Puede decirse que una película dedicada a María de los Ángeles “Chiqui” González era cuestión de tiempo; y quienes llegaron con la buena nueva fueron las directoras Alejandra Marino y Marcela Marcolini. Las dos, ansiosas por el preestreno de La Sociedad del Afecto, que tendrá lugar el jueves próximo a las 20.30 en Cine El Cairo (Santa Fe 1120), con funciones durante todo el fin de semana. “Rosario es el primer lugar donde la queríamos mostrar, a pesar de que también te genera tensión porque, bueno, ustedes la conocen a Chiqui desde otro lugar”, comenta Alejandra Marino a Rosario/12.

“Abarcamos un arco con la película, pero vos la conocés a Chiqui, y sabés que es imposible dar cuenta de absolutamente todo. Tratamos de registrar, desde su poesía, la palabra; es decir, es una película charladísima”, continúa. Y agrega Marcela Marcolini: “A medida que nos acercábamos a esta época, nos fuimos dando cuenta del valor que tiene hoy la palabra de Chiqui, al hablar sobre cómo pensar las infancias. Cuando el tema del afecto viene de la mano de la Chiqui, ya sabemos que no se trata del cariñito, sino de tener en cuenta a la persona, de integrarla, de ocuparse de ella, de que se la pueda observar y tener en cuenta desde el Estado, para que no sea un sujeto del mercado. Se trata, también, de prepararlo para entender metáforas en la vida, y que esas metáforas lleven a esa personita, desde chiquito, a entender que tiene la capacidad de cambiar su vida”.

Alejandra Marino –oriunda de Rosario- ha dirigido documentales como Las Muchachas, Cómo llegar a Piedra Buena, Flores Mujeres Migrantes; y Marcolini guionó títulos como Inteligencia Artificial, Escenarios de Guerra, Sara Facio: Haber estado ahí. La Sociedad del Afecto tuvo una primera proyección en el Festival de la Mujer y el Cine, y en noviembre llegará a la sala Gaumont de Buenos Aires. “En aquella presentación del Festival, un director de cine me dijo algo que me dejó pensando: ‘Me diste una caricia al alma’. Y creo que para muchos va a ser eso; como decimos con Ale, que a los que miren la película les quede una ‘cabeza coctelera’, que mueva ideas. En este sentido, hay algo que decidimos, y fue que no le íbamos a cortar nunca la palabra a la Chiqui, la película está llena de contenidos, frases, conceptos”, prosigue Marcolini.

-Marino: Tuvimos la suerte de tener aliados en nuestras decisiones estructurales y narrativas, como las dos montajistas, una de ellas alumna de la Chiqui en la FADU, además de un equipo aliado, en el sentido de que todos tenían el deseo de absorber más. Cuando arrancamos, después de hacer la investigación y el teaser, Chiqui fue muy clara: ‘Chicas, miren que yo no soy lineal’”.

-Escucharla a Chiqui es maravilloso, pero el cine impone el corte. ¿Cómo fue ese proceso de trabajo?

-Marcolini: Teníamos una idea previa, a partir de una investigación de varios años, y cuando nos sentimos maduras en los conceptos, fuimos a Chiqui y la tratamos de convencer, porque primero no se dejó filmar. Estamos seguras de que tuvimos este privilegio porque no somos de Rosario, porque si lo hacía con gente de allá, hubiera tenido que quedar en deuda con muchos; y ya le habían propuesto hacer un documental. Tal vez por ser un poco de afuera, también podíamos tener otra mirada. Luego empezamos a reunirnos por Zoom, durante la pandemia, y cada vez que hablábamos era pensar en qué íbamos a hacer, porque ella te va llevando por un montón de lugares, conceptos e ideas, para después volver a la pregunta que le hiciste. En algún momento, el guion tuvo que ver con grandes conceptos, y comenzamos a trabajar sobre algo que nos parece muy importante: la Chiqui demostró que es posible, que se puede, que en cualquier parte de la Argentina podría hacerse lo que plantea.

-Marino: Faltan las decisiones políticas. Su idea es fabulosa, en el sentido de no considerar al niño meramente como el futuro, sino que somos nosotros los que estamos plantando ese futuro para ese niño. Esta idea, de acompañar con afecto, con el juego, que ella trae desde su infancia y su trabajo en el teatro, es posible; pero tiene que estar la decisión política. Mientras hablábamos sobre el tema del juego y lo que generan el afecto y el escuchar a las infancias, íbamos viendo el crecimiento de la malaria y la miseria, a nivel general y para los niños; era algo que nos hacía preguntarnos desde dónde nos estábamos parando. Pero las dudas se van cuando uno conoce los espacios y los investiga, en relación a cuáles son sus bases filosóficas, si son sólidas. Algo que está proyectado a 25 años, como nos dijo la Chiqui, es difícil de tirar abajo. Como el Jardín de los Niños, premiado en todo el mundo, es difícil que alguien vaya con una topadora; más allá de que puede haber un montón de problemas el edificio es sólido.

-Marcolini: O lo que pasa en la Sala 5 del Hospital Vilela; es una genialidad hacer que los chicos que están internados no vivan la internación como algo triste y solitario, sino que tengan un espacio de juego, que tengan una caricia. Me encantaría que esta película sirva para que en otros hospitales hagan otra Salas 5, porque esto tiene más que ver con la voluntad de querer aplicar estas políticas que con la plata; se necesita plata, pero sabemos que muchas veces se la destina a cosas espantosas. Por eso creo que la Chiqui tiene tanta llegada a gente de la educación, que está sujeta a un sistema con el que a veces no están de acuerdo; pero tiene que haber una voluntad de querer modificar estas cuestiones.

En cuanto al equipo técnico, las directoras aclaran: “Tuvimos la posibilidad de trabajar con un equipo de profesionales de Rosario; llegamos con una de las productoras de la película y con el director de fotografía, pero toda la gente que con la que trabajamos es de Rosario, gente muy profesional, con la que hemos filmado bárbaro”. 

La Sociedad del Afecto cuenta con guion y dirección de Alejandra Marino y Marcela Marcolini; Dirección de Fotografía de Christian Colace; Cámara a cargo de Christian Colace, Patricio Mollar, Victorino Parodi, Ana Balbi; Montaje de Jimena Zárate y Paz Macaya; Dirección de sonido de Pablo Sala; Sonido directo de Jimena Chávez y Fernando Romero; Postproducción de imagen de Lucila Kesselman; Música de Juan Martín Medina; VFX d Moco Estudios, Ana Martín y Bela Tagliabue; Maquillaje de Irene de Petris, Nieves Battistoni; y la tarea en producción de Graciela Mazza y Noemí Fuhrer (La Pluma Producciones) y Pamela Carlino (Productora en Rosario).