Qué hacer con el uso del celular, con la inteligencia artificial, con las apuestas on line en las aulas, son algunos de los temas instalados en los medios como problemas educativos. ¿Qué se hace desde las escuelas con ellos? Una docente dice que lo más importante es entender que la enseñanza no es sólo transmitir conocimientos, sino más bien aprender a escuchar. ¿Qué es lo que hay que escuchar? ¿Qué se escucha hoy en las aulas? Estas y otras cuestiones son abordadas por las autoras de un libro que propone repensar las aulas desde pedagogías no tradicionales como las feministas. “Hay una preocupación muchas veces mayor por seguir una currícula, un programa, una planificación, y se pierde de vista qué es lo que pasa en el aula, cómo podemos trabajar la dimensión de los aprendizajes, pero tramando con eso que les pasa a los estudiantes en su vida personal, con sus emociones y en el medio también de un contexto muy complejo, muy difícil”, dice Valeria Sardi, coautora, junto a Jesica Baez, de Pedagogías feministas. Propuestas para imaginar y sentir las aulas (Paidós Educación).
Baez es licenciada y doctora en Ciencias de la Educación en la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA y Sardi es doctora en Letras en la Universidad Nacional de La Plata. Ambas son, además, docentes e investigadoras. En su libro proponen a apelar más que nunca a una pedagogía amorosa y potenciar imaginación en las aulas para poder pensar contextos complejos como los actuales.
Estos temas serán abordados esta semana (los días 1, 2 y 3 de agosto) en el 9° Coloquio Interdisciplinario Internacional Educación, Sexualidades y Relaciones de Género, en la Facultad de Filosfía y Letras de la UBA.
-Hace mucho que se dice que el sistema educativo está en crisis, ¿qué problemas identifican desde esta perspectiva pedagógica?
Jesica Baez: -Que esté en crisis es una suerte de cliché, y al mismo tiempo es algo que describe momentos en los que es necesario potenciar la imaginación para poder construir herramientas, porque si escuchamos a docentes, a maestros, a maestras, también remiten a que hay una crisis o que no tienen las herramientas suficientes para estar en el día al día, para que esos chicos y esas chicas aprendan más, aprendan mejor, aprendan a cuidarse entre ellos, entre ellas. Desde esta perspectiva hay varias dimensiones que se ponen muy en foco: hay que es escuchar y ver con qué experiencias vienen esos chicos y esas chicas, qué recorridos tienen, porque en la medida que puedan escuchar, conocer, saber quiénes son, los contenidos que estén planificados, por ejemplo, en una currícula, se van a poder entramar mejor y profundizar mejor, vamos a poder armar un lazo entre esa experiencia vital de ese chique con la propuesta de contenidos que tiene la escuela. Pero a su vez, desde esta perspectiva, invita a pensar cómo potenciar esa propuesta de contenidos. ¿Cuáles son los mejores contenidos que podemos enseñar? ¿Cuáles son las versiones de mundo que esos contenidos estamos brindando? También es una invitación a pensar en ese currículum, y también es una invitación a pensar entre los vínculos entre docentes y estudiantes. Entonces, se van sumando dimensiones.
Valeria Sardi: -La pedagogía feminista busca problematizar qué pedagogías tenemos que desplegar en las aulas. Qué modos de enseñar, qué modos de construir un diálogo con las experiencias de los estudiantes. Y también lo podemos pensar en relación a la formación docente. ¿Cómo estamos formando a los docentes hoy para las aulas del futuro? Cómo formar docentes que tengan una mirada más amorosa, más hospitalaria, más amable con los mundos y las experiencias, y los saberes que aportan los estudiantes. Hoy más que nunca necesitamos una pedagogía más amorosa. Romper esa idea de esa asimetría tan fuerte que proponía la pedagogía más tradicional, para empezar a pensar que en el aula construimos, o podemos imaginar, una comunidad de aprendizaje. Pensar el aula como un espacio de conversación, de diálogo, de escucha.
También, de algún modo, mostrarnos vulnerables como docentes, en el sentido de que no somos robots, que sabemos absolutamente todo, sino que también estamos aprendiendo con les otres en las aulas. Creo que ahí hay algo que también se juega, que tiene que ver con esta escucha, este diálogo de saberes, con poner en juego cuáles son las emociones que tienen y que despliegan los estudiantes, pero también nosotres como docentes.
-¿Cómo impacta la crisis económica y política en las aulas?
Jesica Baez: -Hoy afloran discursos de odio, y hay un escenario sin política educativa. Está vaciada la política educativa y lo que se sostiene, se sostiene gracias a los trabajadores y las trabajadoras de los ministerios que continúan, pero falta el marco de la política educativa. Estas pedagogías feministas también han puesto el foco primero en un reclamo de redistribución. Lo necesario de tener condiciones y contextos, condiciones materiales para llevar adelante la enseñanza. Pero también pusieron el foco en poder pensar en la pasión en el aula. ¿Cómo tener docentes apasionados por lo que enseñan?
-Plantean que no es lo más importante el qué se enseña sino el cómo, pero también hay un cuestionamiento a la currícula. Como el dato de que el 80% de los textos que se leen en la universidad y en los institutos de formación docente es de autores varones, blancos, cis. ¿Qué hacer con eso?
VS: -Es una pregunta muy interesante y además muy debatida, investigada, trabajada, también es un reclamo estudiantil: “queremos leer otras cosas, queremos que aparezcan otros autores”. Ahí que hay distintas estrategias, que también son estrategias feministas, de qué manera ir incorporando, interviniendo en la currícula, incorporando autores, autoras, no blancos, no cis, no varones heterosexuales, pero también, con ese canon ya heteronormado, androcéntrico, ¿cómo podemos intervenir en los modos de leer?
Se trataría de dos acciones: por un lado, tratar de intervenir incorporando otras autorías. Pero, por otro lado, con ese canon (sobre todo pensando que no en todas las cátedras es posible intervenir, que los programas los hacen los profesores titulares, por ejemplo) empezar a trabajar otros modos de leer. Y también, otra vez, la escucha, porque esos otros modos de leer más irreverentes, feministas, vienen muchas veces de los estudiantes.
JB: -Poder pensar que cualquier docente que está en un aula tiene el poder de poder intervenir y construir lo que enseña. Esto no significa alejarse de la currícula que tiene que dar, o del programa, o de la planificación que se consensuó, sino poder pensar que cada uno, cada una, dentro del contexto del aula puede reconstruir el conocimiento. Y por qué es importante advertir e identificar que lo que enseñamos, por lo general, son de varones, blancos, cis, y esto pasa en el nivel inicial, en la primaria, en la secundaria, en la universidad. ¿Por qué es importante intervenir sobre eso? Porque estamos mostrando un mundo sesgado. Un mundo donde no hay comunidad entre las diferencias, donde no se advierten las desigualdades, donde no se interviene. Y si escuchamos un poco más lo que queda por detrás del mundo que muestra ese canon, tal vez también empezamos a encontrar algunas respuestas de por qué estamos como estamos.
-El uso del celular en las aulas, la inteligencia artificial, las apuestas online, son grandes problemas hoy en las aulas. ¿Cómo abordan esos problemas?
JB: -Podemos ensayar muchas respuestas. Las pedagogías feministas no traen ni recetas ni manuales. Sino más bien un conjunto de preguntas, la posibilidad de ir construyendo respuestas que estén situadas en los contextos de lo que está pasando.
- ¿En una escuela o en un aula en particular?
JB: -Claro, poder pensar de manera situada en esa aula, qué está pasando con ese celular. Porque capaz que en un aula el celular está funcionando de una manera, y en otra aula opera de manera totalmente diferente, generando diferencias entre chicos, violencia, conflictos.
Muchas veces necesitamos y queremos recetas. Que alguien me diga lo que tengo que hacer. Y en un contexto tan complejo, poder movernos y decir “ me voy a tomar un minuto”, sería como una de las recomendaciones de las pedagogías feministas. Tomate un tiempo y fíjate cómo están funcionando el celular, las apuestas, las relaciones en tu aula. ¿Por qué están pasando esas cuestiones? Ese mirar como si uno se pudiera poner un poquito alejado, extrañando la situación, permite luego identificar qué hacer frente a ese abuso.
Y otra cuestión es poder pensar en la práctica y en las relaciones. Estamos trayendo el ejemplo del celular, pero podríamos pensar la inteligencia artificial, la ludopatía, todas estas cuestiones que están circulando en las escuelas en relación al sexting, todas las prácticas de violencia, acoso, que circulan en las aulas: muchas veces lo que falta ahí es volver a mirar los vínculos. No de manera idealizada, romantizada, mirar los vínculos y qué está pasando ahí, qué relaciones de poder, qué hace la institución. Las pedagogías feministas vienen a volver a poner esta cuestión en tensión, en poder mirar y atender de manera situada.
VS: -Y sumaría no caer en miradas punitivistas. Uno de los problemas es que hoy esas prácticas punitivistas que están en la sociedad muchas veces se dan en las instituciones escolares. Por otro lado también descartar algo que por ejemplo en Ciudad de Buenos Aires se viene implementando: los presupuestos de la "educación emocional", que proponen una autogestión de las emociones, auto observación para controlar a los estudiantes. Las pedagogías feministas vienen a discutir esa mirada de las emociones en clave más neoliberal para pensar quiénes son esos estudiantes que están ahí en esa práctica situada. ¿Qué historia de vida? ¿Qué experiencias? ¿Qué vínculos traman ahí en las aulas? ¿Qué vínculos vienen tramados desde las familias? Trabajando desde una relación más de diálogo, volvemos a la escucha, pero no para censurar, castigar e imponer esa mirada punitivista, o bien esa mirada de autocontrol totalmente individualista. Cuando las emociones son relaciones socioculturales, son relaciones entre sujetos en una sociedad.
-Además estos problemas, por ejemplo en relación al celular, no son de la escuela: son de la vida, de la sociedad.
VS: -Y también son problemas que atraviesan docentes, que nos atraviesan. Entonces hay que pensar en lo necesario de que ese contexto que vivimos, ese contexto social en el que estamos, sea el texto de la escuela, el texto sobre el que trabajamos. El celular no es un problema de chicos, chicas y chiques, es un problema social, cultural, que estamos atravesando todos.
Entonces las pedagogías feministas, más que evitar, dirían todo lo contrario, es necesario que pongamos en foco esta situación. Y creo que ahí hay otra dimensión que es muy potente de las pedagogías feministas para estos momentos, en la necesidad de volver a pensar la trama común, la comunidad. ¿Cómo reconstruimos comunidad y trama común diferente, pero también entre desiguales? ¿Y qué hacemos con esa desigualdad? Me parece que ahí hay otro aporte de las pedagogías.
Yo no demonizo para nada el celular en el aula porque creo que en ciertas prácticas situadas se puede ver cómo el celular puede ser una herramienta fabulosa para trabajar distintas cuestiones de los saberes escolares. Entonces no se trata, me parece, de demonizar, sino más bien de pensar eso desde lo situado. En relación, por ejemplo, a las redes sociales, cómo podemos construir también ahí una mirada crítica de cómo se está pensando la red social, pensar también que las redes sociales están construyendo una sensibilidad, ideales de belleza, patrones corporales hegemónicos, modos de estar y de vivir, digamos, en el mundo, que son también hegemónicos, androcéntricos, etcétera. Entonces es interesante pensar cómo, como docentes construimos, promovemos en las aulas también esa mirada crítica sobre las redes.
-¿Y sobre la inteligencia artificial?
JB: -En la universidad, o en la formación docente, o en la escuela secundaria, empiezan docentes a decir ¿qué hago cuando me llega un trabajo práctico hecho con inteligencia, con el chat GPT? Y creo que ahí las pedagogías feministas vienen a reponer, poder pensar muchos niveles en simultáneo: ¿Qué está pasando con el vínculo, con el conocimiento? ¿Qué rol tenemos les docentes frente a ese conocimiento? ¿En qué posición nos vamos a poner? ¿Vamos a hacer un enlace que arme trama con la inteligencia artificial para poder utilizarlo como herramienta? ¿O vamos a negar el uso de la inteligencia artificial?
Pero también las pedagogías feministas serían una lente crítica para decir, ¿qué trae la inteligencia artificial? La inteligencia artificial es un canon cis, heterosexual, patriarcal. Entonces también hay que poder enseñar esa mirada crítica: esta es una herramienta que podemos utilizar, pero es una herramienta que también es patriarcal. Y entonces, ¿qué tensiones tenemos con esa herramienta? Y así podríamos seguir recuperando muchos temas.
-Y ¿qué está pasando con les docentes?
JB: -En principio creo que no podemos generalizar. Me parece interesante hablar de la pasión y el erotismo, es decir, cómo poner en juego esa fuerza creativa, esa potencia de la imaginación para poder construir un aula y unos modos de enseñar que interpelen a los estudiantes en un contexto difícil. Y cómo podemos, como formadoras de docentes, enseñar esa pasión por el conocimiento, por la enseñanza, por el hacer y el ser docente en las aulas. Porque la complejidad de las aulas siempre estuvo, hay diversas complejidades en los distintos contextos históricos. Y ese no estar docente también está por la precarización laboral, el desplome de los salarios, muchas veces por una falta de respuesta institucional a ciertos problemas. Y además cuando los contextos se vuelven tan recesivos, todo esto aumenta.
VS: -Entonces, algo que nos propone la pedagogía feminista es ser más creativas, poner más en juego la imaginación, esto que vinimos diciendo, la escucha, trabajar desde las experiencias y los saberes que aportan también las estudiantes, pero fundamentalmente volver a reflexionar sobre nuestra propia trayectoria, sobre lo que estamos haciendo en las aulas, sobre lo que nos pasa también como docentes, hoy, en el aula. Esa mirada reflexiva también nos puede ayudar como docentes para ver qué tenemos que modificar, qué podemos inventar. Además de otra cuestión nodal del feminismo: armar redes.