En el año 1859 Charles Darwin publicó su Teoría de la evolución de las especies. En dicha teoría se explica, precisamente, como surgen y evolucionan las especies, tanto animales como vegetales. En su momento causó mucha controversia pero hoy es ampliamente aceptada.

Este evento prácticamente coincidió con el comienzo de la Revolución Industrial, inicio del Capitalismo tal como lo conocemos ahora.

Y siendo biólogo, siempre me llamó la atención cómo se utilizaron algunos preceptos de dicha teoría para fomentar el triunfo individual, el egoísmo y la competencia, para justificar situaciones y actitudes que nada tienen que ver con la evolución.

La interpretación que más les gusta a los predicadores del egoísmo es la “Supremacía del más fuerte”. El concepto de que hay individuos superiores dentro de una especie que son los que merecen sobrevivir (o para ser más delicados, en ciencias humanas, que merecen que les vaya mejor), en detrimento de los más débiles.

Esta idea fue llevada hasta el paroxismo por el régimen nazi, llegando a sacrificar personas por considerarlas deficientes e incluso al genocidio con pueblos, “razas” o comunidades que consideraban inferiores.

Esto es una visión absolutamente sesgada e incorrecta de esta teoría y lo es también de nuestra sociedad.

Está ampliamente comprobado que los organismos más exitosos son los que colaboran. Y lo mismo podemos decir de las sociedades.

Es muy fácil argumentar que el ciervo más fuerte se queda con todas las hembras y asegura su procreación. Pero esto no es así en las sociedades que colaboran, como las suricatas, las hormigas, las abejas, y cientos de ejemplos donde la colaboración lleva al grupo al éxito, mucho más allá del resultado que obtenga el individuo, incluso el más fuerte.

En la humanidad hay épocas donde prevalecen las ideas de colaboración y la comunidad se cuida los unos a los otros, y en otras épocas prevalece el “sálvese quien pueda”. Desafortunadamente, estamos transitando en nuestra querida Argentina por una de éstas.

Siempre hay un buen argumento para el individualismo. ¿Por qué debo ayudar a los otros? Todos esos son vagos. Por qué sostenerlos "con la mía”. Qué importa si hay gente en la calle que se muere de frío (literalmente), si basta con no mirarlos. ¿Hay enfermos oncológicos a los que no se les provee de medicamentos? Que los compren con su dinero. ¿No se compran, o lo que es peor, no se entregan alimentos acumulados en depósitos a los comedores populares? Que coman una vez por día, o ninguna. ¿Los hospitales están desfinanciados y a los médicos, enfermeros, empleados, se les paga miseria? Es porque se atienden muchos extranjeros. ¿Presentaron una radiografía de un perro para obtener un certificado de discapacidad? Anulemos todos los certificados.

Nos engañan para romper la trama social, y muchos queremos ser engañados. Es mejor ver que un pobre es ladrón, por lo tanto, todos lo son. Un comedor se quedó con un vuelto o revendió mercadería: qué suerte que no ayudo a los comedores, y tampoco que los ayude el gobierno “con la mía”.

¿Qué es la lo que hace que las sociedades y los individuos sean más empáticos con “el otro”? El pobre es el otro, el extranjero es el otro, el vago es el otro. Hasta que nos damos cuenta que todos somos vagos, todos somos pobres, todos vamos a tener hambre.

Nuestra sociedad evoluciona. ¿Hacia dónde? ¿Y hacia dónde queremos que evolucione?

Una frase que se escucha mucho es “no quieren trabajar” ¿Quiénes? Nunca el que la dice. El que no quiere trabajar es otro, en general alguien pobre. Pero entonces, ¿cuando la sociedad ofrece pleno empleo, cómo se cubren los puestos? ¿Trabajan todos? Por lo tanto, cuando hay desocupación, ¿no será que no se ofrece empleo, o que el empleo que se ofrece está tan mal remunerado que no alcanza para saldar la mínimas necesidades?

Tenemos que ver que las condiciones de trabajo han cambiado. Por un lado Argentina no puede ofrecer pleno empleo porque sufre una destrucción de su industria y de su comercio. Pero por otro lado, la robótica, la inteligencia artificial, y otras tecnologías hacen que un trabajo que antes necesitaba 100 personas, hoy lo realizan 2 ó 3. Pero la producción es la misma, y la ganancia también. Entonces hay qué pensar que hacer con las otras 97 personas ¿Que se mueran? ¿Son inútiles? ¿No quieren trabajar?

Estos problemas a veces se resuelven con políticas sociales, pero también puede ayudar la tecnología. Se habla de que Argentina se transforme en un polo tecnológico. Pero se desfinancia en forma salvaje el Conicet. Las universidades públicas están en crisis con el presupuesto de 2023. INTI, INTA y otras fuentes de tecnología sufren despidos. Son vagos los científicos, viven de la nuestra. Estudian el sexo de Batman. Qué fácil es distanciar la ciencia y la tecnología de sus últimos beneficiarios, los ciudadanos. No hay tecnología ni empresas tecnológicas sin investigación y desarrollo, sin ciencia estatal.

Entonces hay que analizar hacia dónde vamos, hacia dónde evolucionamos como sociedad ¿Me están beneficiando? Me doy cuenta que se está perjudicando a otros. Se los echa del trabajo, se cierran fuentes de arte, cine, teatro. ¿Estoy mejor como individuo y como sociedad? ¿Qué se me ocurre que se va a hacer con los que quedan sin trabajo? ¿Y son sólo los otros o me puede pasar a mí?

¿Quiero que se haga una pared detrás de la cual se ponga a los pobres, los indigentes, los que se quedaron sin trabajo y, eventualmente, se les tire las sobras de los alimentos que consumimos? ¿No se me ocurre que tal vez me toque estar del otro lado del muro? ¿Quiero que mis hijos crezcan en una sociedad así, con esos valores?

¿O prefiero la integración? ¿Pensar en políticas y actividades para incorporar a toda la sociedad? No tener miedo del otro porque es distinto, porque me va a robar lo que tengo, porque “lo tengo que sostener”. Los jubilados son un ejemplo patético a quienes se está condenando a la extinción, luego de reducir sus ingresos en forma salvaje.

Los hospitales públicos, los colegios y universidades estatales, los programas de integración, son demostraciones del esfuerzo que puede hacer una sociedad para integrar lo mejor posible a su población. Con las desviaciones, errores y problemas que esto conlleva.

Finalmente, creemos que podemos formar una sociedad en que se integre a toda la población o queremos seguir en la dirección de la separación por origen, raza, o, principalmente por posibilidades económicas.

Evolucionamos a una sociedad en la que sus individuos colaboran, o al salvajismo y canibalismo de sálvese quien pueda.

 

Aún podemos elegir.