El gobierno de Filipinas recibió ayer con cautela la oferta del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, de mediar en la disputa entre Manila y China sobre derechos de soberanía en el mar de la China Meridional. El presidente filipino, Rodrigo Duterte, dijo que es mejor “no tocar” este asunto.
Antes de abandonar Hanoi, la penúltima estación de su gira de 11 días por Asia, Trump había ofrecido su mediación en el conflicto sobre el mar de la China Meridional, una importante zona de tráfico marítimo rica en materias primas, calificándose a sí mismo como un “muy buen mediador y un muy buen árbitro”.
El ministro filipino de Relaciones Exteriores, Alan Peter Cayetano, saludó la oferta de Trump, calificándola de “muy simpática y generosa”, pero matizó que cualquier propuesta sobre la cuestión tiene que someterse a consultas con los otros demandantes, incluida China.
Beijing se ha negado reiteradas veces a discutir la diputa sobre el mar de la China Meridional en reuniones regionales, insistiendo en que este asunto debe tratarse de forma bilateral.
Sin referirse a la oferta de Trump, Duterte dijo ayer en un foro empresarial de la Asociación de Estados del Sureste Asiático (Asean) que hay “cabezas calientes” en el mundo que quieren que el grupo “se enfrente a China (...) por muchos asuntos”. “Es mejor no tocar el mar de la China Meridional”, agregó el presidente filipino. “Nadie puede permitirse ir a la guerra, (ni siquiera) las grandes potencias. Rusia, China, Reino Unido o Estados Unidos no pueden permitirse una confrontación violenta”.
Unas horas después, los líderes comunistas de China y Vietnam dijeron que habían alcanzado un “consenso” para gestionar las disputadas aguas, según la agencia oficial china Xinhua.
China reivindica como propio la casi totalidad de este estratégico mar, por el que transita anualmente el equivalente de cinco billones de dólares en comercio. También se especula con la existencia de vastas reservas de petróleo y gas. Vietnam, Filipinas, Malasia, Brunei y Taiwán también reivindican sectores de ese mar, y el asunto es considerado desde hace años como un conflicto potencial en Asia.
Antes de que Trump llegara a Manila, cientos de personas se manifestaron en Filipinas para protestar por la inminente llegada del presidente estadounidense al país para participar en la cumbre Asean, que arranca hoy en la capital. Con lemas como “Prohíban a Trump la entrada en Filipinas” o “Luchen contra Trump, el fascismo y el imperialismo”, los activistas se manifestaron en las calles de Manila y fueron frenados por la policía antes de llegar al centro de conferencias donde se celebrarán los encuentros.
Durante su estancia en Manila, está previsto que Trump se reúna también con Duterte. Ambos ya se vieron brevemente en la cumbre del
Foro de Cooperación Económica Asia-Pacífico (APEC) que concluyó el sábado en Vietnam.
Congresistas estadounidenses pidieron a Trump que hable sobre las violaciones de los derechos humanos en Filipinas, ante la campaña sin tregua contra las drogas lanzada por Duterte, que ha dejado casi 4.000 muertos en operaciones policiales desde su llegada al poder en junio de 2016. Además, la policía investiga la muerte de otras 11.000 personas en causas posiblemente relacionadas con el narcotráfico.
Sin embargo, Duterte se mostró confiado en que Trump no mencionará ese tema. El mandatario republicano concluye en Filipinas su gira asiática de 11 días, que tras visitar Hawái lo llevó a Japón, Corea del Sur, China y Vietnam. El presidente volverá mañana a Estados Unidos.