En una interesante nota recientemente publicada en el suplemento Buenos Aires de Página/12, el periodista Pablo Vera traza una analogía entre el plan económico de Javier Milei y el plan Morgenthau, propuesto por la secretaría del Tesoro norteamericana en 1944, el cual nunca aplicado por haber sido considerado afín a lo que pretendía la Unión Soviética. Aquí, me propongo realizar algunas aclaraciones al respecto, así como también otras relacionadas con el famoso Plan Marshall.
La cuestión sobre el destino de Alemania tuvo que ver con el plan que presentó el secretario Henry Morgenthau Jr, de origen judío y profundamente antinazi, como lo muestra en sus diarios personales:
“Hay un grupo considerable -dice allí- de ricos de este país que harían la paz con Hitler mañana, y los únicos que realmente quieren luchar son los trabajadores y las mujeres, y si alguna vez se les ocurre la idea de que vamos a cruzarnos de brazos y a favorecer a estos fascistas, no solo en Francia sino también en España que es lo que estamos haciendo todos los días... se van a declarar en huelga, van frenar la producción, y van a preguntarse: ¿de qué sirve pelear para regresarle el poder a esa clase de gente?”
Esos ricos que mencionaba Morgenthau eran varios, como Prescott Bush, padre y abuelo de futuros presidentes; el padre de los Kennedy, entonces embajador en Londres; Henry Ford, conocido antisemita; y grandes compañías norteamericanas que tenían negocios en Alemania, como General Motors.
Alemania
El proyecto del secretario del Tesoro era desmilitarizar Alemania y transformar su estructura económica, política y social. En el plano económico, los objetivos se llevarían a cabo mediante el desmantelamiento de todo el sistema industrial nazi, particularmente la industria bélica, que, además, debería ser debilitada y controlada por un organización de seguridad de las Naciones Unidas para evitar una futura recuperación.
Para Henry Morgenthau, era necesario forjar un New Deal internacional, trasladando al mundo la experiencia norteamericana para salir de la depresión. Se iba hacia un mundo único que incluía a los soviéticos y este curso de acción podría ser protagonizado por los nuevos organismos de crédito internacionales que se habían creado en la Conferencia de Bretton Woods, el FMI y el BIRF (luego Banco Mundial), así como por las Naciones Unidas. Esas instituciones económicas y políticas serían como “dos hojas de una misma tijera”, garantes de la paz y la economía internacional.
Conjuntamente, en Alemania, donde se iba a destruir todo lo que sobrevivía del nazismo, se realizaría una reforma agraria por la cual se repartirían grandes propiedades entre los campesinos. En cuanto a lo político y social, ese país quedaría dividido en tres: dos estados independientes y una zona internacional que abarcaría la principal área industrial y minera. Prusia del Este y el sur de Silesia pasarían a formar parte de Polonia, y la región del Sarre se anexaría a Francia. Por otra parte, se llevaría a cabo una reorganización de la educación, de los medios de comunicación y del sistema político.
Los pagos por las reparaciones de guerra se harían mediante el reparto de los equipos productivos que se apropiarían en todo el país, así como de la transferencia de territorios y recursos germanos, la confiscación de los activos alemanes en el exterior y el fin del trabajo alemán forzoso. No se trataba de una política de simple ajuste, sino de una eliminación de lo que había sido la base económica y social del nazismo.
El plan tuvo una fuerte oposición del secretario de Guerra, Henry Stimson, del secretario de Estado, Cordell Hull, y del embajador norteamericano en Moscú, W. Averell Harriman, que objetaron con vehemencia la propuesta, finalmente desechada, a pesar del acuerdo inicial sobre la misma de Roosevelt y Churchill. Quizás, el Plan Morgenthau hubiese morigerado ese desenlace que llevaría al mundo al borde de una guerra atómica.
URSS
La segunda manifestación de las intenciones alentadas por el Departamento del Tesoro, en especial por White, el subsecretario de Morgenthau, fue la propuesta para el otorgamiento de un importante préstamo de largo plazo a la URSS, bajo el argumento de colaborar en la reconstrucción de su economía y el fortalecimiento de los lazos comerciales.
El crédito permitiría un crecimiento sustancial de las exportaciones industriales estadounidenses y de las importaciones de bienes primarios soviéticos y, al mismo tiempo, descomprimiría la presión de la URSS sobre los países de Europa del Este. “El Fondo necesita a Rusia”, decía White. En cualquier caso, la URSS necesitaba reconstruir aceleradamente su base industrial militar y el financiamiento norteamericano sería bienvenido.
Pero la muerte de Roosevelt, el 12 abril de 1945, con la asunción como presidente de Harry Truman decidido a enfrentar a la Unión Soviética para detener sus avances en Europa y Asia constituyó un punto de inflexión en la política exterior norteamericana. Se inicia así la Guerra Fría entre discursos contrapuestos e incendiarios de Churchill y de Stalin. La proclamación de la Doctrina Truman ante el Congreso norteamericano, en marzo de 1947, donde el presidente demanda una ayuda inmediata a Grecia y a Turquía a fin de evitar que esos países caigan en las manos del comunismo, fue un paso decisivo.
Morgenthau y White habían dejado el gobierno, y el último no la pasó nada bien. Por sus actitudes tendientes a favorecer a Moscú, sospechado por el FBI, fue acusado de comunista por el Comité de Actividades Antiamericanas del Congreso en 1948, siendo su acusador el novel representante republicano, Richard Nixon que comenzaba de manera resonante su carrera política. White murió de un ataque al corazón tres días después de haberse presentado en las audiencias del Comité, pero fue igualmente calificado de espía soviético.
Esta operación contra ex funcionarios de Roosevelt fue ampliada desde el Senado por Joseph MacCarthy, dando lugar a una multitud de denuncias y persecuciones, que incluyó no solo a enemigos políticos sino también a intelectuales, artistas y hasta militares, llevando el conocido e infame nombre de macartismo.
Guerra fría
El alejamiento definitivo entre Estados Unidos y la URSS, que dio inicio a la Guerra Fría, comenzó en torno a cuatro ejes, donde las diferencias ideológicas dieron paso a ejercicios de poder: en el caso soviético su poder territorial, en el norteamericano su poder militar y atómico.
El primer eje fue la discusión sobre si el gobierno polaco de Lublin -apoyado por los soviéticos- era legitimado por sobre un gobierno polaco en el exterior sostenido por los occidentales. Un tema ganado por Moscú, cuyos ejércitos ya ocupaban Polonia.
El segundo, la formación de dos bloques principales en las Naciones Unidas. De un lado Estados Unidos, las potencias occidentales y los países dentro de su órbita, como los latinoamericanos; del otro lado, la URSS y las naciones bajo su influencia política o territorial en Europa Oriental. La instauración de un sistema de veto de las grandes potencias fue también una decisión de poder, e iba a permitir neutralizar cualquier iniciativa que perjudicase a algunos de los bloques quitando a la institución sus atributos democráticos.
El tercero, la utilización de la bomba atómica en Hiroshima y Nagasaki, en agosto de 1945, cuyo principal resultado fue acelerar el fin de la contienda con Japón e impedir la participación activa de Moscú, que declaró a último momento la guerra a aquel país, ya ocupado por los norteamericanos.
El cuarto fue el bloqueo de Berlín por los soviéticos en 1948. La ciudad había sido dividida como toda Alemania entre los países vencedores en la Conferencia de Postdam, pero quedaba aislada del lado oriental. Allí se produjo el primer conflicto grave que puso al mundo al borde de una nueva guerra.
La balanza se inclinó hacia un trato totalmente diferente con respecto a Alemania de los planteados por Morgenthau y White, y culminaría con la formulación de un Plan para la recuperación europea denominado ERP (European Recovery Programme). El mismo fue enunciado en un discurso en Harvard por el secretario de Estado George Marshall en junio de 1947 y aportaba una sustancial ayuda a Europa Occidental, que comprendía préstamos y donaciones. Sus propósitos principales eran, desde el punto de vista económico, colocar excedentes de producción y facilitar inversiones norteamericanas en el viejo mundo, y desde el político, convertir esa región en un bastión frente al peligro soviético cuya frontera era Alemania Occidental.
Como dijo Stimson en la Conferencia de Postdam, criticando el plan Morgenthau: “sería tonto, peligroso y causa de futuras guerras adoptar un programa que llame a una destrucción generalizada de la industria y recursos alemanes”.
Plan Marshall
El plan Marshall, en cambio, ayudó a los países occidentales de Europa con propósitos estratégicos definidos, permitiendo que estos pudieran reconstruirse y crear en parte los Estados de Bienestar, aunque no siguieron ciegamente el modelo estadounidense. Los nuevos dirigentes norteamericanos se encontraron con un problema para sacar a Europa del marasmo en el que estaba: la influencia cada vez mayor de los partidos comunistas occidentales y el ejemplo de la planificación soviética que ahora parecía positivo. No podían recurrir simple y llanamente a la introducción de un esquema netamente liberal en el viejo continente.
Esa fue una de las razones de por qué Estados Unidos, donde predominaba una mentalidad liberal y empresaria, permitió que Europa se expandiera al ritmo de la planificación y la participación estatal y de políticas keynesianas.
El plan Marshall y las políticas que lo acompañaban tenía cuatro propósitos, que se terminaron de concretar: hundir económicamente a la Unión Soviética; contribuir a la reconstrucción de Europa Occidental; terminar de debilitar lo que restaba del imperio británico; y hacer de Alemania el principal bastión europeo contra el comunismo.
América latina, el viejo patio trasero, solo servía como aliado seguro, no entraba ahora en los planes económicos de Washington, expuestos en la Conferencia de Chapultepec, donde había pedido un apoyo irrestricto a sus políticas. Respecto al sur del continente, para los norteamericanos bastaba con el Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca firmado en 1947 en Río de Janeiro, con el cual se inició la doctrina de la Seguridad Nacional.
Además, la Doctrina Truman, la política de contención del comunismo proclamada, no iba a ser dirigida en el continente solo contra los comunistas sino también contra el nacionalismo latinoamericano. Pasaba a ser una orientación central de la política exterior de Washington legitimando la necesidad de la intervención en los asuntos internos de otros países incluso fuera de América y consagrando la división del mundo en dos bloques.
El Plan Marshall tenía objetivos estratégicos. Pretendía combatir al socialismo y levantar el capitalismo occidental. Por el contrario, el Plan Morgenthau procuraba una convivencia pacífica entre los dos bloques.
A la inversa la propuesta de Henry Morgenthau Jr., que retomaba las ideas del New Deal de Roosevelt para combatir la depresión y la desocupación incentivando la demanda en un sentido keynesiano, el Plan Milei parece más bien una Doctrina Truman tardía, con su secuela de macartismo, recogiendo también, de manera más extrema y precaria, las ideas neoliberales que se impusieron en Occidente de la mano de Thatcher y Reagan.
*Este artículo fue elaborado con la colaboración de Ulises Ferro.