Su voz es tan distintiva como capaz de hacer vivir el mundo que anida en cada canción. La trayectoria de Luna Monti la liga de manera profunda a la música folclórica y de América Latina; desde su primer álbum, Dentro, el Silencio (2000), y a partir del dúo conformado con Juan Quintero, en una colaboración que conoce ocho discos. Ahora, en relación a un desafío tan musical como personal, la cantante ganadora del Premio Gardel -en 2017 con el álbum Solo Luz: Homenaje a Raúl Carnota-, presenta Solita, su proyecto solista en voz y guitarra: hoy a las 21 en el Gran Salón de Plataforma Lavardén (Mendoza 1085). “En estos días estoy con muchas cosas diferentes, cosas que por ahí uno viene amasando hace rato y de pronto se dan todas juntas”, señala Luna Monti, en diálogo con Rosario/12.
-En este contexto, poder llevar adelante lo que uno ha elegido no es poco.
-Y sostener la alegría, cotidianamente; porque, al menos, uno está creando, pero también buscando de llenar la olla todos los días, ¿no? Al menos, tener la bendición de hacer lo que uno ama no es poca cosa.
-Ahora dispuesta a una etapa solista, ¿cómo fue esta decisión?
-Por lo menos, de manera momentánea, quería atreverme a eso, más que nada sabiendo que tenía esta posibilidad. De un tiempo para acá, era como un reto para mí; es como esas cosas que uno va a procrastinando. Y bueno, la pandemia por ahí me dio también el tiempo y la necesidad de hacerlo.
-¿Qué cuestiones notaste que querías indagar?
-En principio, había algunas herramientas que, por más que no las frecuentaba, de algún modo estaban. Yo arranqué de chiquita tocando la guitarra, no solo pensándola como una herramienta, sino desde la curiosidad y, te diría, hasta desde el amor por el instrumento. Hace unos días, soñé el árbol que había sido mi guitarra, y me dije: “Si yo recordara esto, la abrazaría cada día con más corazón, sin tanta exigencia”, como también con cierta reverencia, con respeto hasta de su alma, te diría. Estoy como volviendo a ese enamoramiento primero, como cuando era chiquita, y eso me gusta.
-Me parece invariable en toda persona lo que contás, me refiero a la necesidad de reencontrarnos con nosotros mismos.
-La madera de la guitarra y la madera de uno, ¿no?
-Por lo visto, hay una relación íntima con la guitarra.
-Todo esto tal vez tuvo que ver con el hecho de que yo quería cantar y no me animaba, y fue entonces que empecé tocando la guitarra. Quien cantaba en casa era mi mamá, pero después, cuando me animé, dije no, no me escudo más ahí atrás. Ahora reconozco que hay algo de esa sonoridad que siempre me cautivó, más este tipo de cuerda pulsada antes que otros instrumentos, porque nunca se me dio por el viento ni por el piano ni por otros, que por ahí sí había en la casa, como una batería.
-¿Cuáles son las composiciones que elegiste para este nuevo repertorio?
-Algunas son de algunos referentes; algunas las conozco de hace muchos años y estaban ahí, a la mano; y después hay otras canciones que, como te decía, vinieron también en pandemia, por necesidad, al agradecer a algún amigo o amiga, al regalarle algo para su cumpleaños por estar lejos. Así vinieron también un par de composiciones propias. Yo no tengo ese hábito, el de la escritura; tengo algunas canciones y varios arreglos y cosas así, pero no se me da por componer. Pero ahora me dieron ganas de mostrar esas cosas, y de esa manera, tal como nacieron, en la intimidad de la casa y como me salieron. Hay algo lindo ahí, que empecé a habilitar y sin tanta exigencia. Yo soy una persona bastante exigente y hay algo que se ablandó un poco, un poquito (risas).
-Allí hay algo sustancial, aun cuando no se puedan dejar totalmente de lado esas exigencias, resalta el placer de estar vos sola con la guitarra.
-Una amiga cantora, de España, la Silvia Pérez Cruz, me decía: “Al estar sola, todas las decisiones pasan por uno”, la del silencio, cuando te trabucás, cómo resolver, es de una concentración súper intensa. No es habitual en mí esto de estar haciendo dos cosas al mismo tiempo, con todas las decisiones que hay tomar; las primeras veces me resultaba agotador y terminaba como si hubiese corrido una maratón, ahora lo voy llevando un poco mejor. Pero bueno, es como como una nueva etapa, que no sé si es la que seguirá a partir de ahora, no sé tanto, pero me gusta estar haciéndolo. Después, ya se verá.