Logramos desde la dirección de la Cátedra del Agua y del Centro Interdisciplinario del Agua de la UNR Fcpolit que cuatro ciudades, una provincia y la Asociación del Grupo Montevideo (AUGM) de América Latina, establecieran el 28 de julio como el día del Derecho Humano al Agua y al Saneamiento. Ese día la ONU mediante la Resolución 64/292 de 2010 estableció el derecho humano al agua potable y al saneamiento. La ciudad de Rosario es el primer Estado Municipal en establecer dicha fecha conmemorativa mediante la sanción del Concejo Municipal el 8 de julio de 2021, el 23 de julio del mismo año lo establecía la ciudad de Gualeguaychú, Bariloche el 3 de marzo de 2022 y San Lorenzo el 3 de julio de 2023. Gran aporte han realizado en la construcción del derecho al acceso al agua y al saneamiento y al derecho a la ciudad.

Rosario ha sancionado cuatro ordenanzas que hay que vecinalizar en su conocimiento: Derecho de Jarras en bares, restaurantes, en espectáculos públicos, lugares bailables, en superficies comerciales con más de 1.200 metros cuadrados para las personas en situación de ciudad,  y el Derecho a los Sanitarios Libres, para acceder a los baños para las necesidades fisiológicas para las personas también "en situación de ciudad".

La provincia de Santa Fe mediante la ley 13.935 (28/11/2019) estableció el Derecho de Jarras planteado por nosotros. Es el acceso a agua potable libre y gratuita en todos los restaurantes, bares y en todas las escuelas e institutos educativos. Otro gran impulso positivo en la construcción de la ciudadanía del agua. Trescientas sesenta y cinco localidades santafesinas con esta norma en vigencia para que disfruten del acceso al agua en el derecho a la ciudad. No hay ciudad sin agua para la vecinalización de necesidades en situación urbana. La provincia de Entre Ríos aprobó la iniciativa nuestra, e instituyó el día del derecho humano al agua y al saneamiento, mediante la sanción de la ley 11013 del 18 de octubre de 2022 . Toda una provincia constituyendo una fecha simbólica y sustantiva para ejercer ese derecho. 

Estas positivas construcciones que son muy útiles, contrastan con que todavía hay aproximadamente 300 mil personas en la provincia de Santa Fe que no acceden al agua en forma integral, segura, continua , permanente y domiciliaria en los 365 días del año. En Rosario, la presión del agua es baja, en los barrios populares hay escasez social y no pueden acceder al vital elemento en forma integral, en otras zonas por necesidades hay conexiones autogestivas precarias con la exposición riesgosa a la salud. Hay también zonas en el centro que tienen que colocar bombas de agua con cisternas para acumular el vital elemento y subirlo al tanque, ello por la baja presión que también en determinadas zonas tienen que colocar calefones eléctricos porque que no enciende el calefón a gas. Hay personas que no tienen agua para las necesidades e higienes básicas.

En el mundo hay 2200 millones de personas que no acceden al agua potable segura y 4200 millones que no acceden a un servicio cloacal integral. Estas inequidades ambientales no afectan a todas las personas por igual. Están transversalizadas por género y sector social.

Las mujeres del agua dedican 200 millones de horas por día para acarrear agua junto a niñas. Más del 60% de los recolectores del agua son mujeres y niñas. Le dedican de 3 a 4 horas diaria de su vida a ello, así 18 millones de niñas menores de 16 años no asisten a la escuela para dedicarse a recoger el vital elemento. Son las mujeres y las niñas las que buscan 4 veces al día desde su casa al lugar de proveimiento del elemento esencial, en un recorrido de 3 km. La nueva esclavitud de las mujeres y las niñas es la de acarrear el agua potable. Ello está atravesado asimismo por los sectores sociales. Las que padecen la pobreza económica son las que transportan y se dedican a dar respuesta a la escasez social y climática del agua. O sea, una doble esclavitud recorre el cuerpo de las mujeres y niñas: la pobreza e indigencia económica y del agua. En América Latina, en la funcionalidad doméstica son las mujeres y las niñas las que se levantan a la madrugada, para que cuando el centro de la ciudad no consume, aumenta la presión del vital elemento en la periferia y ahí sí pueden lavar la ropa. También poder bañarse e higienizarse.

Ha aumentado la cantidad de personas que no acceden a los servicios esenciales. Porque la pobreza económica y su correlato la pobreza e indigencia de agua ha aumentado vertiginosamente. Una nueva esclavitud de género y de clase social somete a las mujeres, el acceso al vital elemento se convierte en las nuevas cadenas de las mujeres del agua. De cada 10 hogares sin el elemento esencial, en 7 son las mujeres y niñas las que se encargan a recoger la sustancia esencial, es decir el 70% de los recolectores son mujeres y niñas. En la infancia son las menores las que dedican más tiempo que los niños en recoger agua. Las niñas que caminan para conseguir la sustancia esencial, se torna en el camino de la escuela perdida. Es clara la injusticia a las que se someten a las mujeres y a las niñas.

En el mundo hay 500 millones personas que comparten sanitarios de distintos hogares y son ellas y las menores las que me más se exponen, 22 países presentan inodoros compartidos, los riesgos de infecciones y de la integridad psicofísica por el acoso y violaciones a las que son sometidas es mucho mayor que los riesgos de los hombres y niños.

La injusticia ambiental y del agua de género es tan patente que las mujeres le dedican 3 veces de tiempo más que los hombres y los niños a las tareas domésticas. Estas tareas están vinculadas con el agua, para cocinar, lavar la ropa y para higiene de la casa y es proporcional y directo al trabajo extradomiciliario que tienen que realizar para conseguir el vital elemento. A más tareas domésticas más agua, y más trabajo para conseguirla, el agua para la comida, la sed y la limpieza es funcional para someter a las mujeres y a las niñas. A todo ello, no escapa la transversalidad que debe haber con la equidad social, de tarifas justas y razonables del agua. 

La ciencia jurídica nos indica que lo justo tiene que ver con la calidad y cantidad del vital elemento en el servicio y la razonabilidad está dada en que la población de más bajos ingresos puedan abonarla sin que deteriore su nivel de vida, tomando a ello como parámetro. El agua es un derecho humano esencial, es de la Tierra y de la Vida, viene a emancipar; no viene a esclavizar y generar injusticias económicas y de género.

(*) Director de la Cátedra del Agua y CeIA UNR Fcpolit. Magíster y Especialista en Ambiente y Desarrollo Sustentable. Docente UNR.