La aprobación del gobierno baja: no de forma abrupta, pero sí de forma sostenida. Más de la mitad de la población (53,7 por ciento) desaprueba mucho o desaprueba algo la gestión de Javier Milei. En la misma línea, casi la mitad de los ciudadanos afirman que el gobierno va en dirección incorrecta y, como ya se viene repitiendo en todos los estudios, tres de cada cuatro argentinos sostienen que el ajuste lo paga la gente, no la casta. En particular, los jubilados. En el plano de la vida cotidiana, nada menos que el 81 por ciento dice que tiene dificultades para llegar a fin de mes. Lo que sostiene todavía a la administración de La Libertad Avanza (LLA) son las expectativas: el 49 por ciento cree que, económicamente, las cosas en su casa van a mejorar y el 49 cree que no se verificará esa mejora.
Las conclusiones surgen de la encuesta -especial para Página/12- del Centro de Estudios de Opinión Pública (CEOP), que dirige Roberto Bacman. En total se entrevistaron 1565 personas a través de cuestionarios que se contestaron on line, después de una selección en las páginas más conocidas, como Facebook, Instagram y otras. En la muestra final se respetaron las proporciones por edad, sexo y nivel económico-social.
El impacto de la crisis
“No queda duda alguna que Argentina atraviesa una profunda crisis económica y social desde la asunción de Javier Milei -analiza Bacman-. El ajuste fue brutal, sueldos e ingresos se congelaron mientras que los precios de productos y servicios crecieron de manera significativa. La mayor parte de los argentinos (el 81,6 por ciento para ser más precisos) tiene dificultades para llegar a fin de mes, a algunos ni siquiera les alcanza lo que ganan y el resto debe realizar grandes esfuerzos e importantes ajustes para que el dinero les alcance. Si bien es cierto que la inflación bajó, la situación en general no mejoró y la economía cotidiana está cada vez peor. En ese marco, la imagen positiva del presidente, así como la aprobación a su gestión, van bajando. Están en un nivel del 43 al 45 por ciento, muy por debajo del 55,7 por ciento que lo votó en el balotaje. Aun así, es un valor que parece muy alto con relación al ajuste y la situación que viven en los hogares”.
Seguramente no es sólo lo económico lo que va pegando en la imagen presidencial: los viajes costosos y personales, las duras internas entre presidente y vicepresidenta, las peleas con mandatarios de una larga serie de países -Brasil, Colombia, China, España-, alineamiento con Estados Unidos y, en especial, los feroces recortes a los jubilados. En la encuesta del CEOP el 95,6 por ciento, o sea casi toda la población, desaprueba la fórmula de actualización de los haberes jubilatorios.
La esperanza es lo último….
Bacman detalla que “los datos de este trabajo de campo son más que elocuentes al respecto: el 45 por ciento de los argentinos se caracterizan por poseer esperanza a pesar de todas las vicisitudes de la realidad económica. Milei tiene base en un relato que logró instalar: metió el concepto de la casta (hoy tiene poca credibilidad), la motosierra, el ajuste necesario y sin anestesia y el verdadero cambio". Hay una contradicción asombrosa: el 73,8 por ciento no cree que el costo del ajuste lo esté pagando la casta, pero 43 por ciento están de acuerdo con el ajuste.
"Lo concreto es que las expectativas siguen siendo bastante altas -agrega el consultor-. La posibilidad que la economía mejore y la inflación siga descendiendo se ubican en el eje del 50 al 53 por ciento, valor que, como puede verse, es superior a la aprobación de la gestión presidencial. Más esperanza que realidad. Pero el riesgo siempre está latente: en un gobierno sostenido sólo por esperanza y expectativas, en la medida que el tiempo transcurra y no se produzcan mejoras, todo puede derrumbarse. El sol no se tapa con las manos: si no se producen mejoras concretas en materia económica en algún momento la realidad terminará matando al relato”.
El fantasma de perder el trabajo
Como era de esperarse, va creciendo fuerte el temor a quedar desempleado. Es evidente que un trabajador ve que las empresas venden menos, que se produce menos y empieza a preocuparle mantener su puesto de trabajo. En la encuesta del CEOP prácticamente el 40 por ciento afirma que tiene miedo a perder el empleo y en el ranking de problemas, se sitúa segundo. La principal preocupación es que los sueldos no alcanzan, pero enseguida, en el segundo lugar, el desempleo. La inflación pasó ya al quinto puesto, uno de los activos que exhibe Milei.
La inseguridad siempre figuró entre los problemas prioritarios, ahora bajó al cuarto puesto y subió la preocupación por la pobreza, seguramente por el aumento notorio en la cantidad de personas en situación de calle. Y también en los barrios se perciben las dificultades de los comedores para asistir a los que concurren.
Un dato llamativo y que tiene que ver con la instalación del discurso libertario es que un 56,1 por ciento de los consultados se manifestaron a favor de la flexibilización laboral. Desde los años 90 se viene insistiendo en que habrá más trabajo si se reducen las indemnizaciones o se facilitan los despidos. La realidad demostró que lo que mueve el trabajo es que haya una economía en crecimiento, con mayor consumo, que es lo que en verdad permite que una empresa tenga buenas utilidades.
Lo que pasa con la oposición
“La oposición, especialmente el peronismo, parece tener importantes dificultades para recuperarse -diagnóstica Bacman-. Cuando se pregunta a los encuestados por la popularidad de los dirigentes opositores, no puede detectarse un liderazgo claro. De todas maneras, diría que la opinión pública espera que haya renovación. No es producto de la casualidad que Leandro Santoro y Axel Kicillof obtengan los mejores valores. No hay que mirar sólo en los máximos dirigentes: los diputados y senadores se mostraron firmes y bastante unidos contra la Ley Bases que tiene más rechazo que aceptación en la encuesta.
No hay dudas de que los tiempos opositores se acortan. Sucede que en la encuesta del CEOP, los ciudadanos hablan de límites. Sólo el 28,3 por ciento de los consultados dicen que están dispuestos a soportar “este ajuste con sueldos bajos”, todo el tiempo que sea necesario. Pero casi la mitad de los argentinos (44,8 por ciento) dice que “no se soporta ni un día más” y otro 11,2 por ciento afirma que sólo puede esperar entre uno y tres meses, o sea, casi nada. El resultado es que siete de cada diez están dispuestos a aguantar poco. Muy poco.