Sturzenegger rima con Schwarzenegger. El Terminator de la ficción no es más que un personaje de Hollywood, un recuerdo del celuloide. Pero el ministro de Desregulación y Transformación del Estado goza hoy de una mayor capacidad de daño que el exterminador de la película. Es un jíbaro con atribuciones para reducir el sector público y empoderado para meterse con lo que tiene vedado. Lo mismo da si es para aumentar la jornada laboral a 12 horas, destruir derechos adquiridos o entregar clubes que son privados a multimillonarios, fondos buitre o sociedades offshore flojas de papeles.

El funcionario preferido del presidente Milei –que si no lo es, al menos compite con su colega de Capital Humano, Sandra Pettovello– reivindica que los clubes, sociedades civiles sin fines de lucro centenarias, puedan gozar de la libertad de elegir entre dos modelos. El formato jurídico actual y el de las Sociedades Anónimas Deportivas (SAD), importadas básicamente desde España.

Dice que “las reformas son en favor de la gente, no son en contra de nadie”. Bastardea la palabra libertad mientras va preparando la entrega de patrimonios que no son del Estado ni le pertenecen. Es una contradicción caminando. Hace dirigismo desde el Estado.

Olvida que los clubes ya rechazaron la iniciativa, pero no solo sus dirigentes apoltronados en la AFA. Los socios e hinchas también. Una encuesta reciente de la consultora Zuban Córdoba le preguntó a la gente si está a favor de la conversión de los clubes en SAD. La muestra arrojó que la mayoría está en desacuerdo (53 por ciento) y dentro de ese porcentaje el 39,7 % muy en desacuerdo. Pero los facilitadores de negocios de dudosa procedencia insisten, son persistentes. Avanzan siempre en el mismo sentido. A favor de los intereses corporativos de multinacionales y capitales especulativos.

El hombre que instrumentó el Megacanje durante el fallido gobierno de la Alianza, que decidió despidos masivos y sin red de trabajadores del Banco Ciudad cuando Mauricio Macri lo nombró su presidente, y que ahora volvió recargado, sabe lo que es sentir el repudio en una cancha, su cancha, la de Gimnasia y Esgrima La Plata. En febrero de este año y durante el clásico con Estudiantes, lo insultaron con ganas en el sector de plateas. “Chorro”, “traidor”, “devolvé todo lo que nos robaste”, le gritaron. Se tuvo que retirar con una mueca de incredulidad, desafiante. Todavía no se había puesto al frente de la gesta libertaria contra las instituciones deportivas. Pero si este domingo se animara a regresar al estadio del Bosque debería ir con patovicas de custodia.

Sturzenegger miente cuando dice que nadie está obligado a aceptar el formato jurídico de las SAD. Hay una parte de su discurso que hace agua. Gracias al DNU 70/2023, que él ideó, modificó la ley 20.655 de promoción del deporte. De esa forma obligó a la AFA y a otras federaciones o asociaciones a aceptar la participación de sociedades anónimas en esas organizaciones. Se les fijó el plazo de un año para cambiar sus estatutos. Con esa medida se malversa la voluntad de la AFA que aprobó por unanimidad el 23 de noviembre de 2023 en asamblea ordinaria “el carácter de asociaciones civiles sin fines de lucro” como condición indispensable para participar en los torneos que organiza.

Con bandera de conveniencia

El ministro trabaja en equipo para extranjerizar clubes que levantaron varias generaciones de argentinos e inmigrantes con un objetivo deportivo, social y educativo que reinvierta un balance superavitario en infraestructura. El empresario Guillermo Tofoni busca captar a los inversionistas y la diputada libertaria Juliana Santillán arma la arquitectura legislativa para que el proyecto de las SAD salga por el Congreso. No la tienen fácil. Lo admite el propio Tofoni desde Europa en diálogo con Página/12.

“Fácil no es, no lo es. Pero le tiro un dato que pasó en Boca. Cuando vendió las tierras de la Ciudad Deportiva, que hoy es Puerto Madero, Alberto J .Armando había armado un proyecto de un estadio para más de 100 mil personas. Boca hoy no tiene ni las tierras ni el estadio. ¿Y dónde están las 71 hectáreas? ¿Dónde está el estadio, dónde está la plata esa? Iban a hacer todo un complejo habitacional, centro de alto rendimiento, todo ahí. Eran 71 hectáreas en las tierras más caras de la Argentina y las rifaron”.

La historia señala que Boca invirtió parte del dinero obtenido en el predio de Casa Amarilla, vecino a la Bombonera y más integrado al proyecto deportivo del club. En lo que fuera la Ciudad Deportiva, la desarrolladora IRSA del empresario y amigo presidencial Eduardo Elsztain calibra que el barrio a levantar, demorará entre quince y veinte años en terminarse.

La empresa adquirió las hectáreas en 1997 que desde entonces solo acumularon yuyos. En 27 años, el club pasó de una crisis casi terminal, intervenido por la Justicia y al borde de la quiebra –de la que salió durante la gestión de Alfredo Alegre y Carlos Heller- a ser lo que es hoy. Una institución sólida presidida por Riquelme, ganador en las últimas elecciones con el 65,3 por ciento de los votos y una posición crítica sobre las SAD. Boca consiguió todo eso al amparo del sistema jurídico con el que se rige la mayoría abrumadora de los clubes.

Tofoni dice que busca dinero en el exterior con “muchas expectativas” porque según él hay “varios privados dueños de clubes europeos que están listos para desembarcar acá. Hay yanquis que controlan clubes ingleses, China está viendo cómo se sube. Es cuestión de tiempo. Todavía tienen que acomodar la reglamentación y los estatutos de la AFA, para que los socios tomen las decisiones y no los dirigentes”. Olvida que los directivos para ejercer un cargo electivo en una sociedad civil, antes deben completar cierta antigüedad como asociados en el club que van a administrar.

Un topo en Racing

Un ministro de flacas convicciones estatutarias y un secretario de Estado para todo servicio completan el equipo privatizador. Mariano Cúneo Libarona y Daniel Scioli. El primero integró en el pasado el cuerpo de abogados que escribió el estatuto de Racing y que prohibía convertir al club en una sociedad anónima, como figura en el artículo 3.

Hoy es vocal titular de la comisión directiva, conduce el colegio de la Academia y parece seguir el camino de Milei, su presidente, que se autorretrató como “el topo que destruye al Estado desde adentro”. Cumple un papel semejante en uno de los clubes más importantes de la Argentina. Borró con el codo lo que escribió con la mano.

El ministro de Justicia fue candidato a presidente en el club por la agrupación Todo por Racing en 2014 aunque ya no pertenece a ella. Es la misma que se pronunció en contra de las SAD, incluso antes que el oficialismo de Víctor Blanco, su vencedor en aquellas elecciones. El dato lo aporta Federico Cogo, del departamento de Cultura e Historia de Racing y realizador de un valioso documental sobre la experiencia de Blanquiceleste SA.

De Scioli, el secretario de Deporte, Turismo y Medio Ambiente, se puede afirmar que es tan libertario ahora como fue menemista y kirchnerista en el pasado. Muy dúctil para hacer el delivery en cada mandado que le encomiende el gobierno de turno.

La AFA por ahora se plantó en contra de esta ofensiva que acumula repudios. Ratificó en un comunicado reciente que continúa “siendo un requisito indispensable para ser miembro de AFA el ser una Asociación Civil sin fines de lucro, tal como lo decidieron libremente las entidades miembros de AFA”.

La política de tierra arrasada que empuja a paso sostenido Terminator Sturzenegger está en su primera fase. El peor error que podría cometer el gobierno es creer que los dirigentes están solos y subestimar la capacidad de movilización de millones de hinchas y socios.

En la Argentina no se concibe que la pasión pueda ser regulada por un funcionario gris y mucho menos que un club sea teledirigido desde una guarida fiscal o un fondo buitre. Está en juego la cultura democrática de las 11.870 instituciones deportivas del país -que se robusteció en las últimas décadas con el crecimiento masivo de la participación en elecciones- y eso es lo que vienen a destruir. Que ya no decidan los socios sobre lo que construyeron y sí la prepotencia del dinero de accionistas anónimos tentados con arrebatarles su identidad y patrimonio.

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