“No se sentía seguro” fue la frase que encendió la mecha futbolística y política de la semana, y opacó las ilusiones de hinchas de Central que soñaban con ver al campeón mundial Ángel Di María cerrando su carrera vistiendo la auriazul. El vocero de las malas noticias fue el presidente del club Gonzalo Belloso: “El jugador continuará su carrera en Benfica de Portugal y no regresará al país”. Rosario/12 fue al encuentro de otras voces, las de quienes compartieron su mismo origen y punto de partida. Con un sólo objetivo: escuchar cómo nacen los sueños que se resisten a permanecer detenidos en un paréntesis.

En Argentina (y en buena parte del mundo) se viven tiempos donde los discursos extremos compiten por ganar el partido en la cancha de la vida misma, alejando cualquier posición que permita un atisbo de mediación para la comprensión del otro/otra. Esta semana aparecieron, por un lado, los que asumen que la inseguridad, como argumento, es falsa e insuficiente; y del otro, quienes a partir de reconocer la violencia que se padece en la ciudad buscan replicar un imaginario muy extendido en los medios de comunicación porteños: "en Rosario no se puede vivir".

Con los nervios de punta algunos funcionarios, desde el gobernador Maximiliano Pullaro para abajo, periodistas y dirigentes no se quedaron callados y reaccionaron a la noticia. “A nosotros nos duele, pero respetamos muchísimo la decisión”, dijo Belloso; las condiciones de resguardo "están garantizadas", si se respetan los protocolos para las figuras públicas aunque eso implique “perder márgenes de libertad”, dijo el gobernador; “Nos dicen '¡uh Rosario!` y después vienen acá y están más tranquilos que en Buenos Aires”, sumó el intendente Pablo Javkin; y algunos periodistas de grandes medios, en coro, sugirieron que la decisión del jugador era “una verdad a media” que “daña a Rosario” y que al final de todo se sintetiza en una “decisión personal”.

Brazo izquierdo de Angelito con un tatuaje claro.

¿Quién puede poner en duda el sentir y el amor de Ángel Di María por su Rosario natal, el barrio Sarmiento de la infancia y los colores de su corazón? Sí hasta en su brazo izquierdo, el campeón mundial lleva tatuado: "Nacer en la Perdriel fue y será lo mejor que me pasó en la vida”.

Fuera de los discursos hegemónicos, de poder e intereses concentrados, la otra ciudad, la de la calle y la tribuna, también habla y tiene cosas para decir. Este cronista fue al encuentro de ellos y se acercó, entonces, a buscar los sentires de quienes compartieron su mismo origen y punto de partida. Transitar por lugares donde Di María comenzó a ser quien es hoy. Con un sólo objetivo: escuchar cómo nacen los sueños que se resisten a permanecer detenidos en un paréntesis.

“Como argentinos estábamos contentos y ansiosos con poderlo disfrutar, verlo en Central, y de visita en todas las canchas del país como un campeón”, dijo Ceferino Roldán un vecino de toda la vida del barrio La Esperanza de Rosario que hoy, a los 41 años, ocupa un lugar en la comisión de El Torito, el primer club donde Fideo comenzó a formarse deportivamente. “La decisión personal de él fue no venir supuestamente por la inseguridad. Como hablamos los papás acá en el club todos los días, nos da lástima que no venga pero sí estuviéramos en su lugar creo que tomaríamos la misma decisión que él”, razonó.

Las amenazas para Angelito y familia, las pintadas intimidatorias en su contra (una de las cuales todavía sigue fresca en la entrada de El Torito) y la inseguridad pública forjaron el combo para una decisión que sólo puede darse en clave subjetiva. “Las amenazas están: quizá algunos no les den mucha importancia y otros sí; quizá para algunos es una tontería pero pueden llevar a más. Es una decisión personal, a nosotros nos hubiera gustado disfrutarlo”, cierra el vecino.

“La Perdriel”, no es otra cosa que la referencia a Mariano Perdriel, el nombre de la calle donde el futbolista vivió con sus padres, lugar que caminó y donde cosechó amigos, amigas y afectos que hoy lo recuerdan con nostalgia familiar. Su casa se encontraba a la altura del 2066. Allí pasó toda su infancia. Un barrio distinto aquel, “sobre todo para los chicos”, afirman vecinos y vecinas al ser consultados por este medio, siempre que se refieren al clima de la seguridad de antes y de hoy, pero con fuerte pasión por el fútbol que, históricamente, dividió aguas entre los dos grandes de la ciudad.

Las paredes hablan, los colores delimitan territorios, y entre las casas humildes y sin terminar por las sucesivas crisis que siempre golpean con más ferocidad a los mismos, también se suman mensajes de hartazgo y un clima de época que se multiplica en muchos barrios de todo el país: “Basta de hambre y represión: Fuera Milei”, se lee escrito en cal sobre un paredón que da a una calle sin señalizar en el antiguo barrio del campeón del mundo.

“Antes una se sentía más libre pero no solamente acá sino en toda la ciudad. Antes los chicos andaban solos y en bicicleta, hoy eso es imposible”, contó a este medio Leonina Domínguez, una vecina de la zona quien no está ajena a la realidad que percibe el futbolista rosarino antes de volar a Portugal.

“Yo soy del barrio y tuve la oportunidad de conocerlo cuando era chico”, sumó Roque quien hoy es profesor de fútbol en El Torito. “El hincha de Central está con mucha bronca”, señala como reflexión urgente y se entristece porque, para él, el futbolista “tuvo muchas oportunidades de venir y nunca lo hizo: no fue solamente por esta vez. Pudo pasar a saludar a la gente y no lo hizo”, se descargó a la hora de ser consultado sobre la decisión del jugador de no terminar su carrera en Central. No obstante sostiene que el argumento es válido: “No le han brindado la seguridad que él pidió y no quiso arriesgar a la familia. Lo apoyamos en las malas cuando todo el mundo lo criticó y los vamos a seguir bancando ahora. Cuando quiera volver que vuelva”.

“Como hincha -retomó Domínguez- te diría que no lo entiendo pero como mamá lo súper entiendo porque él (Di María), seguramente, primero piensa en su familia; y si tiene la posibilidad de quedarse en otro lugar donde está más seguro lo comprendo y calculo que cualquier padre de familia lo entendería. Como hincha quería que venga. Nos duele porque estábamos ansiosos esperándolo pero respetamos su decisión”.

 

¿Habrá segunda temporada en esta película? Nadie sabe la respuesta, ni siquiera su protagonista. “Las puertas siempre van a estar abiertas para él”, coinciden todas las voces consultadas demostrando, una vez más, porque en las esperanzas del pueblo también nacen sueños escritos con cal que se resisten a permanecer detenidos en un paréntesis.