Un tercio no cuenta con el personal necesario y dos tercios tienen las paredes con humedad y deterioradas. El 44 por ciento no tiene agua caliente y cerca de un cuarto no cuenta con un sector de farmacia para almacenar medicamentos. Algunos, incluso, mantenían una modalidad de atención por ventanilla y no abrían sus puertas. Los datos reflejan el estado de las 48 instituciones sanitarias que dependen de la Municipalidad de La Plata tras ocho años de gestión de Julio Garro.

“¿Qué lugar le das a la salud si el lugar se cae a pedazos?”, se pregunta Soledad Fernández. La Secretaria de Salud del municipio que gobierna Julio Alak estuvo al frente de la auditoría en el área por encargo del intendente de Unión por la Patria. Durante tres meses, y a partir de febrero, relevaron el estado de los Centros de Atención Primaria de la Salud platenses (CAPS), las postas sanitarias y el vacunatorio central. 

La conclusión, tras dos períodos del PRO llevando las riendas de la Municipalidad, fue el título del informe: "Abandono y desidia".

En diálogo con Buenos Aires/12, detalla que, tras su arribo a fines de diciembre, no encontró datos estadísticos sobre el funcionamiento de la secretaría. Por eso, una de las primeras decisiones fue recorrer cada centro, conversar con sus más de 650 trabajadores y también con los vecinos.

Varias situaciones resultaron alarmantes. “En uno de los centros, los bomberos tienen que ir a recargar el taque de agua porque las bombas estaban rotas”, cuenta Fernández.

Este tipo de situaciones, afirma la funcionaria, esmeriló la confianza de los platenses con los CAPS. “Fuimos a centros donde la sala de espera siempre estaba vacía porque la gente decide no ir ya que no encontraba una respuesta a su consulta o no había medicamentos”, apunta.

Ante la decisión de los platenses de evitar los centros de atención primaria para resolver inconvenientes de baja gravedad, indica Fernández, otro problema se desarrolla dentro del sistema sanitario: el colapso de los hospitales. “Nos llaman los directores que las guardias estallas con problemas que se podrían resolver en un CAP”, asegura.

La situación en la cartera sanitaria tiene su correlato con otras áreas. Hace pocos días, Alak participó de la reinhumación de los primeros 470 cadáveres de los 13 mil que se encontraron en condiciones de abandono y arrumbados en el cementerio de La Plata. “El estado del ente oficial y la disposición final de los muertos es una muestra elocuente y concreta del quiebre financiero y operativo que recibimos el 10 de diciembre”, advirtió semanas atrás el intendente platense.

Según el informe elaborado por la municipalidad, la cartera sanitaria padeció consecuencias similares tras la gestión del reciente ex Secretario de Deportes de la Nación. Pero, al igual que en el camposanto, Fernández resalta que ya se encuentra en ejecución una primera etapa de soluciones.

“Estamos estableciendo un orden de prioridades, trabajaremos en conjunto con el área de Infraestructura y nos apoyaremos en la Provincia, pero hay que tener en cuenta que algunas inversiones son muy altas y en cada punto que caminamos hay una cuestión de descuido”, detalla.

Con este marco, la Municipalidad anunció la instalación de tres ecógrafos en tres de los centros y el inicio de trabajos de pintura en otros cuatro.

Auditoría

Los números de la auditoría son contundentes. El análisis se realizó sobre las 48 instituciones sanitarias que dependen de la Secretaría de Salud: 45 CAPS, dos postas sanitarias que dependen de las jefaturas de CAPS cercanos pero que funcionan en espacios físicos diferenciados y un vacunatorio central.

Según el informe, cada centro debe contar con, al menos, dos equipos básicos interdisciplinarios de atención primaria de la salud completos para cubrir tanto el turno tarde como el turno mañana. Desde el área de salud, explican que tienen que estar compuestos por un profesional médico, un enfermero, un auxiliar o técnico de enfermería y un promotor de la salud.

¿Cuál es la situación actual tras ocho años de Garro? El 34 por ciento de los CAPS trabaja con equipos básicos incompletos.

Entre los principales problemas edilicios, el estado general de la estructura externa y de la pintura de exterior de los centros es regular en una escala de malo a muy bueno. Pero, en su interior, el 67 por ciento de los CAPS tiene problemas de humedad y sus paredes se encuentran en mal estado. Como agravante, sólo el 25 por ciento de los establecimientos cuentan con rampa para personas con movilidad reducida.

Otra de las situaciones sensibles es la de odontología. Tres de los centros, el vacunatorio central y las dos postas, no cuentan con consultorio odontológico. Pero, como afirma Fernández, tener un consultorio con un sillón odontológico en mal estado tiende a dificultar o anular la posibilidad de brindar la atención.

Así, según la auditoría, casi el 40 por ciento de los consultorios tiene el sillón en “malas o muy malas condiciones”. En detalles, cuatro no tienen salivadera, dos están sin desagüe y cinco sin la correspondiente lámpara en funcionamiento. Además, en diez no hay agua corriente y quince carecen de micromotor, una herramienta clave para llevar adelante una restauración de caries de calidad.

En lo que respecta a los vacunatorios de los CAPS, sólo dos de las 48 instituciones no cuentan con uno. Lo que se dedujo del informe es que tres de los centros, una de las postas y el propio vacunatorio central no cuentan con heladeras de largo alcance. Incluso, el CAPS N°3, directamente no posee heladera portátil ni de larga duración, un artefacto necesario para la preservación de las vacunas.

En sintonía con las falencias dentro del rubro de medicamentos, siete de los centros, las dos postas y el vacunatorio central no cuentan con un sector de farmacia para el guardado de la medicación. “Sin farmacia no hay organización para la recepción de los medicamentos y su administración, no se pueden seguir los pedidos, puede dificultar que lleguen insumos y los circuitos para proveerse no están bien definidos”, afirma Fernández.

Entre otros problemas de gravedad, más del 60 por ciento de las instituciones relevadas no posee un registro ni protocolo de limpieza para los baños, casi la mitad no tiene agua caliente en las duchas y apenas el diez por ciento tiene duchas para brindar al público.

Las salas de espera no quedaron exentas de los problemas. Hay seis CAPS cuyas salas no cuentan con ventanas y en tres carecen de algún artefacto para enfriar o calefaccionar el ambiente. Además, ninguno tiene turnera y, como frutilla del postre, 29 de las salas de espera no tienen luz de emergencia en caso de que se corte la electricidad.

La seguridad no quedó fuera del relevamiento. Apenas el 4 por ciento de los CAPS posee cámaras de seguridad, el 43 por ciento no cuenta con cerco exterior, el 87 por ciento tiene rejas en las ventanas y la mitad tiene un solo matafuego.

El combo se completa, detalla Fernández, con una pobre situación del equipamiento informático. "Queremos sumarnos a la iniciativa de la provincia con la historia clínica digital y tenemos dificultades", apunta. 

Reconstruir la relación

Fernández recuerda que los primeros días al frente de la secretaría arrojaron, rápidamente, una realidad: “No había datos”. “Los trabajadores estaban, pero con las áreas desmanteladas y sin un orden que sistematice los procedimientos”, remarca.

Con este diagnóstico, y ante la decisión de Alak de ir en búsqueda de la información, Fernández organizó una serie de equipos que recorrieron las 48 instituciones sanitarias de la capital bonaerense. Allí, asegura, se conversó, con todos los trabajadores. En total, 655. Entre todos los centros, hay 136 profesionales de la salud con especialidades médicas, 370 con especialidades no médicas, 77 administrativos, 67 de limpieza y cinco de mantenimiento.

Toda la labor se realizó en medio de la epidemia del dengue que afectó a la Provincia y que no contó con acompañamiento del Gobierno nacional. Las conversaciones incluyeron un diálogo con los vecinos aledaños a los centros para conocer su lectura respecto al funcionamiento de los CAPS, así como una evaluación de la accesibilidad con la que contaban. Es decir, la ubicación del centro o si la calle estaba asfaltada o no.

“Hay que pensar en la vinculación con el barrio, y hay que pensar que los centros suelen estar en lugares con realidades muy duras, por lo que, si te recibe un lugar feo, no te dan ganas de estar y tampoco es gustoso para los trabajadores, y queremos que eso cambie”, afirma Fernández.

“Que no fuera gente a la guardia era porque el barrio perdió identidad con el centro y no lo tenían presente porque no se les daba respuestas a las familias”, señala. Para la titular de la cartera sanitaria platense, el análisis de los vecinos es, con buen tino, simple y lineal: “Si la respuesta me la da el hospital no vuelvo al CAPS”.

Por eso, advierte, durante los ocho años de gestión de Garro se “desgastó una relación que queremos reconstruir”. Con ese objetivo, durante los últimos meses, desde la secretaría organizaron actividades por fuera del propio centro de salud, interviniendo con clubes de barrio y comedores, para incentivar la conexión entre la institución y la comunidad que la rodea.

En el marco de estas actividades, Fernández tomó nota sobre la respuesta de muchos vecinos. “Nos decían que no tenían contacto, que siempre estaba cerrado y sin insumos, y eso nos sirve para ordenar”, relata. Remarca cuestiones que no se ordenaron desde 2020, porque algunos centros aún atendían por ventanilla y no abrían sus puertas al igual que la modalidad vigente durante la pandemia.

 

“Vamos a cambiar esta relación”, dice. Y asegura que las actividades entre los profesionales y los vecinos fuera de los centros mejoraron el ánimo laboral de los empleados.