabra del quinteto de presidentes regionales, agentes encubiertos, víctimas, periodistas y otros que conocieron la hermandad desde sus entrañas. Cada capítulo repasa algún evento o personaje en particular. Desde el rol de la inescrupulosa facción de Cleveland, un homicidio a sangre fría en la zona rural de Oregon, colocación de bombas, tráfico de drogas, entrenamiento de sicarios, aparecen retratados en pantalla. Cada testimonio expone que esta familia rutera era mucho más violenta y astuta, a la vez que estaba altamente organizada. 

Y, claro está, también se repasa la tragedia de Altamont. Cuando en 1969, el Woodstock de la costa Oeste quedó empañado por su actuación como encargados de la seguridad mientras tocaban los Rolling Stones. El homicidio a metros del escenario de Meredith Hunther, llevó a que la banda británica decidiera cortar lazos con los motoqueros, y estos en represalia, durante años quisieron asesinar a Mick Jagger. Sin embargo, Secretos de los Hells Angels  toma su mejor camino al examinar el legado de nombres y figuras como Clarence “Butch” Crouch, Matt Zanoskar o Sonny Barger, los Easy Rider de carne y hueso.