El ofidio más grande de América se desliza con ojos de periodismo y lengua de políticos cobardes.

Venezuela está sola. La anaconda se come lo que encuentra a su paso: un ciervo, una vaca, una verdad.

Entre la cobardía y la complicidad los países de América dejan sola a Venezuela, a merced de los Estados Unidos.

Conste que debe haber alguna excepción, algún político que no se arrastre en el desfile obsceno. La mayoría se inclina ante los diarios liberales y las embajadas de América latina.

La explicación que da Atilio Boron también la saben los políticos y mucho más los diarios.

Tomemos el caso argentino. Pensemos en Javier Milei y Clarín, para tomar un ejemplo, de lo que es la trastada del resto: ¿cuántos meses hace que la Corte electoral de la Argentina emitía desesperados comunicados asegurando que no habría fraude? ¿Por qué lo hacia? ¿Quiénes eran los denunciantes? No fue hace veinte años. Fue ayer.

Milei era el que le daba pasto a Clarín, la mafia y La Nación para que se pronunciara con títulos canallescos de fraude. ¿Qué hubieran dicho entonces si ganaba Massa?

Es tan grosera la trampa que caer en ella es un acto voluntario. Solo por complicidad o cobardía.

El avance del Ejército de la mentira es implacable. Arrasa con todo y los que van quedando vivos se ubican al final de la fila, y corren, andrajosos morales, y agitan las mismas banderas del ejército de mentiras.

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