La imponente Ciudad Sagrada de los Quilmes se iniciará el mes de la Pachamama, con la palabra de Francisco “Pancho” Chaile, ex cacique y hombre sabio que encabezará el ritual del primero de agosto, fecha en la que cada año los pueblos indígenas de todo el noroeste argentino realizan ceremonias para rogar y agradecer a la Madre Tierra por los dones que entrega.
El sitio arqueológico, el más extenso de la Argentina y conocido hasta hace poco como “las Ruinas de Quilmes”, ubicado a 5 kilómetros del kilómetros 4292 de la ruta nacional 40, será para los diaguitas el epicentro de las miles de ceremonias que los pueblos andinos y sus descendientes realizarán durante agosto en todo el territorio ancestral y allí donde vivieren.
La ceremonia en sí, la cuenta el pueblo Quilmes. “Los mayores hacen apertura de la ceremonia, hombres y mujeres cantan a los ancestros y a la tierra. Quienes observan a los astros e interpretan el amanecer, leen la piedra y dan el pronóstico de la próxima temporada, sobre las lluvias, los cultivos y las cosechas”.
“Entre todos, elevamos un pedido a los espíritus del cerro para que no falte el agua. Se invoca la luz divina de Tata Inti; al Wayra, vientos del norte y el sur; se ruega el circular de la semilla, los cambios nuevos y necesarios, que se lleven lo malo y se propague lo bueno”, detalla.
Este año los Quilmes -originarios que no tienen problemas con la palabra “indio” y ostentan ese nombre como bandera- dieron un gran paso al construir con el Ente de Turismo de Tucumán un consorcio para manejar el histórico lugar, símbolo destacado del escenario de invasiones, guerra y resistencias que nada pudo desaparecer.
Si el 21 de junio, solsticio de invierno y fiesta del Inti Raymi, marca el año nuevo y básicamente es un homenaje al Padre Sol, agosto completo es para la Pacha -como se la llama coloquialmente- y a quien se invoca ante todo, como cualquier creyente en cualquier parte del mundo.
El cacique de este pueblo originario, Patricio “Chañar” González, titular del Consorcio que los Quilmes crearon con la provincia de Tucumán describió para Salta/12 la celebración que como el aire se respira en todos lados y aparece por sobre los conflictos y luchas para preservar los derechos y el territorio.
“El primero de agosto, después de 11 años, vamos a volver en comunidad a la Ciudad Sagrada. Vamos a agradecer por las cosechas de este año y pedir por el nuevo ciclo de producción agrícola y ganadero. Los comuneros de las bases (comunidades) llevan las cosechas: maíz, angola, porotos, pelones, dulces, todo lo que se hizo desde la temporada de verano hasta este momento”, describió el joven líder comunero.
“Entendemos que en el nuevo ciclo la Madre Tierra se predispone para 'empreñarse' (de preñez) y germinar los nuevos frutos, las nuevas semillas, las nuevas plantas, la nueva vida. En ese marco celebramos este día de la Pachamama y la corpachamos con ofrendas, con vino, con agua, lo que nunca nos debe faltar es el agua, el vino como símbolo de la alegría y la hoja de coca para que no nos falte el pasto para los animales”, añadió.
González explicó que la recuperación de la Ciudad Sagrada y el nuevo tiempo en cooperación con la provincia a través del Consorcio implica trabajar en “la reproducción cultural” en la que comuneras y comuneros están empeñados al buscar fortalecer la identidad y los derechos.
"Durante estos últimos 11 años hubo un vaciamiento cultural del que fuimos parte. Nacieron niños que hoy ya son adolescentes y que no recibieron este legado cultural”, indicó el cacique.
La ceremonia de agradecimiento y pedidos a la Pacha este año tiene un color especial porque la organización indígena que agrupa a integrantes de la Comunidad India Quilmes (CIQ) recuperó el control de la Ciudad Sagrada, lo que significa el dominio del relato de su propia historia, la oferta de servicios a turistas de todo el mundo y trabajo para comuneros y comuneras.
Cultura vallista
Y los agradecimientos no son abstractos ni simples anhelos porque la Pacha da, la Pacha entrega, procura para sus hijos y ejemplo de esto es una gran noticia que el presidente del Ente de Turismo tucumano, Domingo Amaya, junto al empresario Eduardo Reynoso anunciaron pocos días atrás en Colalao del Valle.
Se trata de la refacción y puesta en valor de la hostería de esa localidad tucumana que vincula Cafayate, en los Valles Calchaquíes salteños, con la Ciudad Sagrada de los Quilmes, ubicada sobre la famosa ruta 40. Esta hostería formará parte de la cadena hotelera Benjamin 1º que ya trabaja en La Angostura, Tafí del Valle y San Salvador de Jujuy, y proyecta extenderse a las Termas de Río Hondo, en la vecina Santiago del Estero.
Reynoso habló con Salta/12: “La idea es ponerla en marcha este próximo verano. El proyecto es refaccionar toda la hostería, la fachada actual, una nueva obra, más habitaciones y pabellones para recibir delegaciones estudiantiles”. “Hacemos la inversión (350 mil dólares), la ponemos en funcionamiento para atraer turismo nacional e internacional a los Valles, lo mejor que tenemos acá los tucumanos. Tenemos la idea de seguir apostando al país, a la provincia, confiamos que esto va a cambiar y mejorar, queremos poner a Tucumán en el mundo”, sostuvo el inversor tucumano.
La Pachamama abre estas posibilidades para los pobladores de Colalao del Valle que trabajarán en la obra de reconstrucción y ampliación de la hostería y serán en el futuro cocineros, personal de atención y limpieza, mantenimiento y otros servicios turísticos para los visitantes.
Por su parte, Amaya, titular del Ente de Turismo, destacó la voluntad de las autoridades de la Comunidad India Quilmes para crear el Consorcio con el organismo a su cargo, y también la decisión de Reynoso para hacer realidad un proyecto ambicioso y útil en los Valles como es un lugar para dormir, comer y descansar.
El funcionario provincial también caracterizó a los pobladores: “acá no se reconoce el límite geográfico. El vallisto habla del valle, del Valle Calchaquí, del Valle del Yocavil y eso es lo bueno, la integración de los pueblos, que es lo que hace que realmente respetemos nuestras culturas, respetemos nuestras tradiciones y al otro como debe ser”.
Finalmente, Amaya destacó al sitio arqueológico, “un lugar tan sagrado para nuestra cultura. Les deseo éxito al trabajo conjunto, al esfuerzo y compromiso de mantener, conservar, preservar, enseñar a no dañar, a no depredar. Cuidar nuestras idiosincrasias y culturas y mostrar nuestros vinos, artesanías y productos como el café de higo, de algarrobo, de tusca, únicos en el mundo”.
“Pachamama ¡gracias!”, dice la cronista de este relato sobre el vínculo de los hijos de la tierra, miles y miles a lo largo de la Cordillera de los Andes, espinazo de un continente que preserva y defiende sus tradiciones, su identidad, su ser y estar en un mundo implacable y amenazante.