Desde Caracas

Las cartas están echadas en Venezuela. Hoy se decidirá quién será el próximo presidente de Venezuela por los próximos seis años: Nicolás Maduro por un tercer mandato o uno de los nueve candidatos opositores, en particular Edmundo González Urrutia, detrás de quien está la histórica y radical opositora María Corina Machado. Lo que está en juego es mucho y el país lo sabe.

Las elecciones ocurren en terreno sísmico como es costumbre en Venezuela. Haber llegado a este domingo fue por momentos una odisea signada por avances y retrocesos con diálogos con Estados Unidos, las oposiciones internas, en particular aquella ahora reunida alrededor de González Urrutia que apuesta por destronar al chavismo en una elección presidencial, algo que la oposición no logra desde 1998, cuando ganó entonces Hugo Chávez.

Las encuestas dan mayoritariamente por ganador a González Urrutia, un ex diplomático de 74 años, desconocido públicamente hasta el mes de abril, cuando fue anunciado como candidato por un conjunto de partidos políticos como Un Nuevo Tiempo, parte de Acción Democrática, Voluntad Popular o Primero Justicia. La numerosas encuestadoras que predicen una victoria de Urrutia formaron progresivamente una opinión mediática acerca de una imposibilidad para Maduro de ganar este domingo.

Sin embargo, las imágenes de grandes actos de campaña de Maduro, en particular en la recta final, mostraron la capacidad del chavismo de movilizarse. Es uno de los datos para analizar los resortes electorales y políticos de una fuerza que tiene varios elementos a su favor: el Partido Socialista Unido de Venezuela que cuenta con una organización nacional y territorializada, una identidad chavista en la base dura, estatalidad, o el temor de un gobierno dirigido por Machado que puede acercar a chavistas descontentos a votar por Maduro.

Datos y alertas

El escenario en las urnas podría ser disputado. Varios cálculos aparecen como necesarios para proyectar posibles resultados: el padrón electoral con el descuento de quienes están en el extranjero y en su gran mayoría no podrán votar, la participación total sobre ese porcentaje, la cantidad que pueda movilizar el chavismo en las urnas, y el grado de fragmentación que exista en la oposición, es decir si habrá un tercer candidato con capacidad de reunir una cantidad considerable de votos que le quiten respaldo a González.

Las posibilidades son entonces dos: que gane Maduro o González Urrutia. Sin embargo la oposición, en particular Machado, repite que solo existe una posibilidad: que Maduro pierda y que en caso contrario su triunfo sería vía fraude, y, por ende, desconocido por esa oposición. La afirmación encendió las alertas del chavismo, en particular al proceder de una dirigenta de trayectoria vinculada a los crónicos intentos golpistas de la oposición.

Ese clima de tensión avanzó en la atmósfera política en los últimos días, en un país que ya atravesó grandes choques, y reconoce ciertas señales que anticipan posibles crisis. En ese contexto tomó particular volumen la declaración de Nicolás Maduro Guerra, dirigente político e hijo del mandatario, quien afirmó que “si Edmundo González gana entregamos y seremos oposición”, algo que, aún no ha sido dicho inversamente en boca de Machado, es decir que reconocería su derrota.

La economía mejoró en Venezuela, en particular en la capital. El proceso de crecimiento lleva unos tres años, luego de una contracción de cerca del 75% Producto Bruto Interno en el período más duro de la crisis que generó una emigración masiva. Se nota en el mayor circulante de dinero en la calle, comercios nuevos, una inflación que podría cerrar en menos de 50% a fin de año, en la idea de que falta mucho, es fragmentario y desigual, pero se puede avanzar.

Es uno de los factores a favor del gobierno, al igual que la mejora en la seguridad que se nota al caminar en Caracas. Son elementos que Maduro puede presentar como avances, en un contexto donde una de las demandas que más se escucha es la de “cambio”, una palabra clave de la contienda que se repite en la mayoría de las conversaciones al preguntar sobre la intención de voto. Uno de los lemas de Maduro que se ven en pancartas en la ciudad es “por más cambios y transformaciones”.

El gobierno promete que de seguir otro mandato continuarán los avances que comenzaron a verse estos años, y de ganar Machado a través de González Urrutia habrá un plan motosierra para Venezuela, en alusión directa a Javier Milei, con privatizaciones masivas, y un “baño de sangre” por el enfrentamiento social que se desencadenaría ante eso. En frente, Machado habla de una “lucha existencial y espiritual” en un discurso existencialista entre “el bien y el mal”. Nadie dice jugarse un gobierno sino el país, la patria, la república, el futuro de Venezuela.

La jornada electoral está marcada por esa carga hasta que el Consejo Nacional Electoral (CNE) declare los resultados. Algunos, desde el chavismo, plantean que Machado podría adelantarse al poder electoral y cantar una victoria temprana, con la consecuente inestabilidad, y el Ministerio Público advirtió que “quien instigue o promueva en la usurpación de funciones exclusivas del CNE, incurrirá en delito”.

“Ojalá no haya peo -problemas- este domingo”, dijo un mototaxista ya grande, con toda la memoria a cuestas de los conflictos que se dieron en estos últimos años en el país.