En su editorial, la periodista y conductora analizó las denuncias de fraude de la derecha nacional e internacional con respecto al triunfo de Nicolás Maduro en las elecciones en Venezuela.

El editorial de Cynthia García

Las elecciones de Venezuela están garantizadas porque el país se somete a juicio internacional permanentemente. Han sido más de 20 años del chavismo con elecciones decididas por los venezolanos y venezolanas en un sistema electoral reconocido electoralmente. Y tengo que remarcar internacionalmente y nombrar al Centro Carter, que nadie puede decir que es un grupo de veeduría electoral chavista.

Hay que hablar de Naciones Unidas, que tenía una comisión de veeduría que tampoco nadie puede decir que es ideológicamente afín al chavismo, pero sin embargo, Venezuela se somete a esta observación internacional porque es el significante maldito de la derecha. Si no existiría, lo inventarían.

A pesar de la fantochada que tuvo que soportar el presidente Maduro de tener a Juan Guaidó, un asambleísta venezolano que un día se autoproclamó presidente con la aceptación de la comunidad internacional; la Unión Europea prestando a ese descrédito para siempre y una derecha lo apañó, le generaron recursos, fortaleciendo las sanciones de Estados Unidos sobre Venezuela y hoy, decía, los diarios dicen “El chavismo se proclama ganador en una elección con mucho ruido a fraude”. No, no es que el chavismo se autoproclama ganador, el resultado lo da el Centro Nacional Electoral que es uno de los Poderes del Estado de Venezuela y la diferencia es por 7 puntos.

Sin embargo, lo que Clarín titula es que el chavismo se proclama ganador en una elección con mucho ruido a fraude. Son una vergüenza y quieren una región sin la fortaleza que dio y sigue dándole Venezuela. Clarín y La Nación quieren que la región sea el “patio trasero”, por eso parte del concierto de la derecha internacional que está en contra de Maduro, pero de ahí a desconocer el resultado electoral, insisto, dicho por veedores internacionales. 107 países participaron como observadores de las elecciones en Venezuela. Igual La Nación: “Escándalo y denuncias de fraude proclaman ganador a Maduro”. Lo que es escándalo es la denuncia de fraude. Acá se podría organizar el juego de palabras y el título de La Nación. Lo que es un escándalo es la denuncia de fraude.

Lo que pasa es que necesitan una Venezuela llamada régimen, llamada dictadura, porque sino tienen que asumir la evolución política interesantísima que tuvo Maduro, que superó situaciones de violencia interna. Recuerden ustedes los asedios desde Colombia cuando Duque era presidente. Recuerden las guarimbas, la violencia en las calles de Venezuela; el autoproclamado presidente, una inflación disparada donde el precio del dólar se decidía desde Miami. Todo eso lo fue superando Nicolás Maduro. Y alguno dirá “bueno, pero cometió muchos errores”. Seguro que Maduro cometió errores como cualquier gobierno puede cometer.

Acá el punto no es si nos gusta o no el gobierno de Nicolás Maduro, el punto es si nos gusta o no la democracia. Si queremos o no la democracia.

Porque si somos democráticos, si somos republicanos, hay que aceptar las elecciones y dejar esa vieja y siempre actualizada costumbre de la derecha de denunciar fraude cuando no le son favorables.

Con este mismo sistema si ganaba la derecha, que podría haberlo hecho, porque justamente la característica que tuvo esta elección es que participó la derecha, nadie estaría denunciando fraude.

Es una vergüenza internacional lo de La Nación y Clarín. Es un escándalo que la canciller Mondino haya dicho que la oposición de Edmundo González ganaba en 35 distritos de Venezuela. Es un escándalo que Macri haya pedido sacar las fuerzas armadas y lo propio Milei. Es una barbaridad geopolítica, pero habla de este tiempo.

Habla de cómo sigue siendo América Latina una región en disputa. Habla de los caranchos y buitres internos que tenemos en Argentina, que no quieren justamente que seamos una región de paz, que pueda plantarse geopolíticamente al mundo multipolar en el que estamos desde un lugar de fortaleza regional. Eso es lo que discuten y mienten cuando hablan de Venezuela.

Algunas cuestiones que aporta gente que piensa bien, como Alfredo Serrano Mansilla y lo dicho, hay que decirlo varias veces, pero en estas elecciones no se presentó solo el oficialismo, como quieren hacer creer desde este lugar de “Maduro se proclama como el dictador”. “El dictador Maduro se proclama como ganador”. No, participaron nueve candidatos más y, entre ellos, hubo dos fuertemente opositores: Edmundo González Urrutia, el más a la derecha de todos -el que apoyó María Corina Machado- y Luis Martínez, diputado y dos veces gobernador de Monagas, el candidato del histórico partido de la cuarta república Acción Democrática.

Hubo acompañamiento electoral de misiones internacionales, por ejemplo, un panel de expertos de Naciones Unidas y el Centro Carter, entre muchos invitados internacionales de un lado y otro de la disputa electoral.

También hay enviados de la CELAC, la Unión Interamericana de Organismos Electorales, la Unión Africana y también hay enviados de organismos de Colombia y Brasil.

La Unión Europea no está presente en su misión porque decidió de forma seguidista a la política exterior estadounidense, volver a implementar sanciones contra Venezuela.

Hay que aclarar sobre la participación que el voto en Venezuela no es obligatorio, que en 2018 la participación fue baja porque la oposición llamó a no votar, un 46%. Ahora, según el conteo del Centro Nacional Electoral, fue del 56% si no me equivoco, más alto.

Hubo de todo sobre las encuestas, pero cierto sector de la comunidad internacional ya tenía escrito el guion, por eso salieron Mondino, Macri, la propia Bullrich cuando asediaba la embajada de Venezuela en Argentina, Milei. Por eso salieron prontamente en el post cierre de los comicios; porque el guion ya estaba escrito y lo tenían redactado. Lo anticipó aquí Stella Lugo hace una semana, la embajadora venezolana en Argentina.

Hay que resaltar que estas elecciones se dieron en un contexto de máxima calma cotidiana entre personas que piensan diferente. Este escenario no tiene nada que ver con tiempos pasados. Las elecciones ocurrieron con normalidad.

Lo que está pasando es que la derecha nacional e internacional se resisten a el concepto de la Patria Grande.

Quieren una América Latina entregada y entreguista. Venezuela sigue siendo un faro para que eso no ocurra.