Sturzenegger rima con Schwarzenegger. El Terminator de la ficción no es más que un personaje de Hollywood, un recuerdo del celuloide. Pero el ministro de Desregulación y Transformación del Estado goza hoy de una mayor capacidad de daño que el exterminador de la película. Es un jíbaro con atribuciones para reducir el sector público y empoderado para meterse con lo que tiene vedado. Lo mismo da si es para aumentar la jornada laboral a 12 horas, destruir derechos adquiridos o entregar clubes que son privados a multimillonarios, fondos buitre o sociedades offshore flojas de papeles.