La diputada de La Libertad Avanza Rocío Bonacci continúo alimentando las internas que abrió en el bloque oficialista la visita de los seis diputados al genocida Alfredo Astiz en el Penal de Ezeiza. "Aparantemente, tenía el ok de Martín Menem y de Casa Rosada", soltó en una entrevista televisiva y volvió a responsabilizar al presidente de la Cámara de Diputados y funcionarios que comparte el mismo grupo de Whatsapp por donde llegó la invitación de Beltrán Benedit; el negacionista y organizador de la visita.
"Mi mayor error fue confiar en un colega de turno", dijo Bonacci en la entrevista al intentar nuevamente despegarse de la visita, como hizo poco después de que se hiciera pública; a pesar de que Bonacci aterrizó en La Libertad Avanza referenciada en la vicepresidenta Victoria Villaruel, quien reivindica públicamente sus visitas a represores.
Haber sido parte del grupo de seis diputados que visitó a Astiz dejó una marca en Bonacci y en el resto de sus colegas que enfrentan pedidos de expulsión en la Cámara baja, mientras que Menem se mantiene en silencio y busca que el tema pase por alto argumentando que se trató de "decisiones personales", argumento que replicó el presidente Javier Milei.
Por eso, la decisión de Bonacci de volver a poner en el centro de la escena a Menem y la Casa Rosada no parece casualidad. "Pensé que esa visita estaba ok. Todo lo que se pone en el grupo (de Whatsapp) que compartimos de legisladores es oficial, todas las invitaciones son oficiales", dijo la diputada en la entrevista televisiva.
Como contó PáginaI12, el grupo de Whatsapp interno de los legisladores de LLA cuenta también con la participación de la secretaria general de la Presidencia Karina Milei y el jefe de Gabinete, Guillermo Francos. Fue allí donde la semana pasada el diputado Benedit insistió en defender a los genocidas, al compartir un video con la figura del dictador Rafael Videla y críticas a la políticas de derechos humanos del kirchnerismo. "Benedit guardate al silencio, no tenés vergüenza", le respondió una compañera de bancada -que no era Bonacci- ante el silencio de Menem, Karina y Francos.
Bonacci ya había buscado despegarse de la visita poco después de que se hicieron públicas las fotos de los legisladores con los represores, en las que la diputada eligió no salir. Entonces, la legisladora explicó que ella había entendido que la visita era para "tomar contacto directo con el sistema penitenciario federal y constatar concretamente la situación actual del referido complejo".
En ese descargo, la diputada insistió: "Cuando advertí que otros legisladores nacionales participantes de la visita a la cárcel de Ezeiza tomarían contacto y dialogarían con internos procesados y/o condenados en causas por delitos de lesa humanidad, decidí mantenerme totalmente ajena".
A pesar de su rechazo público a la visita, la historia de Bonacci es muy cercana a la familia militar y tanto en sus redes sociales como en su carrera, desde su trabajo de podóloga en Santa Fe a diputada nacional, reivindicó siempre su relación cercana con Villarruel. En una entrevista al diario La Capital en diciembre antes de asumir su banca reivindicó su procedencia de la familia militar: "Mi mamá y mi papá se conocieron militando en el Modin de Aldo Rico, ella era cabo en comisión del Ejército Argentino como enfermera militar y él impresor. ¡Soy hija del Operativo Dignidad! Todos venimos de algún lado".
El papá de la diputada es el empresario rosarino y exconcejal José Bonacci, apoderado del partido Unite por la Libertad y la Dignidad, reconocido por sus expresiones filonazis y su militancia cercana a Alejandro Biondini. Su madre es Beatriz Brouwer es diputada provincial por la lista que encabezaba Amalia Granata.